lunes, 31 de octubre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 36: Somos una familia.


Rumbo al décimo aniversario de habernos conocido, estábamos casados, nos habíamos graduado, vivíamos por nuestra cuenta, teníamos un carrito y una hija; podíamos considerarnos una pareja consolidada, y no solo eso, sino una pequeña familia. 

Ahora teníamos nuevas metas, criar a nuestro retoño, comprar una vivienda y luego darle hermanos a nuestra niña. Desafortunadamente, lo último no se pudo dar por un error no forzado de Gitty; poco después del parto le pidió al doctor Millán que le instalara un dispositivo intrauterino que sirviera como medida anticonceptiva hasta que estuviésemos completamente estabilizados económicamente y así proceder a tener mas hijos. Bueno, la cosa no funcionó así y los detalles serán contados mas adelante.

Mi trabajo me hacía viajar constantemente y si bien ganaba mucho menos que mi esposa, entre el sueldo y los viáticos podía tener un ingreso mensual aceptable con el que podía cubrir los gastos del hogar mientras Gitty ahorraba la mayor parte de su salario. En ese año, el Banco Unión (ahora Banesco) lanzó una iniciativa inmobiliaria interesante que era como un sistema de ahorro programado con tasas de interés fijas en el que cada mes se sorteaban ganadores que recibían la cantidad de dinero que habían puesto como meta para comprar una vivienda.

Nos pusimos a investigar el programa y podíamos pagar el monto completo en seis años, que era el periodo máximo que permitía esa iniciativa del banco, y de paso podíamos adelantar cuotas, lo que nos haría tener mas cupones para los sorteos.

El mes de mayo cumplí mi primer año en la empresa y decidí tomar mis vacaciones, no íbamos a viajar a ninguna parte porque Gitty se había reincorporado al SENIAT apenas en abril y yo no tenía mucho dinero disponible; a cambio de eso podría quedarme cuidando a Graciela durante todo un mes y así le aliviaría el trabajo a su mamá. Igualmente siempre podríamos salir los fines de semana a pasear.

Mi rutina vacacional era muy simple, levantarnos temprano en la mañana, hacer el desayuno, desayunar, incluída Graciela, que para aquel tiempo ya comía papillas, sopas, jugos de frutas naturales, gelatinas y su leche materna; despedir a Gitty al irse al trabajo, cocinar, cambiar los pañales de la niña y bañarla. Como ella  dormía entre 10 de la mañana y mediodía junto con otra siesta de 2 a 4 de la tarde tenía tiempo para hacer todas las tareas domésticas y así Gitty al llegar podía descansar.

Ese mes fue que nos metimos en el plan del Banco Unión, el día que programamos la cita para firmar los documentos Gitty me dejó lista la ropa que Graciela iba a llevar y las instrucciones para  ponerle un monito que ella le había comprado hacía pocas semanas; el problema estuvo en que al dármelas me dijo: "la figura va hacia atrás", pero no especificó que figura. Se fue a trabajar y quedamos en vernos en la sede principal del banco a las 11 de la mañana.

Aproximadamente a las 10 arreglé a Graciela y siguiendo las instrucciones le puse el mono con "la figura hacia atrás," a pesar de notar que se le veía un poco extraño y salí con ella cargada para estar a tiempo en el banco; llegamos antes de las 11 y Gitty arribó minutos después, cuando nos vio me dijo:

- Le pusiste el mono al revés.

- Pero ¿no me dijiste que la figura iba hacia atrás?

- Sí, pero era esta figura, te lo dije para que sirviera de guía -mientras me mostraba un bordado chiquitico a un lado del mono.

- Ahora vas a tener que arreglarla, luego que terminemos con la cita.

Llegamos a la oficina a la hora convenida donde nos recibió una funcionaria del banco que nos explicó en detalle de que iba la cosa, firmamos un montón de papeles y recibimos copias de lo firmado junto con otro bojote de documentos que me llevaría al apartamento para guardarlos; antes de irnos tuve que quitarle el mono a Graciela para ponérselo correctamente y así apaciguar la furia de su madre. Todavía este año Gitty me recordaba esa metedura de pata.

Al finalizar las vacaciones, el 14 de junio, cuando me reincorporé al trabajo, tenía programado un cambio de gerente en la sucursal de Cumaná, donde un auditor tenía que levantar el inventario de todos los activos de la oficina y entregarla al nuevo gerente. Sin embargo había un problema: era mi primer cumpleaños como papá y quería celebrarlo con mi hija que tenía seis meses, así que la única solución viable era que los tres viajáramos a Cumaná y así estar juntos el viernes 16.

El jueves 15 nos fuimos en un avión de Maiquetía a Cumaná, vuelo que salió a las 10 de la mañana y arribó a su destino media hora después. Del aeropuerto nos fuimos al hotel Sol y Mar, el que siempre usaba la empresa para hospedar a su personal, dejé a mi familia instalada allí y me fui a la oficina.

Al caer la tarde regresé y salimos a pasear al borde del mar, ya que el hotel estaba ubicado en todo el frente de la playa de San Luis, un lugar bellísimo.

Caminamos gran parte de la playa y pudimos disfrutar de la puesta del sol con Graciela, que así se veía a sus seis meses.

Luego de cenar en un restaurant que estaba a la orilla de la playa, nos fuimos a dormir para celebrar mi cumpleaños la noche siguiente. Yo había viajado antes a Cumaná por lo que sabía que ese hotel en las mañanas tenía una vista espectacular del puerto de la ciudad y quería que Gitty la viera, lo que pudo disfrutar el viernes 16. Al levantarnos a las 7 de la mañana la llevé al baño y abrí la ventana, cuando lo hice, ella se quedó sin habla al ver el mar y el cielo que parecían ser uno solo y sacó los brazos para estar segura que no era una pintura pegada ahí, se volteó y me dijo:

- Viajas a lugares bellísimos, ¿estuviste antes en este hotel?

- Sí, por eso es que pedí que me dieran esta habitación, la vista en las mañanas vale un millón de dólares.

Ese viernes estuve trabajando todo el día mientras Gitty y Graciela salieron a conocer la ciudad, nos encontramos en la oficina y las llevé a almorzar a un restaurant que me recomendó el gerente entrante de la sucursal.

A las seis de la tarde terminé el trabajo y me fui a buscar a mi familia para llevarla al restaurant del hotel Los Bordones donde me habían hecho una reservación; allí celebramos el primer cumpleaños que recibía con nuestra hija, y por fin al día siguiente, sábado, nos fuimos a bañar a la playa.

En la tarde regresamos a Caracas, llegamos al apartamento cansados pero contentos, luego de haber disfrutado esta mini vacación, algo que nos recargó las baterías, porque luego íbamos a tener muchas cosas que hacer, especialmente buscar casa.

domingo, 30 de octubre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 35: Graciela.


 Durante mis viajes de trabajo escuchaba mucha música, especialmente jazz, y esta pieza era una de las que mas me gustaba, por lo que la ponía en el walkman con frecuencia. Fue mi canción favorita del año 1994 y por eso pasé a identificarla con mi hija, así se ha mantenido hasta el día de hoy; el único que sabe esto soy yo y ahora lo sabrá quien lea este capítulo. Por lo demás no deja de ser contradictorio que una canción tan sosegada identifique a alguien con un temperamento tan bullicioso como el de Graciela, son las sinrazones de la razón.

