Así sea debajo de un puente los recién casados deben vivir solos, ya se las averiguarán de una forma u otra para resolver sus problemas, pero así evitarán la intromisión de terceros en los asuntos de la pareja y la relación crecerá de forma saludable.
Así las cosas, logré empezar a trabajar en una empresa pirata ubicada en el centro de Caracas donde no sabía exactamente que era lo que hacía y cuyos dueños eran locos, un matrimonio en el que la mujer estaba mucho mas demente que el marido; en ese manicomio duré como cinco semanas, pagaba apenas la mitad de lo que ganaba antes, pero al menos me permitió resolver mi matrícula de la universidad y salir del paso respecto a los gastos de casa y mercado.
Para poder sobrevivir mandé a la porra todas las deudas, la de tarjeta de crédito, la del curso de inglés que me hicieron firmar y otras mas que no podía pagar; estaba en situación de supervivencia al 100% y tenía que escoger entre comer o saldar esos monos. Gitty para esos momentos no había podido conseguir empleo, así que tenía que quedarse en el apartamento durante el día mientras mi mamá le hacía la vida imposible de muchas maneras. En esos tiempos buscábamos que hacer los fines de semana porque no podíamos estar sin hacer nada ahí recibiendo directas e indirectas de forma permanente; yo me puse a hacer un curso de auxilios médicos de emergencia y ella se iba a estudiar a casa de compañeras de clase donde la pasaba buscando al final de la tarde, tanto de sábado como domingo, así pudimos llegar a empujones hasta finales de diciembre.
Luego de los orates encontré otro empleo un poco mejor en una institución médica privada, la clínica El Ávila, casualmente el mismo lugar donde nací; trabajaba como auxiliar de contabilidad y empecé en ese cargo el primero de diciembre, ganaba un poco mas que donde los dementes, pero aun era mucho menos de lo que devengaba en Geventec, eso implicaba seguir sin poder cumplir con mis antiguas deudas y sobrevivir a duras penas, pero al menos podía enfrentar los compromisos básicos, y así la pobre Gitty no tenía tanta presión. Ambos nos veíamos en la noche al regresar de la universidad, porque estudiábamos en núcleos diferentes, y era todo un problema para acostarnos porque sabíamos que mi mamá se ponía a escuchar detrás de la puerta del cuarto, así que solamente podíamos dormir, igual estábamos demasiado cansados como para inventar nada.
Por un momento pensé lo peor, pero me di cuenta que estaba respirando normalmente aunque no se movía ni hablaba, estaba como en estado catatónico, pero no se podía saber que tenía; como es natural imaginarse, se acabó el prospecto de celebración mientras buscábamos ayuda, aunque había un problema muy sencillo, en ese momento no existía ningún tipo de auxilio disponible y pasarían horas hasta poder encontrarlo. Nos movilizamos contactando a algunos vecinos, que igual no tenían idea de que hacer hasta que por fin pudimos llamar a los bomberos y confirmar que tenían una ambulancia disponible para así trasladar a mi mamá a un hospital. En estos momentos, debido al mismo estrés que tenía entonces, no puedo recordar con exactitud si los bomberos llegaron al apartamento, pero sí recuerdo que mi madre se recuperó instantáneamente apenas llegó alguien con un tensiómetro y otros instrumentos para la medición de signos vitales, se los midieron todos y los encontraron normales, por lo que no hacía falta un traslado de emergencia, aunque sí le recomendaron contactar un médico lo mas pronto posible para que la revisaran en profundidad. Fue un misterio que jamás se pudo aclarar y así fue como recibimos al año 1990, sin celebración alguna, el año de nuestra dolorosa separación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario