El año tempestuoso empezó de forma relativamente buena, de hecho me contrató una empresa llamada Equilab, cuya subsidiaria de equipos médicos era la representante en Venezuela de GE Medical Systems, y mi cargo en esa subsidiaria, llamada Geventec, era el de coordinador de logística, cuya función principal era el apoyo material a los especialistas que se ocupaban del mantenimiento de todos los equipos médicos que General Electric había vendido a diversas instituciones hospitalarias del país. Para cumplir mis funciones, supervisaba a un equipo de cuatro personas, estaba a cargo de dos almacenes con componentes electrónicos diversos y debía hacerme cargo del proceso de importación de otras piezas de recambio que estaban en la casa matriz de EEUU, Francia o Japón.
El puesto pagaba un buen sueldo para los estándares de la época y exigía buenos conocimientos del idioma inglés, que al final fue la razón por la que me dieron el puesto, ya que era el candidato que tenía el manejo mas avanzado de esa lengua. Con ese cargo y el sueldo que pagaba, podía mantener un hogar de manera modesta mientras Gitty terminaba su carrera y se graduaba, o al menos así debía ser en teoría.
Pero, me dejé llevar por las nefastas ideas de mi madre y cometí el peor error de toda mi vida, uno por el que todo el tiempo que he vivido desde entonces y el que me queda por vivir no bastará para arrepentirme y ahora es aun peor, puesto que la víctima de tal horror ya no se encuentra conmigo para así seguir buscando su perdón por tan espantosa pifia que cometí en su contra. Si bien ella hace muchos años me perdonó por tal barbaridad, para mí todavía faltaba seguir pagando por ese espanto que ella no se merecía.
El error que cometí fue el ceder a los pedidos de mi madre referidos a la vivienda, ya que me dijo que era mejor que viviéramos con ella hasta que Gitty se graduara y así podríamos luego buscar una casa acorde a nuestro nivel social y al ahorrarnos los pagos de alquiler durante todo ese tiempo estaríamos en capacidad de ahorrar para cubrir la cuota inicial en un apartamento, pero, en realidad lo que mi mamá había hecho con nosotros fue esto:
Era la excusa perfecta para destruir nuestro matrimonio desde adentro, haciéndome cometer un error no forzado; sin embargo, para ese entonces no estábamos conscientes del peligro y fuimos como reses al matadero. Gitty estaba contenta porque pensaba que las relaciones con mi madre estaban mejorando, pero en realidad no era así. A finales de enero mi mamá decidió que debíamos tener un juego de dormitorio acorde a lo que debía ser una pareja casada, algo que no me parecía adecuado porque implicaba un gasto de dinero en el que yo no quería incurrir, así que ella decidió comprarlo por cuenta propia, cosa que menos me gustó, porque eso iniciaba mi vida de casado con una deuda, pero como fue su decisión, no quedó mas remedio que seguirle la corriente, mi mamá no era una persona con la que se pudiera discutir.
Al anunciar nuestros esponsales, y quedar claro que los padres de Gitty no colaborarían en lo mas mínimo, pues aumentó la presión financiera sobre mí, que era el único que producía dinero en la pareja, así que Gitty y yo decidimos que tendríamos una celebración modesta para no gastar mucho dinero; desgraciadamente, mi mamá también se metió en esto y decidió que, al contrario, debía ser por todo lo alto para darle una lección a la familia de la novia. Si bien nos opusimos a esa idea, ya había adquirido vida propia y mi progenitora decidió todo por su cuenta de manera inconsulta, por lo que nos hallábamos ante hechos cumplidos y se cogió la boda para ella. Muy posiblemente esto pasó porque fue madre soltera y nunca se pudo casar, así que vivía eso como el matrimonio que no tuvo.
Esa locura llevó a ideas un tanto disparatadas que pudimos detener a duras penas. Como se estaba claro en que el padre no entregaría la novia en el altar al esposo, había que buscar a alguien con un cierto prestigio y respetabilidad para que asumiese tal papel; entonces mi mamá pretendió que fuese un general de las fuerzas armadas, quien me había dado clases en la universidad, el padrino de la boda y quien me entregara a la novia, y hasta ella estuvo a punto de ir a hablar con ese general, quien para el momento era el director de la Academia Militar de Venezuela. Logré detenerla cuando le expliqué que eso no tenía sentido alguno porque, si bien fui un alumno destacado, era uno de muchos, y muy posiblemente el ni se acordaría de mí; al menos debíamos buscar a alguien con ciertos vínculos con nosotros y que conociera a la novia.
Al final me hizo caso y el padrino fue un prestigioso abogado amigo de la familia quien, con mucho gusto aceptó y se hizo cargo de uno de los renglones mas costosos, como es el de las bebidas alcohólicas; con eso solucionado, todavía quedaban detalles, que no eran exactamente detalles sino cosas fundamentales por resolver.
A todo esto llegó el 27 de febrero, cuando se desató el evento histórico llamado "El Caracazo", que merece un capítulo aparte, basta decir que tal catástrofe complicó y retrasó toda la planificación de nuestro evento de forma notable, junto con una serie de daños colaterales que no habrían pasado sin esto de por medio.
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