El seis de diciembre fue el día seleccionado por el doctor Millán para el parto, como a Gitty se le hizo la pelvimetría y dio como resultado que uno natural sería muy trabajoso debido a que tenía la pelvis estrecha, se decidió proceder con una cesárea que se ejecutaría ese martes a las ocho de la mañana en el Centro Clínico Rojas Espinal en la urbanización Los Chaguaramos de Caracas (luego se mudaron a la población de Guatire).

Con todo listo, notifiqué la novedad al trabajo y solamente me dieron los tres días de permiso que establecía la ley, aunque como el último era viernes mi jefe dijo que me lo cogiera también, así que en la práctica tuve seis en total contando el fin de semana.

La noche del lunes llevé a mi esposa y mi madre a la clínica aunque antes fuimos a un restaurant italiano en las cercanías, la pizzería Il Fornaretto, para cenar y así Gitty estuviese bien alimentada para la mañana. Como mi mamá era enfermera, pues estaba claro quién debería acompañar a la madre primeriza esa noche.

Sabía que no iba a poder dormir, así que me reuní con unos compañeros de trabajo que me esperaban en una cervecería cercana para un brindis por la salud de la madre y la nueva integrante de la familia. Poco después de medianoche nos despedimos y me fui al apartamento de La Pastora, para salir de allí a las siete de la mañana.

En la clínica no había una sala de espera como tal para los familiares de las parturientas, el único lugar disponible eran las escaleras que llevaban al tercer piso del edificio donde estaban las salas de parto, así que mi mamá y yo nos sentamos allí a esperar las noticias, si bien ella como enfermera podía entrar, el doctor prefirió que no lo hiciera; también, como una interesante coincidencia, su médico ayudante sería uno que había tratado a la familia de mi mujer durante varios años, así que en cierta forma Gitty estaba en manos de médicos conocidos y de confianza.

Luego de esperar poco mas de una hora me llamó una enfermera que abrió la puerta de la zona de maternidad. Cuando bajamos las escaleras, otra enfermera cargaba a nuestra bebé en brazos, todavía cubierta con las sábanas de la sala de partos, dormida y haciendo burbujitas con la boca; eran las 9:05 de la mañana, había nacido apenas 10 minutos antes. Mientras mi mamá le echaba la bendición y rezaba unas oraciones yo estaba petrificado admirándola, no podía creer que habíamos engendrado a ese pequeño ser humano, mientras al mismo tiempo me preguntaba si estaría a la altura del compromiso, tenía 28 años y Gitty 27. ¿Podría ser un buen padre? ¿podría cumplir como cabeza de casa? ¿cómo haría, si los niños no vienen con un manual de instrucciones al nacer? ¿que nuevos errores íbamos a perpetrar mientras buscábamos no repetir los que nuestros padres cometieron con nosotros?


Demasiadas preguntas sin respuestas, lo importante era que teníamos que echar para adelante con una hija a la que debíamos criar, dar techo, ropa, comida y educación; lo bueno fue que en cierta forma Graciela cumplió con el refrán de que todo niño viene con una arepa bajo el brazo: la semana anterior a su nacimiento el gobierno decretó que la dirección de rentas del Ministerio de Hacienda se iba a convertir en un instituto autónomo y que su nombre cambiaría a Servicio Nacional Integrado de Administración Tributaria, o por sus siglas: SENIAT. Al mismo tiempo, todo el salario del personal sería ajustado al nivel de nómina de PDVSA, con lo que el sueldo de Gitty se multiplicó por cuatro en el mes de diciembre.

Luego que Gitty se recuperó, la pasaron a la habitación mientras Graciela estaba en el retén. Después, casi a mediodía, llevaron a la niña para que estuviera con su mamá y se iniciara el proceso de amamantamiento, fue cuando nos tomamos nuestra primera foto juntos.


Como es natural imaginarse, luego de todo lo que había pasado Gitty aquella mañana, no se podía esperar que tuviera su mejor semblante, además, estaba empezando a exhibir los síntomas de la depresión posparto, que si bien no fue un caso grave, si le pegó fuerte y su fase aguda le duró varias semanas, aunque pasaría casi un año para que se le fuera del todo. El tiempo de hospitalización luego de la cesárea sería de 72 horas y a continuación se le daría el alta médica, así que iríamos al apartamento de mi mamá el viernes 9 antes de mediodía. 

La última noche la pasé en la clínica para que mamá pudiera descansar y tener todo listo cuando llegáramos los tres, mientras que yo en los días anteriores me dediqué a comprar leche maternizada en caso que fuera requerida y  varias cajas de pañales para tener en reserva.

Graciela desde que nació se reconoció por lo escandalosa. Cuando llegué al centro médico, como a las ocho de la noche, desde la entrada del edificio se escuchaban los berridos y llantos de la niña porque tenía hambre y el tetero no estaba listo, tuve que salir corriendo a buscarlo donde las enfermeras para que así mi hija pudiera tranquilizarse mientras comía. Como cosa rara, porque la gente de antes tenía una forma de pensar extraña, mi mamá le dijo a Gitty que como teníamos una hija, ella debía ser la encargada de cambiarle los pañales, lavarla y asearla, porque un hombre no podía hacer esas cosas a una bebé; no le hicimos caso y con el tiempo me convertí en un experto cambiando pañales y arreglando a nuestra nena.

En lo que sí hicimos caso a mi mamá fue en preparar a Gitty para el parto y que la niña naciera limpia, sin grasa ni sangre ni hinchada. De hecho, nuestro engendro nació con su piel suave y limpia, sin rastros de grasa y en perfectas condiciones; para lograr eso mamá puso a mi mujer a tomar agua de cebada y linaza con papelón en vez de agua, al igual que tomar sopas y consomés para estimular la producción de leche.


Como el nacimiento fue en diciembre, la navidad estaba cerca, y así todo también estaba rodeado del ambiente armónico típico de la época; sin embargo, la abuela prácticamente secuestró a la nieta y Gitty resentía eso, lo que no ayudaba tampoco con su depresión. Como buen padre primerizo, al reiniciar mis labores me quedaba dormido parado por los trasnochos que causaba la recién nacida al tener que comer cada tres horas. Por suerte en menos de dos semanas se adaptó a tomar su última leche a las diez de la noche y luego dormía corrido hasta las siete de la mañana; su dieta al inicio era de leche materna y fórmula maternizada, ambas las tomaba diariamente, mayormente lactaba, pero para dormir se le daba la otra de tal forma que la madre descansara, cosa que necesitaba bastante.

El proceso de recuperación física de Gitty fue relativamente rápido a pesar del fuerte aumento de peso que tuvo durante el embarazo mas la cicatriz de la cesárea, rebajó rápidamente, su cuerpo se normalizó en corto tiempo y al mismo tiempo su cicatrización fue buena; el doctor Millán le hizo una incisión horizontal por debajo de la línea del bikini lo que hizo que no fuera visible la marca, y luego quedó apenas una tenue línea en el lugar.

