domingo, 9 de octubre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 12: 1989, annus horribilis (2da parte, el 27 de febrero)


 "El Caracazo", así se nombró a la serie de acontecimientos ocurridos durante la semana del 27 de febrero al 3 de marzo de 1989, sucesos que dejaron un número indeterminado de muertos, heridos y daños materiales; aun mas de 33 años después no existe una respuesta clara respecto a lo sucedido durante aquellos días tan terribles y tampoco se sabe con claridad que inició esa tragedia.

Como no estoy aquí para hacer una crónica histórica de lo acontecido, ni tampoco para investigar o especular acerca de tales hechos, me limitaré a escribir acerca de mi experiencia particular. 

Amaneció como de costumbre y parecía ser un día de rutina, si bien ya se sabía que una serie de nuevas medidas económicas diseñadas para acabar con la severa crisis que atravesaba el país serían implementadas ese lunes. Aparentemente los primeros disturbios se iniciaron en la ciudad dormitorio de Guarenas y de allí se extendieron a la capital; sin embargo, para el tiempo en que me fui a trabajar no hubo señal de alarma alguna, no fue sino hasta media tarde que mi mamá me llamó para decirme que había desórdenes en la estación del Metro de La Hoyada y en otros lugares de la ciudad, así que debía tomar precauciones.


Para ese día tenía otro problema, el profesor de la materia Análisis de estados financieros había pautado un examen y debía asistir a la universidad para presentarlo, y de paso, Gitty iba a pasar también por allá para llevarme algo; como en aquellos tiempos no existían los teléfonos celulares, o mejor dicho, los pocos que existían eran muy costosos, no había forma de comunicarse mas que a través de teléfonos fijos, y tampoco había mensajes de texto ni nada que permitiera contactar a cualquiera de forma rápida y mientras se estaba en la calle.

Cuando salgo del trabajo, a eso de las 4:30 de la tarde, hice mi ruta habitual, caminar del edificio del trabajo hasta la estación de metro mas cercana, tomar el tren desde allí y bajarme en la terminal de La Hoyada, donde me montaría en un bus de una ruta alimentadora del metro que me dejaría cerca de la universidad. Ese día así no funcionaron las cosas, al llegar a La Hoyada me encontré con una batalla entre la policía y elementos desconocidos, ya que ambas partes estaban usando armas de fuego y yo estaba en medio de ambos cuando salí a la plaza de la estación; como devolverme no era una opción porque me quedaría varado, lo único que me quedaba era seguir caminando en medio del fuego cruzado esperando que la suerte me acompañase y ninguna bala se cruzara en mi camino.


Milagrosamente, si bien me pasaron proyectiles que me rozaron los oídos (su sonido es como el de un abejorro) ninguno me impactó y logré salir del lugar de la refriega en una sola pieza, es posible que me haya salvado el hecho de estar vestido de traje y corbata mientras caminaba a paso normal, sin correr. Tuve que caminar bastante, por mas de 20 minutos hasta que pude abordar un autobús que iba hacia su terminal y que iba a pasar cerca de la universidad.

Para el momento en que llegué a la casa de estudios ya se sabía que el país estaba en emergencia, pero el perro, o mejor dicho, la rata del profesor dijo que igual el examen iba. Mientras estábamos esperando que el elemento llegara al salón de clases para iniciar la prueba, ¡oh sorpresa! se aparece Gitty en la puerta del salón, salí corriendo donde ella y le dije:

- ¿Qué estás haciendo aquí? El país está en emergencia, la ciudad está ardiendo por los cuatro costados, por favor, vete que todavía es de día, que no se te haga de noche, no te puedo acompañar por culpa de este maldito examen, tienes que irte de inmediato.


Casi no podía respirar, estaba aterrorizado al pensar que a ella pudiese pasarle algo y casi que la arrastraba por el pasillo para obligarla a que se fuera, por suerte me hizo caso y luego en la noche pude llamar a su casa para asegurarme de su llegada sin novedad. En cuanto al examen, fue una pérdida de tiempo y un riesgo innecesario, nadie lo aprobó y de hecho todos lo entregamos menos de media hora después de iniciarlo porque se iba a instaurar toque de queda a partir de las 9 de la noche.

Me tuve que ir a pie para mi casa y de hecho tuve que detenerme donde un amigo que vivía cerca para llamar a mi madre y al final ella fue a buscarme, a pie, desde luego, porque era mas seguro si andábamos juntos.

Toda esa semana fue terrible, de hecho, asomado al balcón del apartamento una de esas noches vi pasar una camioneta pick up de la policía llena de cadáveres, y fui testigo de como miembros de una unidad militar ajusticiaron a unos sujetos que habían prendido fuego a unas barricadas en las cercanías. Fueron días de espanto, tanto así que hasta choqué el carro en el estacionamiento presa de los nervios, lo que me representó un gasto que no tenía planeado y que complicó mas mi presupuesto.

Todos esos días solo pude hablar con mi esposa por teléfono, y cuando por fin pudimos vernos el fin de semana, lo hicimos en una ciudad completamente diferente a la de la semana anterior. Caracas había cambiado para siempre.


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