El miércoles 16 de diciembre estaba supuesto a ser un día como cualquier otro, ella se fue temprano, a las ocho de la mañana, y no regresaría sino hasta las seis de la tarde, mientras que yo me iría a la una y media de la tarde y volvería al hogar a las 9:30 de la noche.
Así no terminaría ese miércoles.
Como a las seis y media de la tarde mi mamá me llama al trabajo y me dice:
- Gitty me llamó de casa de un vecino, les robaron el apartamento.
- ¿Qué? Voy para allá.
Le dije a la gente del trabajo que me iba, nos habían robado, luego daría detalles; me fui literalmente corriendo y cuando llego me encuentro la reja y la puerta del apartamento demontadas y en el pasillo. Al entrar veo todo en desorden y a la pobre Gitty sentada en el sofá, corrí a abrazarla y me dijo llorando y en estado de shock:
- Ramón, Ramón, nos robaron todo, se lo llevaron todo, nos dejaron en la calle, y ni siquiera podemos cerrar la puerta.
- Tranquila, vamos a organizarnos y recuperaremos lo que perdimos, ahora lo importante es poner la denuncia a la policía y ver como podemos medio asegurar esto para la noche.
Mi ex cuñada, Marlene, conservaba contactos de cuando trabajaba en la PTJ, les habló y así fue al apartamento una comisión de la comisaria de El Paraíso para recoger la denuncia y levantar el expediente. Luego de irse la policía pudimos hacer una chapuza con la reja y la puerta para poder tener un poco de privacidad esa noche y al día siguiente pagaríamos una puerta de seguridad para evitar nuevos robos.
Algo que nos hacía gracia años después cuando recordábamos ese percance era lo que el detective jefe de la comisión nos dijo al despedirse:
- Cualquier información que tengan nos llaman.
Como si nosotros fuéramos policías.
Al menos ya estábamos seguros, pero todavía quedaba el problema de recuperar lo que nos habían robado, tarea que nos llevó un año; durante ese tiempo volvimos a usar nuestro viejo y fiel televisorcito blanco y negro, que al menos no se llevaron, y mi mamá nos prestó un radio reproductor para escuchar música cuando quisiéramos. De paso, como ella había vuelto ese año a Fort Lauderdale para otra ronda de entrenamiento, nos había comprado muchas cosas, la mayoría de las cuales también habían sido robadas y serían de mucha mas difícil sustitución.
Luego de este robo quedamos con una serie de traumas de los que no pudimos despojarnos aun viviendo en EEUU; por ejemplo, al comprar algo de cierto valor lo llevamos cuando nadie nos vea o lo metemos escondido para que nadie sepa. Las joyas se esconden muy bien, de hecho los ladrones no las encontraron, así que reforzamos esa conducta. Gitty, siempre que cerraba las puertas se aseguraba varias veces que estuviesen realmente cerradas y cuando nos íbamos de vacaciones sacábamos el equipaje en varias tandas o en momentos cuando nadie nos viera.
El fin de año de 1992 nos encontró en mala condición debido a lo que nos había pasado, pero teníamos esperanzas de que el futuro nos deparase algo mejor, al menos éramos jóvenes, saludables y trabajábamos en lo nuestro. Teníamos todo para recuperarnos.
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