Para mediados de mes tuvo que ir al acto de juramentación en su trabajo, que era de asistencia obligatoria, y luego el viernes 16 fuimos a la fiesta navideña de la empresa donde se puso un traje rosado que mamá le prestó; un modelo de alta costura de un diseñador de quien no recuerdo el nombre que ella había comprado en una boutique de Curazao hacía varios años, porque al ser un vestido amplio no le causaría ninguna incomodidad. 

Estábamos conscientes que la estancia donde mi madre sería provisional mientras pasaba el proceso de adaptación de nosotros como nuevos padres, por lo que decidimos no polemizar en nada y dejar que la abuela hiciera lo que quisiera con su nieta, después de todo sabíamos que no le iba a causar ningún mal y de esa manera todos disfrutaríamos las navidades.


Luego del año nuevo empezamos a preparar todo para regresar a donde vivíamos, aunque ese proceso nos tardaría casi dos meses. Mientras tanto la niña seguía creciendo y la llevábamos a pasear a todas partes, en uno de esos paseos la llevamos a casa de mi amigo Carlos y él se tomó una foto con ella, lo interesante de la foto fue que se hizo muy popular entre las mujeres del SENIAT gracias a la pinta de mi amigo.


Graciela creció tan rápido, gracias a lo bien alimentada que estaba, que con menos de dos meses se veía mas grande, y su mamá aprovechaba cualquier descuido para tomarle fotos, aun cuando yo estuviera durmiendo.


La fase mas crítica de la depresión posparto se le resolvió a Gitty durante el mes de enero, y creo que la visita a Carlos sirvió de mucho, nos pusimos a hacer una parrilla muy loca, luego estuvimos tomando cerveza y vino, si bien ella no tomó nada y Carlos se bebió lo que le tocaba a Gitty, estábamos con mi mamá y nos pusimos a bailar, incluyendo a la bebé y como Carlos estaba prendido, hizo las mil y una loqueteras que hicieron reír a Gitty hasta que le dolió el estómago, y la risa es un remedio infalible.

También para ese entonces se había resuelto lo del nombre de la niña, porque duró casi tres semanas anónima, ya que en realidad no pensábamos llamarla así, teníamos otras ideas, pero cada vez que alguien nos preguntaba:

- ¿Cómo se llama la niña?

Mi mamá saltaba a responder.

- Todavía no tiene nombre.
  

Bajo esas consideraciones, a finales de diciembre, cuando le dije a Gitty que debíamos resolver el problema porque eso no podía seguir así, ella me dio la idea de llamar a nuestra hija como mi mamá y abuela, Graciela Eloísa. Le dije que estaba bien a cambio de que estuviera 100% de acuerdo, si no, podíamos poner el nombre que ella quisiera; Gitty me dijo que ella había sido la de la idea y que el nombre le gustaba, con lo que terminamos con la polémica y se pudo presentar a Graciela en la jefatura civil de la parroquia Santa Rosalía.

A mediados de enero, Gitty quería volver al apartamento de La Pastora para regresar a nuestra intimidad de pareja pero no había forma de hacerlo. Un sábado le dijo a mi mamá que íbamos a ir a lavar la ropa y la segunda le dijo que no hacía falta, que lo hiciera allí mismo, que usara su lavadora. Recuerdo que mi mujer estaba furiosa ese día y me dijo:

- Es que ya estoy cansada de esta cuarentena, no quiero ir a lavar, ¡QUIERO IR A TIRAR!

- Tranquilízate, ya nos iremos, pero si te pones muy loca la otra se va a poner peor. Además, todavía la cesárea está muy fresca.

- Tú como que tienes un trompo enrollado por ahí porque ni me ves y estás muy tranquilo, cuando hace meses que no me tocas, tú como que tienes otra mujercita por ahí.

- No tengo a nadie, y con tantas cosas que tengo que hacer no voy a tener tiempo para estar buscando mujeres, y además yo no soy ningún galán para que las mujeres me persigan, así que no le pares bolas y vamos a resolver esto.

Al final llegamos a un acuerdo con mi mamá en el que ella se haría cargo de Graciela cuando Gitty empezara a trabajar y en el interín nosotros regresaríamos a La Pastora para ajustarnos a los cambios en nuestras vidas durante el resto del permiso posnatal, y los fines de semana iríamos a su apartamento para que compartiera con la niña. Antes del regreso, como estaba auditando la planta de Vengas en El Tigre, zona oriental de Venezuela, y todos los que estaban haciendo auditorías en esa región se pusieron de acuerdo para ir a la isla de Margarita de compras durante un fin de semana, me empaté con ellos para así buscar vestimenta para nuestra niña.

Ese sábado y domingo le compré un guardarropa completo y también adquirí prendas para su madre, perfumes, ropa interior, vestidos, blusas y pantalones.

En febrero, durante los carnavales, regresamos al apartamento de mi tía y pudimos reiniciar nuestra vida de pareja junto con la de padres de familia, no sin antes ir a un concierto gratis de Rubén Blades en la Plaza Caracas, que nos quedaba a pocas cuadras, y donde llevamos a nuestra bebé en un coche con su primer disfraz de muñeca de trapo.


Empecé el capítulo con mi canción de Graciela y lo cierro con una canción de cuna.





sábado, 29 de octubre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 34: La dulce espera.

 


La doctora George una vez que se logró el embarazo transfirió el cuidado de Gitty al doctor Pedro Millán, esto se debía al hecho de que ella era especialista en fertilidad mientras que el doctor era el obstetra. A partir del 16 de mayo inició el control del embarazo, le ordenó hacer cambios en la dieta y tomar una serie de medicinas y vitaminas para que el embrión se desarrollara de manera saludable.

El 23 de mayo fue el día en que mi mamá secuestró a Gitty para asegurarse que su primer nieto naciera de la mejor forma posible y se ocupó de alimentarla según las directrices ordenadas por el doctor; muchas frutas, vegetales verdes y proteínas. Gitty pesaba 55 kilos (121 libras) al momento de enterarse de su embarazo, para el día del parto la balanza marcó 85 kilos (187 libras), mientras que la masa de la niña era de apenas 3 kilos (6,6 libras), es decir, apenas el 10 por ciento de la diferencia.

Por causa de la preñez, en su trabajo la transfirieron a un puesto de oficina para que no caminara mas, lo que por un lado fue bueno, pero por el otro perdió la flexibilidad de horario que le gustaba, aunque era la única solución práctica, especialmente porque ella pensaba tomar sus permisos pre y posnatal luego del parto y con eso pasar casi cuatro meses con su bebé; si bien seguíamos viviendo en el apartamento de mi tía, Gitty pasaba cada vez mas tiempo en el de mi mamá a medida que la barriga crecía. También me exigía momentos de intimidad, pero como la panza le creció tanto, me daba miedo causarle daño y no podía cumplir con el cometido, simplemente pensaba que era contraproducente y estaba cohibido, lo único que podía hacer era tratarla con mucha ternura y delicadeza mientras mantenía la abstinencia forzada, luego del nacimiento sería otra cosa, o al menos eso era lo que esperaba que pasaría.

