Rumbo al décimo aniversario de habernos conocido, estábamos casados, nos habíamos graduado, vivíamos por nuestra cuenta, teníamos un carrito y una hija; podíamos considerarnos una pareja consolidada, y no solo eso, sino una pequeña familia.
Ahora teníamos nuevas metas, criar a nuestro retoño, comprar una vivienda y luego darle hermanos a nuestra niña. Desafortunadamente, lo último no se pudo dar por un error no forzado de Gitty; poco después del parto le pidió al doctor Millán que le instalara un dispositivo intrauterino que sirviera como medida anticonceptiva hasta que estuviésemos completamente estabilizados económicamente y así proceder a tener mas hijos. Bueno, la cosa no funcionó así y los detalles serán contados mas adelante.
Mi trabajo me hacía viajar constantemente y si bien ganaba mucho menos que mi esposa, entre el sueldo y los viáticos podía tener un ingreso mensual aceptable con el que podía cubrir los gastos del hogar mientras Gitty ahorraba la mayor parte de su salario. En ese año, el Banco Unión (ahora Banesco) lanzó una iniciativa inmobiliaria interesante que era como un sistema de ahorro programado con tasas de interés fijas en el que cada mes se sorteaban ganadores que recibían la cantidad de dinero que habían puesto como meta para comprar una vivienda.
Nos pusimos a investigar el programa y podíamos pagar el monto completo en seis años, que era el periodo máximo que permitía esa iniciativa del banco, y de paso podíamos adelantar cuotas, lo que nos haría tener mas cupones para los sorteos.
El mes de mayo cumplí mi primer año en la empresa y decidí tomar mis vacaciones, no íbamos a viajar a ninguna parte porque Gitty se había reincorporado al SENIAT apenas en abril y yo no tenía mucho dinero disponible; a cambio de eso podría quedarme cuidando a Graciela durante todo un mes y así le aliviaría el trabajo a su mamá. Igualmente siempre podríamos salir los fines de semana a pasear.
Mi rutina vacacional era muy simple, levantarnos temprano en la mañana, hacer el desayuno, desayunar, incluída Graciela, que para aquel tiempo ya comía papillas, sopas, jugos de frutas naturales, gelatinas y su leche materna; despedir a Gitty al irse al trabajo, cocinar, cambiar los pañales de la niña y bañarla. Como ella dormía entre 10 de la mañana y mediodía junto con otra siesta de 2 a 4 de la tarde tenía tiempo para hacer todas las tareas domésticas y así Gitty al llegar podía descansar.
Ese mes fue que nos metimos en el plan del Banco Unión, el día que programamos la cita para firmar los documentos Gitty me dejó lista la ropa que Graciela iba a llevar y las instrucciones para ponerle un monito que ella le había comprado hacía pocas semanas; el problema estuvo en que al dármelas me dijo: "la figura va hacia atrás", pero no especificó que figura. Se fue a trabajar y quedamos en vernos en la sede principal del banco a las 11 de la mañana.
Aproximadamente a las 10 arreglé a Graciela y siguiendo las instrucciones le puse el mono con "la figura hacia atrás," a pesar de notar que se le veía un poco extraño y salí con ella cargada para estar a tiempo en el banco; llegamos antes de las 11 y Gitty arribó minutos después, cuando nos vio me dijo:
- Le pusiste el mono al revés.
- Pero ¿no me dijiste que la figura iba hacia atrás?
- Sí, pero era esta figura, te lo dije para que sirviera de guía -mientras me mostraba un bordado chiquitico a un lado del mono.
- Ahora vas a tener que arreglarla, luego que terminemos con la cita.
Llegamos a la oficina a la hora convenida donde nos recibió una funcionaria del banco que nos explicó en detalle de que iba la cosa, firmamos un montón de papeles y recibimos copias de lo firmado junto con otro bojote de documentos que me llevaría al apartamento para guardarlos; antes de irnos tuve que quitarle el mono a Graciela para ponérselo correctamente y así apaciguar la furia de su madre. Todavía este año Gitty me recordaba esa metedura de pata.
Al finalizar las vacaciones, el 14 de junio, cuando me reincorporé al trabajo, tenía programado un cambio de gerente en la sucursal de Cumaná, donde un auditor tenía que levantar el inventario de todos los activos de la oficina y entregarla al nuevo gerente. Sin embargo había un problema: era mi primer cumpleaños como papá y quería celebrarlo con mi hija que tenía seis meses, así que la única solución viable era que los tres viajáramos a Cumaná y así estar juntos el viernes 16.
El jueves 15 nos fuimos en un avión de Maiquetía a Cumaná, vuelo que salió a las 10 de la mañana y arribó a su destino media hora después. Del aeropuerto nos fuimos al hotel Sol y Mar, el que siempre usaba la empresa para hospedar a su personal, dejé a mi familia instalada allí y me fui a la oficina.
Caminamos gran parte de la playa y pudimos disfrutar de la puesta del sol con Graciela, que así se veía a sus seis meses.
Luego de cenar en un restaurant que estaba a la orilla de la playa, nos fuimos a dormir para celebrar mi cumpleaños la noche siguiente. Yo había viajado antes a Cumaná por lo que sabía que ese hotel en las mañanas tenía una vista espectacular del puerto de la ciudad y quería que Gitty la viera, lo que pudo disfrutar el viernes 16. Al levantarnos a las 7 de la mañana la llevé al baño y abrí la ventana, cuando lo hice, ella se quedó sin habla al ver el mar y el cielo que parecían ser uno solo y sacó los brazos para estar segura que no era una pintura pegada ahí, se volteó y me dijo:
- Viajas a lugares bellísimos, ¿estuviste antes en este hotel?
- Sí, por eso es que pedí que me dieran esta habitación, la vista en las mañanas vale un millón de dólares.
Ese viernes estuve trabajando todo el día mientras Gitty y Graciela salieron a conocer la ciudad, nos encontramos en la oficina y las llevé a almorzar a un restaurant que me recomendó el gerente entrante de la sucursal.
A las seis de la tarde terminé el trabajo y me fui a buscar a mi familia para llevarla al restaurant del hotel Los Bordones donde me habían hecho una reservación; allí celebramos el primer cumpleaños que recibía con nuestra hija, y por fin al día siguiente, sábado, nos fuimos a bañar a la playa.
En la tarde regresamos a Caracas, llegamos al apartamento cansados pero contentos, luego de haber disfrutado esta mini vacación, algo que nos recargó las baterías, porque luego íbamos a tener muchas cosas que hacer, especialmente buscar casa.
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