El 22 de septiembre, cerca de las 9 de la mañana, llegamos al terminal de pasajeros del Nuevo Circo, como quedaba cerca del edificio donde vivía mi madre, pues nos fuimos caminando hasta allá, el lugar donde íbamos a iniciar nuestra nueva vida como pareja.
Al llegar, mi mamá nos explicó la odisea que significó recoger el carro en Maracay y llevarlo a Caracas, básicamente el servicio de grúas del seguro no podía llevarlo mas de 50 kilómetros a la vez, así que como Maracay quedaba a mas de 100 del garaje, pues hubo que hacer dos cambios en el camino con todo el engorro e incomodidades que eso representaba, además del pago del estacionamiento donde estuvo parado por tres días. Era perfectamente razonable que mi progenitora estuviese arrecha, porque dejar el carro tirado a mas de 100 kilómetros de distancia no era una buena idea, en realidad era una pésima y estúpida idea; en mi descargo debo decir que para cuando pasó el percance no estaba pensando como se supone que debe pensar una persona normal, si bien eso no sirvió de nada para calmar la ira de mi madre. De paso, el dueño del garaje no quería recibirlo y hubo que amenazarlo con la policía; así que el martes 12 de septiembre no fue el mejor día en la vida de mi mamá, y ella se aseguró muy bien de hacérmelo entender.
Luego de la catarsis materna, muy razonable, dadas las circunstancias, Gitty y yo nos fuimos a dormir a nuestra flamante cama de casados, luego de toda una noche de viaje en autobús; el fin de semana pasó de forma aceptable y me preparé para reincorporarme a mi trabajo el lunes a las 7:30 de la mañana, como no tenía carro, tuve que salir del apartamento antes de las 6:30 para asegurarme de llegar a tiempo.
Es muy conocido el viejo chiste del marido engañado, en el que el pobre sujeto es el último que se entera mientras los amigos y conocidos lo ven con lástima porque conocen todo lo que pasó pero no se lo dicen. Así poco mas o menos me sucedió al llegar al trabajo, firmé la hoja de asistencia a las 7:27 de la mañana y me fui a mi oficina; cuando llegué me encontré con un montón de muebles arrumados allí y no tenía un lugar donde estar porque nadie sabía donde pusieron el escritorio, la computadora y la silla que tenía asignados, y nadie tampoco me decía que pasaba, a pesar que todos estaban enterados. Lo peor es que toda esa gente fue invitada a mi boda, bebieron y comieron a mi costa y fueron incapaces de decirme lo que pasaba, así fuera por cortesía.
Para colmo de males, el fotógrafo que había contratado, como tomó unas fotos adicionales, fue a cobrar 50 bolívares que representaban el costo de esas fotos; le dije que se esperara un rato mientras buscaba entender lo que estaba pasando conmigo pero el tipo se pegó detrás de mí como un chicle hasta que uno de mis ex compañeros de trabajo tuvo el piadoso gesto de pagarle para que me dejara tranquilo.
Como a las 8 de la mañana me dijeron que fuera al departamento de recursos humanos de la empresa donde me dieron la mala nueva: la señora Irizarry había reestructurado la subsidiaria de equipos médicos y mi cargo ya no existía, estaba tan sorprendido que le pregunté a la joven de recursos humanos donde iba a estar ubicado de ahí en adelante, a lo que me dijo:
- No hay nuevo cargo para usted, está fuera de la empresa.
Todavía recuerdo como me sentí, estaba mareado, me dieron ganas de vomitar, pero todavía tuve las fuerzas para preguntar por mi cheque de liquidación, la empleada me lo presentó por el astronómico monto de 21 bolívares, ya que todo el dinero que debió haberme sido pagado se usó para saldar la cuenta de la computadora que le compré al amigo rico de la familia. Me fui de la empresa sin despedirme de nadie, nunca volví a ver a ninguna de esa gente, con todo y que regresé a trabajar en ese edificio varias veces durante los 10 años siguientes.
Lunes 25 de septiembre a las 8:30 de la mañana, recién casado, desempleado, sin poderme graduar ese año y con 21 bolívares en el bolsillo. La posición soñada por cualquiera.
Ahora las interrogantes: ¿Cómo le digo esto a mi mamá? Me va a decir que ella no nos va a mantener; ¿Qué hago para producir dinero? ¿Cómo hago con Gitty? ¿Cómo pago mis deudas y compromisos? ¿QUË HAGO?
Estaba endeudado hasta la coronilla y contaba con mi trabajo para pagar esas deudas, pero ya no tenía empleo. Gitty y yo teníamos que inscribirnos en la universidad, pero no había como pagar la matrícula, estábamos obligados a pagar los servicios del apartamento para ayudar y también hacer mercado, porque mi mamá encerró toda la comida en una despensa bajo llave. Estaba en el peor de todos los mundos posibles.
Ese día estuve caminando sin rumbo hasta mediodía, cuando regresé al apartamento y le dije a Gitty que me acompañara a la calle, para ese momento mi madre no estaba y no tuve que dar explicaciones. Le conté a mi señora esposa lo que había pasado y la situación en la que estábamos, sin dinero ni empleo y con deudas, estaba completamente desorientado.
Al menos ella me ayudó a poner orden en las cosas, habíamos recibido un regalo tardío, un cheque de 1.500 bolívares que serviría para pagar su inscripción en la universidad, luego pediría una beca por el resto del año lectivo y era muy posible que se la dieran porque había sido muy buena estudiante a lo largo de la carrera y este era el último año (se la dieron), la segunda prioridad sería buscar empleo, como ambos íbamos a estudiar de noche, pues sería cuestión de ponernos los dos en eso, comprar el periódico diariamente y buscar de lo que fuera, y en cuanto a mi mamá, pues se le diría en un par de días para que así nos permitiera ese tiempo organizar nuestras ideas y actividades sin tener que soportar sus regaños.
Gitty tenía una mentalidad práctica muy superior a la mía y era capaz de darle estructura a cualquier situación, sin contar su gran capacidad organizativa, era una mujer de muchos talentos, difícil de derrumbar, aun bajo una elevada presión.
De una forma u otra teníamos que salir del hueco, de una forma u otra logramos esquivar lo peor de la tormenta, pero pagamos un precio muy elevado por esa salida.
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