Era necesario saber como iba el proceso de gestación y para eso había que hacer ecosonogramas, también servirían para conocer el sexo del bebé; pude estar presente en el primer procedimiento, pero el feto no mostró nada y no se supo que era lo que venía. Para el segundo eco, yo estaba auditando la sucursal de Valera, así que no estuve en el consultorio, y ahora sí se mostró, a mi mamá casi le dio un desmayo cuando se enteró que su primer nieto sería una niña, ella nunca pudo tener una hija y la emoción de saber que tendría una nieta fue inmensa. Por el otro lado, Gitty me llamó a la sucursal para darme la noticia y ni hablar de lo feliz que me sentí al saber que el fruto de nuestro amor iba a ser una niña.

Básicamente Gitty y la bebé se convirtieron en el centro de todo, lo único en lo que se pensaba era en hacerles la vida cómoda y feliz hasta el momento del alumbramiento; la madre primeriza se compró ropa de embarazo y le quedaba muy bien, se veía muy linda con su barriga, con todo y que era realmente enorme. Uno de los conjuntos que tenía para ir a trabajar era de rayas verticales azules y rosadas, yo lo llamaba la carpa de circo en son de chanza y Gitty siempre se reía cuando se miraba en el espejo con él puesto:

- ¡Mira mi carpa de circo!

Tocaba comprar las cunas, una que estaría en casa de mi mamá y la otra que se llevaría a donde vivíamos; para el primer lugar buscaríamos una tradicional mientras que para el segundo usaríamos un corral, que era mas práctico para un lugar pequeño. A la primera tendríamos que ponernos a buscarla en mueblerías mientras que el corral yo lo compraría en Cúcuta, Colombia, ya que iba a auditar la sucursal de San Antonio del Táchira y podía pasar la frontera para hacer compras aprovechando la tasa de cambio favorable al bolívar venezolano.

Recorrimos muchas mueblerías durante varias semanas hasta que encontramos una en Catia donde el encargado casi que nos regaló una cuna de pardillo que estaba relegada en el depósito, lo único que había que hacer era lijarla y barnizarla para que se viera como nueva. Nos la llevamos por una bagatela y le compramos un buen colchón. El fin de semana siguiente me puse a lijar todo el mueble y lo barnicé, así la cuna quedó espectacular.


Cuando me tocó viajar a San Antonio, pensaba que las cosas iban a ser sencillas, pero no fue así, todo se complicó bastante. No había agua en el pueblo, me dio una gripe horrible con problemas gástricos y no pude ir a Cúcuta. Luego, en la segunda semana, ya mejorado, el día que me iba de Caracas, un tipo intentó robarme mientras esperaba un taxi frente al edificio donde vivía mi mamá, en el que Gitty se había quedado conmigo ese fin de semana. Ese intento de robo terminó en un tiroteo y al menos el sujeto no logró su objetivo. A partir de esa semana, el contralor de la empresa me autorizó a salir los domingos al final de la tarde y no los lunes en la madrugada por razones de seguridad.

Finalmente pude pasar a Cúcuta y comprar un corral plegable marca Chicco por un precio irrisorio y así tuvimos lista la cuna alterna para el apartamento de La Pastora.

Luego de San Antonio me enviaron a auditar la sucursal de Punto Fijo y decidí aprovechar esa oportunidad para que Gitty se diera un baño de mar y pasear un poco antes del parto, el principal problema era conseguir un lugar familiar donde hospedarnos  y otros donde comer. Esto era debido a que en esos tiempos en Punto Fijo se estaban ejecutando proyectos de modernización en el Complejo Refinador de Paraguaná, que era el mas grande del mundo, el mas importante de ellos era el PARC o Proyecto de Adecuación de la Refinería Cardón.

Estos trabajos produjeron una población flotante de personal obrero y técnico que se convirtió en un imán de prostitutas y ficheras; el centro de la ciudad estaba minado de bares y puticlubs, era sumamente difícil encontrar un restaurant decente en el que uno pudiera sentarse a comer. Un lunes a mediodía fui a almorzar a un lugar supuestamente familiar y luego de ver la carta y pedir la comida se me sentó una mujer al lado:

- Buenas tardes, ¿me puedo sentar?

- Como no, no hay problema -pero me fijé que había mesas libres, así que no entendí por qué se sentó en la mía.

- ¿Qué hace por aquí? -la mujer era joven, trigueña y no era fea, se veía que tenía buen cuerpo.

- Soy auditor de Vengas.

- ¿Y usted trabaja aquí todo el tiempo?

- No, se me asignó auditar la sucursal que está aquí y luego regreso a las oficinas centrales en Caracas, porque allá es donde vivo.

- O sea, usted no vive aquí.

- No, claro que no, me hospedo en un hotel mientras trabajo.

- ¿Y no quiere guerra?

- ¿Con quién hay que pelear?

- Conmigo.

- Ya va, ya va, como que no entiendo ¿qué quiere decir con eso?

- Bueno, que podemos pasar un rato chévere juntos.

- ¿Y cómo es eso? -me parecía extraño que yo tuviera una capacidad de seducción tal como para que una mujer quisiera irse a la cama conmigo apenas verme, ni que fuera Brad Pitt.

- Bueno, nos podemos ir a tu cuarto de hotel o pagar otro y así la pasamos bien, solamente tienes que darme un regalo.

- ¿Un regalo? ¿ como qué, un reloj, un radio, un peluche?

- No, claro que no, me das 5.000 bolívares y hacemos lo que tú quieras.

- Bueno, la verdad es que no tengo tanta plata, soy padre de familia y todo mi sueldo se me va en mantener mi casa -ciertamente estaba decepcionado porque pensaba que solamente con mi presencia podía seducir a una mujer.

- Ok, hasta luego.

- Que pase buenas tardes.

Cuando le conté a Gitty lo sucedido, me dijo:

- De ahora en adelante te voy a preguntar si quieres guerra -y se echó a reír a mandíbula batiente.

En todas partes se metían bagres, y eso no me parecía muy adecuado para mi familia. Luego de investigar con la gente de la sucursal pude encontrar un hotel donde el dueño no aceptaba putería y una lista de restaurantes donde podríamos comer sin espectáculos bochornosos o atentados contra "la moral y las buenas costumbres."


A la semana siguiente, en vez de tomar el avión el lunes en la mañana, le dejé el pasaje a Gitty y me fui a Punto Fijo en el carrito a las 5 de la mañana, según mis cálculos arribaría poco antes de mediodía, a la hora en que normalmente llamaba a mi jefe para reportar mi llegada a la sucursal. El plan era que Gitty usaría mi pasaje de avión de ida y vuelta mientras que yo le compraría a mi mamá un pasaje de ida, llegarían directo a Punto Fijo en el vuelo de Avensa (línea aérea que ya no existe) que iba a Curazao y hacía escala en el aeropuerto de Las Piedras el viernes a media mañana, mientras que el regreso sería el domingo en la tarde desde el aeropuerto de Coro; Gitty se iría en el avión y mamá y yo volveríamos a Caracas en el carrito.

Como había hablado con el dueño del hotel, todo estaba listo para cuando ellas llegaran y así podrían entrar directo a mi cuarto que tenía dos camas dobles, así cuando terminé de trabajar el viernes a la una de la tarde pude ir a buscarlas para almorzar. Ese fin de semana paseamos por toda la península y nos bañamos en playa El Pico dos días seguidos aprovechando para comer pescado frito con funche y ensalada de aguacate en el restaurant de la playa.

