domingo, 2 de octubre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 3: Somos novios


 28 de septiembre de 1985, el gran día, el día decisivo, el día de la verdad. En realidad debería decir la noche, porque esa era la gran noche donde iríamos a una fiesta en la que le propondría que fuera mi novia, aunque no tenía ni la menor idea de como hacer tal cosa. No tenía muchas oportunidades de ir a fiestas porque a mi mamá no le gustaba que fuese a tales eventos y me era sumamente difícil lograr el permiso para ir, pero cuando iba con mi hermano mayor tal permiso no hacía falta. En esos días se alinearon todos los astros porque un amigo suyo se iba a casar y así lo invitó al matrimonio, como me conocía también a mí la invitación se hizo extensiva a mi persona y a una pareja que pudiera llevar, que por primera vez en mi vida tendría la oportunidad de invitar. 

Mi hermano apareció en la casa para decir lo del matrimonio de su amigo y si yo quería ir, a lo que dije que sí y que iba a ir con una muchacha que había conocido recientemente, aunque para ese momento, antes de ir al cine con ella, no sabía si su respuesta iba a ser afirmativa, cosa que al final se dio y así quedó el camino despejado. Para ese momento ya tenía que buscar consejo y le expliqué a uno de mis mejores amigos mi problema y que me recomendaba hacer; Julio, mi amigo, en el que creo fue el momento mas adulto de todo el tiempo que lo he conocido me dijo:

- Pregúntale si quiere ser tu novia, pero pídele una respuesta inmediata, no la dejes que te diga que lo va a pensar o que le des tiempo, simplemente que te diga sí o no de una vez, así tendrás mayor oportunidad de conquistarla.

Con ese consejo, quizás el mejor que he recibido en toda mi vida, por el que estaré eternamente agradecido y el que cambió nuestra existencia para siempre, me dispuse a ir a la fiesta con Gitty, mi pareja de esa noche y la primera que tenía para ir a una celebración. Esa noche me arreglé lo mejor que pude y vestí mi mejor traje, camisa y corbata, para causarle buena impresión y tratar de no desentonar al estar al lado de ella, como siempre le gustaba decir:

- Una mujer tiene que tener al lado a un hombre que la represente.

Si bien sabía que ella era bonita, hasta entonces nunca la había visto maquillada y vestida para fiesta. La mejor palabra para describirla esa noche es deslumbrante; su abuela sabía coser muy bien y le armó un conjunto que la propia Gitty había diseñado: falda color fucsia a media pierna  con un top color aguamarina y una chaquetilla del mismo color de la falda, todo complementado con unos zapatos rosados de tacón alto; Gitty era una joven alta, de mas de 1,75 metros de estatura, y si bien en aquellos tiempos yo medía 1,82, ella con sus tacones, sus largas y torneadas piernas y su melena castaña se veía mas alta que yo, como una modelo lista para el concurso de Miss Venezuela. 

Al salir de su casa tuvimos que regresar a la mía para que mi mamá y mi tía la conocieran y yo buscar la invitación a la recepción posterior a la boda, que iba a ser en un salón de fiestas a partir de las 9 de la noche de ese sábado. Mientras ella estaba en la sala hablando con mis familiares fui a mi cuarto a buscar la invitación y por la ventana miré por primera vez en mi vida una estrella fugaz (que pudo ser cualquier cosa, un meteoro, un grano de polvo cósmico o hasta un trozo de basura espacial), y también fui lo suficientemente rápido de mente para pedir el único deseo que yo quería ver cumplido en ese momento, que esa hermosísima muchacha fuera mi novia.

Salimos del edificio y detuve un taxi para que nos llevara al lugar de la recepción, y dentro de ese taxi, luego de nosotros montarnos y yo darle la dirección del lugar a donde íbamos al taxista, sucedió algo extraordinario por obra del puro azar, la radioemisora que estaba sintonizada en el automóvil empezó a reproducir la canción "Yo puedo vivir del amor" de Rubén Blades, que combinada con la estrella fugaz que había visto poco antes parecía decir que esa bella muchacha iba a ser el amor de mi vida.

Al llegar al lugar de la fiesta, donde me esperaba mi hermano con su pareja del momento y luego de saludar a los novios y presentarles a Gitty, una persona a cargo de la organización del evento nos llevó a nuestra mesa, donde ella y yo nos sentamos y empezamos a hablar, así estuvimos cerca de una hora hasta que todos los que estaban sentados con nosotros fueron a la pista de baile; ya sabía que estábamos llegando al momento crucial, pero no sabía como llevar la conversación al punto que yo quería, pero ella sin querer o sin querer queriendo me facilitó el proceso:

- ¿Y tú tienes novia?

- No, no tengo novia, ¿tú quieres ser mi novia?

- Sí, ¿por qué no?

A este momento, 37 años después, considero ese uno de los tres momentos mas felices de toda mi vida, solamente comparable con el nacimiento de nuestra hija el 6 de diciembre de 1994 y el día que nos casamos por la ceremonia civil el 28 de enero de 1988. Me sentía tan feliz que pensaba que el corazón se me iba a salir del pecho. La muchacha mas bella que había conocido me dijo que sí, era tanta la felicidad que sentía que la invité a bailar, y en ese preciso instante el DJ puso una canción que estaba pegadísima para ese momento y que era un standard en todas las fiestas.

Luego de bailar seguimos hablando tomados de la mano durante toda la fiesta, en la que tuve la oportunidad de llevarla a la pista de baile con otra canción romántica.

Al terminar la fiesta, nos fuimos con un grupo a un night club de moda llamado Hawaii Kai donde seguimos bailando este par de canciones que puso el DJ una tras otra.


Al cerrar el night club dando punto final a esa noche tan maravillosa, la regresé a su casa y nos despedimos en la puerta, prometiéndonos volver a vernos el día lunes en la plaza frente a la universidad, y en ese momento de la despedida, mi inexperiencia y torpeza cobraron su peaje, cuando en vez de besarla en la boca solamente la abracé, cosa que ella, aun pocos días antes de su fallecimiento, siempre se afanó en recordarme:

- Tú si eras bobo cuando nos hicimos novios, en vez de besarme lo que hiciste fue abrazarme, cuando entré a mi cuarto lo primero que me dije fue "espero que este muchacho se ponga las pilas, porque ni me besó".

Y sí, me puse las pilas.



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