El domingo a mediodía nos fuimos a Coro para que Gitty cogiera el avión que la regresara a Caracas. Al llegar a la ciudad nos encontramos con una sorpresa: No había energía eléctrica. El apagón era total, para colmo de males la preñadita tenía hambre y no encontrábamos un lugar donde ella pudiera comer, y no solo era que tenía hambre, era que se estaba muriendo de hambre. Por fin conseguimos un local en el que habían preparado algunos platos antes que se fuera la luz y le dieron una ración de espaguetis con salsa ketchup, mayonesa y queso rallado, Gitty tenía tanta hambre que me dijo que fue uno de los platos mas sabrosos que había comido en su vida.

Llegamos al aeropuerto y gracias a mis contactos logré que pasara el tiempo de espera lo mas cómoda posible. Mis contactos eran dos limpiabotas de quienes me había hecho amigo, les conseguí que les instalaran gas en sus casas sin tener que pagar el costo de instalación sino solo el de las bombonas, quedaron muy agradecidos y siempre que iba a coger el avión de regreso a Caracas me ayudaban con todas las diligencias, así que cuando les presenté a mi esposa y mamá se ocuparon que todo estuviera bien para ellas.

Al final, con todo y apagón, el avión llegó y Gitty se pudo ir, mientras que mamá y yo arrancamos para Caracas, nos paramos en Boca de Aroa a comer y llegamos poco después de las 10 de la noche. Dejé a mamá en su apartamento y me fui a La Pastora donde mi señora esposa me estaba esperando. Dos semanas después nos mudamos de un todo, provisionalmente, porque ya se acercaba la fecha en la que Graciela llegaría a este mundo.

viernes, 28 de octubre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 33: La concepción de Graciela, estamos embarazados.

 


El jueves 17 de febrero teníamos clases y lo primero que hice fue buscar a Carlos para explicarle lo que había pasado y disculparme, lo tomó con mucha gracia y me comentó que ni la pasó tan mal, durmió en el pueblo de Yaracal y luego se regresó a Catia La Mar.

En cuanto a nosotros, yo terminaba el contrato con el IVIC el 28 de febrero y Gitty me sugirió que debía buscar un empleo de largo plazo porque si íbamos a tener familia se necesitaban beneficios como seguro de salud, por ejemplo, así que empecé a meter currícula antes de terminar el contrato. El día 26 era oficialmente mi último día en el Centro Tecnológico y me despidieron con un almuerzo y brindis; cuando llego al apartamento al final de la tarde me encuentro conque mi mujer había pintado corazones 💗💗💗💗💗💗 en el calendario desde ese día hasta el 3 de marzo, seis seguidos. cuando vi aquello me sorprendí:

- ¿ Cómo es esa vaina, seis días corridos?

- Sí, ¿por qué? ¿No te gusta o no estás conforme y quieres mas? -me preguntó con las manos puestas en la cintura.

- No es eso, es que me parece que como que es un trote muy fuerte eso de darle seis días seguidos, puede ser agotador y coño, no sé si te puede hacer daño.

- A mí no me va a hacer daño, si lo pongo así es porque lo quiero así, ¿No quedamos de acuerdo con lo del calendario o es que ahora tienes un nuevo mojón metío? Tú siempre tienes el mismo peo, dices una vaina y luego te echas pa'trás.

- No, claro que no, no es eso, lo que digo es que no sé si el ejercicio te puede irritar, porque bueno, eso te puede afectar la salud.

- Nosotros nos hemos metido maratones mas largos y aquí estoy ¿O es que tú tienes una querida en el IVIC y luego no vas a tener energía para ella?

- Coño chica, claro que no tengo ninguna querida, a la única que quiero es a ti, y a mí me dan mucho miedo las enfermedades venéreas. Bueno, vamos a darle, por mí encantado, cualquier cosa tú me dices si estás cansada o algo así. Vamos a arreglarnos para ir a comer donde Fernando antes que se haga tarde.

- Bueno, pero ya sabes, tienes que cumplir con tu deber seis días seguidos. - me dijo mientras agitaba el dedo índice de su mano derecha en dirección a mi cara.

Habíamos quedado en que ese viernes íbamos a ir a una tasca que había comprado Fernando, uno de mis amigos del Fray Luis, para celebrar el final del contrato; desde hacía un par de años éramos habituales del lugar y lo pasábamos de lo mejor, nuestro lugar favorito.

Respecto a lo de los seis días, si bien Gitty no me lo dijo directamente, era para cubrir todas las bases de su ovulación y así asegurarse que se produjera una fecundación exitosa, lo que al final se dio. Según la fecha de nacimiento de Graciela (06-12-94), existe una elevada probabilidad que la concepción se haya producido en uno de los tres primeros días de marzo, aunque el embarazo se vino a confirmar mas de dos meses después.

Me puse a buscar empleo de largo plazo y logré conseguirlo dos meses después, el lunes 2 de mayo de ese año en Industrias Ventane (subsidiaria de ENRON Corp.) como auditor. En aquellos tiempos era una empresa grande y poderosa que pagaba muy bien y tenía presencia en toda Venezuela, aunque hoy en día ninguna de las dos existe.

Mi primer día de trabajo fue mas complicado de lo que esperaba. La semana anterior había fallecido el papá de uno de mis mejores amigos y tuve que ir el sábado en la noche a la población de Caripe del Guácharo en Monagas, a darle el pésame, algo obligatorio cuando se tiene una amistad. Tomé el autobús de regreso a Caracas el domingo en la noche porque tenía que entrar a mi nuevo empleo a las 7:30 de la mañana del lunes, llegué al terminal de pasajeros a las 4:30 AM y entré al apartamento una hora después, con tiempo para bañarme, comer algo y vestirme. La cosa fue tan fuerte, que siendo yo fanático de la Fórmula Uno, me vine a enterar en el trabajo de la muerte de Ayrton Senna.


El domingo siguiente, ocho de mayo, fue el día de las madres, y Gitty lo pasó fatal, absolutamente mal; no se pudo parar de la cama, estaba con náuseas y vómitos, malestar en todo el cuerpo y sin apetito, le preparé un consomé de pollo y se lo dí cucharadita a cucharadita, para que pudiera sostenerlo en el estómago. El lunes amaneció mejor y le dije que eso podía ser un embarazo, que debería ir a un laboratorio y hacerse la prueba para estar segura; ese día llamó al trabajo para darse de baja por enfermedad y fue donde su doctora para que le diera la orden mientras yo estaba en mi nuevo empleo.

El día martes 10 fue al laboratorio en la mañana antes de empezar a trabajar y le dijeron que podría recoger los resultados después de las tres de la tarde, así lo hizo y se fue al apartamento, como no teníamos teléfono, no me llamó, por lo que yo me enteraría de lo que pasó cuando llegara de mi empleo, como a las seis.

Cuando arribé al apartamento, hice todas las actividades de rutina, Gitty me acostumbró, so pena de hacerla montar en cólera, a quitarme la ropa apenas al llegar y bañarme con la misma, porque no me podía sentar en ningún lugar sin antes haberme bañado; al entrar la saludé y besé y procedí a desvestirme para meterme en la ducha, mientras le preguntaba qué había pasado con la prueba de embarazo. Yo estaba en el cuarto y ella en la sala comedor:

- Tienes que venir aquí - y la voz se le notaba tensa y muy seria.

- Ahí voy - me preocupé porque pensé que había algún problema.

Cuando me asomé al comedor vi que tenía un papel en la mano, yo me había quitado la ropa y estaba en calzones, así que le pregunté:

- ¿ Qué pasó, que resultado arrojaron los exámenes?

- Estoy embarazada - me dijo con voz triste.

En ese momento recuerdo que salté encima de ella, la abracé y le empecé a besar todo el rostro, mientras le decía:

- Esa es la mejor noticia que has podido darme, yo lo sabía desde el domingo, eso solo podía ser un embarazo, no tienes por qué estar triste, todo va a salir muy bien y vamos a tener un hijo, lo que tanto quisiste se hizo realidad. Me has hecho el hombre mas feliz del mundo, tenemos que estar felices, es una bendición que hemos recibido.

Como cosa extraña, ese mini discurso lo recuerdo de memoria, estaba tan contento que se me grabó en el cerebro y nunca lo olvidé.

- ¿ Y si pasa lo mismo que me pasó en el 87?

- No te va a pasar lo mismo, ahora estás bajo control y se va a hacer seguimiento, vas a estar bien y vamos a ser una familia completa, vas a ver.

- Pero tengo miedo que algo salga mal.

- Nada va a salir mal, ahora lo que tienes que hacer es programar una cita con tu doctora para que empiece el control del embarazo. 

Le di otro beso y me fui a bañar, luego seguimos conversando con ella mas animada y nos costó coger el sueño por la emoción que teníamos, luego de hablar toda la noche ella se recuperó y cambió el semblante por uno alegre. Al final nos quedamos dormidos abrazados y así nos despertamos en la mañana.

Quedamos en darle las buenas nuevas a nuestras familias el fin de semana. Mi relación con mi madre era como esos bailes en los que se dan pasos para adelante y para atrás y en aquel momento estábamos en el pasito para atrás:

- Mamá, vinimos a decirle que Gitty está embarazada, el martes se confirmó por exámenes de laboratorio, va a tener un nieto.

- Como yo no tengo hijo no puedo tener nieto, así que igual me da.

Con semejante respuesta no tuvimos mas remedio que irnos por donde regresamos como perros regañados, con el rabo entre las patas. El sábado siguiente, mi tía fue al apartamento, que visitaba periódicamente a ver si había algún problema y nos dijo que mi mamá había sacado mi canastilla y estaba tejiendo escarpines y abriguitos para el bebé, además de lavar y acomodar toda la ropita que había usado yo para que se la pusiera mi retoño. Así era mi mamá, dura y áspera por fuera y dulce por dentro luego de mostrar lo fuerte que era.

En cuanto a la familia de Gitty, la cosa fue un poco mas convencional, nos felicitaron, le desearon parabienes, y luego su mamá le dijo en privado que no contara con ella para cuidar al niño, lo que molestó mucho a mi señora esposa y futura madre.

Lo que ahora nos tocaba era preparar todo para el nuevo miembro de la familia. Mi trabajo como auditor me obligaba a viajar por todo el país a las sucursales de la empresa, y en esos tiempos, si bien muchos de los viajes se hacían por avión, otros tenían que efectuarse por vía terrestre y el país estaba empezando a ponerse peligroso. Bajo esas circunstancias, decidí inscribirme en una academia de tiro y comprar un arma de fuego sin decirle nada a nadie. Me hice socio de la galería Magnum donde conocí al Profesor Arcaya, que fue mi maestro en estos menesteres y compré una Beretta 92FS 9 mm. para proteger a mi familia y a mí mismo, consideraba que como padre y cabeza de casa debía ser un protector. Nadie se enteró de que yo poseía armas sino hasta el año 2000.


El camino del embarazo apenas estaba iniciándose, y debía ser lo mas feliz posible para mi amada Gitty que era la persona a quien había tocado la mayor, mas hermosa y sagrada labor que podía tener un ser humano, crear una nueva vida y llevarla en su seno. Era el inicio de nuestra mayor aventura.

jueves, 27 de octubre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 32: Nuestra segunda vacación al estado Falcón.

 


El viernes 11 de ese año arrancaron los carnavales y como teníamos un carrito, pues decidimos regresar a Coro y Punto Fijo a disfrutar de esas vacaciones. Al final de la tarde metimos nuestras cosas en un par de mochilas, nos montamos en el Fiat y arrancamos; si bien para esos tiempos ya Gitty sabía los rudimentos del manejo, perfirió que fuera yo quien manejara en la ruta. Nuestra primera escala fue en el apartamento playero de un compañero del postgrado de quien nos habíamos hecho amigos y todavía hoy sigue siendo uno de los mas cercanos, Carlos Pericchi.

El nos preguntó si se podía empatar con nosotros y le dijimos que sí, cuando llegamos a su apartamento nos quedamos durmiendo allá y de hecho nos cedió su cuarto y cama y se fue a dormir al sofá, algo muy loco, porque el pobre se iba a levantar bien golpeado; sin embargo, igual se montó en su jeep y nos fuimos a Coro después de mediodía.


Para ese año, si bien los teléfonos celulares estaban en el mercado, todavía eran muy costosos y no se habían masificado, por lo que ninguno de los tres tenía uno y no nos quedaba mas remedio que ir en caravana para no perdernos. Cuando llegamos a la carretera de la costa, mas allá de la refinería de El Palito, nos detuvimos en el sector de Boca de Aroa, también conocido como "la recta de la felicidad,"  lugar lleno de restaurantes a la orilla del mar en los que se podía comer pescado recién sacado del agua. Nos paramos en uno de ellos y los tres nos dimos un banquete de pescado frito regado con cervezas. Luego hicimos una escala en Tucacas para pasear por el pueblo, a todo esto se hizo noche cerrada y Carlos nos dijo que nos llegaramos a Chichiriviche y buscáramos un hotel para descansar; estuvimos de acuerdo y cogimos vía para allá.

Pero, como era la primera vez que nosotros íbamos para ese pueblo, no sabíamos que parte de la ruta pasaba por las lagunas de Cuare, y que tendríamos agua a ambos lados de la carretera. Gitty le tenía fobia a lugares así, y aunado a la oscuridad total del camino, siendo de noche, se asustó, y me dijo que nos devolviéramos, si bien traté de convencerla de seguir porque Carlos iba delante de nosotros y lo íbamos a perder porque no teníamos como hacerle saber, no me quedó otro remedio sino devolverme a la carretera principal. Nos quedamos esperando hasta medianoche en el cruce de la vía a Chichiriviche con la troncal número 3. Como Carlos no regresó, pues seguimos camino a Coro.

Llegamos a la ciudad a las cuatro de la mañana, sin reservaciones, pues todo estaba lleno porque era temporada vacacional. A pesar de todo, tuvimos suerte y conseguimos por carambola una habitación en el hotel Federal. Nos instalamos y caímos noqueados hasta casi las 11 de la mañana del domingo; nuestro itinerario sería muy diferente al de la primera vez que fuimos, si bien el primer lugar que visitamos fue el mismo, la playa de Adícora.

Pero como ahora teníamos carro, pues podíamos detenernos en el camino, e hicimos dos paradas obligatorias, la primera en los Médanos de Coro, una zona desértica con grandes dunas de arena e imán turístico.

Y la segunda en una capilla dedicada a recordar a las personas que murieron en una caminata desde la Península de Paraguaná hacia Coro a principios del siglo XX durante una terrible sequía que golpeó la región, ese santuario se conoce como el de "las ánimas del Guasare."

Luego seguimos camino a Adícora, donde disfrutamos un montón y regresamos a Coro al caer la noche, donde vimos los desfiles de carnaval con las carrozas y sus reinas. El día lunes por fin pudimos conocer la zona colonial de la ciudad, que es patrimonio cultural de la UNESCO; de ahí fuimos a darnos otro chapuzón y al anochecer asistimos a las celebraciones carnestolendas.

El martes en la mañana, salimos temprano a conocer los pueblos paraguaneros e intentamos llegar al punto mas septentrional de la tierra firme venezolana, el Cabo de San Román, pero no pudimos hacerlo porque el último trecho era a través de arena y el carrito no podía pasar por ahí, así que nos quedamos con las ganas.

Ya que estábamos en la península nos fuimos a una playa en las afueras de Punto Fijo, llamada El Pico, donde terminamos la vacación costera.

Esa noche vimos el último desfile de carnaval y regresamos al hotel para coger carretera al día siguiente, miércoles de ceniza. Volvimos a detenernos en Boca de Aroa a comer y brindar por nuestra feliz vacación y llegamos a Caracas. Fue nuestro último viaje como pareja hasta que Graciela llegó a la edad adulta.


miércoles, 26 de octubre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 31: La histerosalpingografía.


 El procedimiento fue pautado para un miércoles de la primera quincena de enero de 1994, por tanto creo que fue el 12 en la mañana. La institución médica donde se efectuaría el examen estaba en la zona de La Candelaria, donde casualmente también nació mi hermano mayor, sospecho que esa clínica no existe en la actualidad porque no la veo en Google Maps.

La histerosalpingografía consistía en introducir un líquido de contraste por el útero hasta las trompas con el fin de tomar radiografías de la zona para determinar si existía algún tipo de obstrucción que impedía la fertilización de los óvulos; como yo no era la paciente, me tuve que quedar sentado en la sala de espera hasta que todo terminara y Gitty saliera de la zona de radiología. Todo duró aproximadamente una hora y media, y por lo que supe, duró demasiado tiempo, ya que el proceso como tal tarda mucho menos.

La tardanza se debió a que el contraste no pasaba hacia ninguna de las dos trompas, según me explicó Gitty después, y el personal médico tuvo que trabajar mas tiempo para completar el procedimiento; al final resultó que de alguna forma ambas estaban obstruidas mas no completamente tapadas, y cuando se forzó el paso del contraste los obstáculos fueron removidos y el líquido circuló sin problemas. Por lo que ella me comentó, entendiendo lo que le dijeron al momento y lo que su doctora le ratificó después en la consulta, muy posiblemente el aborto dejó material orgánico en una trompa y quién sabe cómo, parte de eso llegó a la otra. La obstrucción no era total y así podían pasar los óvulos no fertilizados, pero era una barrera infranqueable para mis espermatozoides, hubiesen tenido que ser alpinistas. 

El examen le resultó muy doloroso debido a la remoción de ese tejido residual, pero al final le explicaron que estaba lista para conseguir el embarazo, cosa que le confirmó su doctora una semana después; sin embargo, sus tejidos internos quedaron un poco estropeados luego del traqueteo del examen y hubo que esperar un tiempo para volver a tener relaciones porque podía resultar doloroso para ella, y tampoco es que estuviéramos desesperados por llenarnos de muchachos, así que podíamos aguantar unas semanas mas.


También Gitty quería comprar un carro y antes de fin de mes logró negociar un Fiat 147 usado que le compró a una muchacha en El Paraíso, había que meterle algo de dinero adicional, pero para lo que ella lo necesitaba estaba bastante bien, y de paso tenía que aprender a manejar, porque si bien tenía licencia de conducir, no sabía como hacerlo, además el carro era sincrónico o de cambios manuales.

Para hacer todo mas complicado, en aquellos días teníamos un pleito porque ambos nos quejábamos de no tener suficiente sexo, lo que resultaba muy cómico. Era una discusión muy suigéneris, algo así como esto:

- Lo que pasa es que tú no me buscas y tengo que estarte pidiendo que me hagas cariño (y lo decía realmente molesta).

- Ni que tú estuvieras perdida para estarte buscando, además, siempre estás cansada y con dolores en todas partes, (aquí le recitaba la introducción de la canción "Piraña" de Héctor Lavoe y Willie Colón, "que es lo que pasa, que piso y no arranca, mujer sin grasa, sin transmisión, sin gasolina, sin aceite y sin motor, estás mas esguañangá, bendito") y no te voy a estar molestando, porque eso hay que hacerlo relajados y cómodos para así disfrutar el momento.

- Pero es que tú nunca me dices nada, y yo siento y padezco, así no se puede, porque tú te echas a dormir y no me haces caso, luego te empiezas a quejar y no haces un carajo, como que pretendes que yo me meta el dedo o me busque a otro que me apague el fuego (y aquí estaba que la cortaban y no le salía sangre, peor luego de recordarle la  canción).

- Bueno, tendremos que buscar un arreglo, porque ambos nos estamos quejando de lo mismo. Viendo el lado positivo, al menos los dos nos tenemos muchas ganas, pero estamos como descuadrados. Si por mí fuera, te comería completica todos los días, con ropa y todo, así me indigeste con todos los trapos que tendría en el estómago, con ese cuerpo de bailarina que tienes quién no va a querer aprovecharlo.

- Es que tú a mi me gustas mucho, pero no nos estamos poniendo de acuerdo, hay que buscar una solución porque yo no puedo seguir así, hasta calambres me dan en la entrepierna, y te veo cuando sales de bañarte y me pongo peor, y tú nada (mientras se me sentaba en las piernas y me daba un beso en la boca).


Al final lo que Gitty hizo fue dibujar corazones en el calendario para que así yo supiera cuando ella estaba dispuesta a hacer cuchi cuchi y alinear nuestros deseos, eso sí, para ese día no había excusa ni actividad adicional alguna, era momento de cumplir con los deberes maritales y cualquier otra cosa era secundaria. Desde entonces ella cogió la costumbre de escribir todo en los calendarios, costumbre que conservó hasta su última semana de vida.

martes, 25 de octubre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 30: Los postgrados.

 Si bien pasamos el final de 1992 en relativamente buenas condiciones, todos los traumas de ese año nos cobraron un fuerte peaje emocional, siendo el peor de todos el robo del apartamento, especialmente para Gitty, que fue quien recibió el impacto de ser la primera persona que llegó al lugar del suceso.

Pero no quedaba otra alternativa sino echar para adelante en 1993 y eso fue lo que hicimos, además ella deseaba formar familia y soñaba con salir embarazada, por lo que iniciamos consultas con médicos para determinar lo que había que hacer, especialmente luego del problema del aborto espontáneo que tuvo seis años antes. El médico de la familia, el Doctor Pedro Millán Estaba, la refirió a una ginecóloga especialista en fertilidad que tenía su consultorio en el centro de la ciudad, mientras que a mí me envió a un urólogo en el hospital de clínicas Caracas; así se iniciaría nuestra andadura para lograr un embarazo exitoso, camino que recorreríamos durante poco mas de un año.

Gitty prosperaba en su trabajo y recibía buenas evaluaciones y bonificaciones por su productividad, especialmente por la cantidad de dinero que había recuperado para la hacienda pública, mientras que yo trabajaba por contratos; luego del banco Caracas pasé a ser auditor del banco Ítalo Venezolano y por último el IVIC (Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas) me ofreció un contrato por un año para organizar toda el área administrativa de su centro tecnológico.

En marzo, Gitty me dijo que la Universidad Santa María, donde ambos nos graduamos, iba a iniciar una ronda de postgrados donde sus egresados podían postularse sin requisitos adicionales, le dije que eso era una muy buena noticia y que teníamos que estar pendientes. Transcurrido un mes lanzaron las convocatorias y ella se inscribió en una especialización en derecho fiscal mientras que yo lo hice en una de economía industrial.

Como cosa divertida, nuestros salones de clase estaban en el mismo piso y no solo eso, sino que además eran contiguos, por lo que mis compañeros me decían que iba a estar vigilado todo el tiempo. El ciclo académico de ambos cursos iba a ser de un año de duración con clases nocturnas de 6 a 10 de la noche de lunes a viernes y se finalizaba con un trabajo o tesis de grado para poder optar al título; así que todas las noches la linda parejita se encontraba en la universidad y ambos nos saludábamos con un beso antes de entrar a clases. Ese postgrado fue mi desquite con respecto a las malas notas del pregrado, como todo era principalmente investigación, pues me lucía sin esfuerzo alguno, era como un buen bateador de grandes ligas.

Como decía Marvin Santiago en Vasos de colores: "lo que vengo es castigando la goma, al son de .380 estoy bateando, quemando liga." 


Gitty estaba contenta al ver lo bien que me iba y a la vez tenía la posibilidad de recordarme mis tareas domésticas, una noche, como iba a salir mas temprano que ella me gritó a voz en cuello en pleno pasillo:

- ¡Como vas a salir primero acuérdate de hacer las arepas cuando llegues al apartamento! 

Ese grito sirvió para que mis compañeros del curso me preguntaran todas las noches:

- ¿Vas a hacer arepas hoy?

También, como en todo ambiente estudiantil, íbamos a fiestas, reuniones y comidas que organizaban los compañeros y profesores. Para nosotros 1993 fue un año de lo mejor, estudiando, trabajando y disfrutando la vida; fue uno de nuestros años favoritos.

Lo interesante era que ambos estábamos en tratamientos de fertilidad y trabajábamos con mucho entusiasmo para lograr un embarazo, hasta con posiciones específicas para asegurar que el esperma no se saliera, pero no había señal alguna de éxito, ante tal situación la doctora George le dijo a Gitty que tendría que hacerse una histerosalpingografía, un examen que serviría para revisar las trompas de Falopio ya que sospechaba que podrían estar obstruidas y eso podía estar bloqueando el paso de los espermatozoides para interceptar al óvulo.

En cuanto a mí, me había hecho tres análisis de esperma durante el año, el primero para determinar como estaba, luego otro para descartar infecciones y el tercero para revisar el conteo luego de iniciado un tratamiento para incrementar el número de espermatozoides. En Venezuela, por lo menos en aquellos tiempos, esos exámenes eran muy complicados, no por los análisis en sí, sino por la dificultad para obtener las muestras; no hace falta entrar en los detalles escabrosos del proceso en sí, pero resulta que entre la toma y su entrega al laboratorio no deben pasar mas de 15 minutos, porque después de ese tiempo los espermatozoides se empiezan a corromper y morir, así que el laboratorio debía tener en custodia el semen en esa ventana de tiempo.

Eso significa que no se puede ir uno muy lejos, pero tampoco tenían lugares privados donde se pudiera encerrar el individuo para hacer su trabajo con tranquilidad, por lo que tenía que ir a un baño, así de sencillo. La única solución que se nos ocurrió fue buscar uno que se pudiera asegurar por dentro en el edificio de la policlínica Leopoldo Aguerrevere, donde estaba el laboratorio que hacía esos análisis, y que no hubiese nadie usándolo al momento. Luego Gitty me hacía un strip tease muy loco para que así lograra estimularme y poder obtener las muestras, inmediatamente ella se vestía corriendo, cogía el frasco y salía disparada al laboratorio para entregarlas mientras yo me aseaba. Esa rutina la tuvimos que hacer TRES VECES en 1993.

Espero que eso haya cambiado y ahora en ese país tengan lugares adecuados donde los pacientes puedan recoger su semen para ser analizado.

Mientras tanto, la histerosalpingografía fue programada para el mes de enero de 1994. Así que pasaríamos otra navidad sin esperanza de embarazo, pero con suerte a lo mejor sería la última.


lunes, 24 de octubre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 29: Nos saquearon.


 Luego del golpe nuestra vida pareció retomar su curso, pero en realidad no fue así. Yo empezaba mi jornada laboral a las dos de la tarde, mientras que Gitty visitaba, notificaba y fiscalizaba contribuyentes tres días a la semana, su carga de trabajo estaba diseñada para ocupar todos los cinco días, pero ella trabajaba tres al límite para así tener mas tiempo libre.

El miércoles 16 de diciembre estaba supuesto a ser un día como cualquier otro, ella se fue temprano, a las ocho de la mañana, y no regresaría sino hasta las seis de la tarde, mientras que yo me iría a la una y media de la tarde y volvería al hogar a las 9:30 de la noche.

Así no terminaría ese miércoles.

Como a las seis y media de la tarde mi mamá me llama al trabajo y me dice:

- Gitty me llamó de casa de un vecino, les robaron el apartamento.

- ¿Qué? Voy para allá.

Le dije a la gente del trabajo que me iba, nos habían robado, luego daría detalles; me fui literalmente corriendo y cuando llego me encuentro la reja y la puerta del apartamento demontadas y en el pasillo. Al entrar veo todo en desorden y a la pobre Gitty sentada en el sofá, corrí a abrazarla y me dijo llorando y en estado de shock:

- Ramón, Ramón, nos robaron todo, se lo llevaron todo, nos dejaron en la calle, y ni siquiera podemos cerrar la puerta.

-  Tranquila, vamos a organizarnos y recuperaremos lo que perdimos, ahora lo importante es poner la denuncia a la policía y ver como podemos medio asegurar esto para la noche. 

Mi ex cuñada, Marlene, conservaba contactos de cuando trabajaba en la PTJ, les habló y así fue al apartamento una comisión de la comisaria de El Paraíso para recoger la denuncia y levantar el expediente. Luego de irse la policía pudimos hacer una chapuza con la reja y la puerta para poder tener un poco de privacidad esa noche y al día siguiente pagaríamos una puerta de seguridad para evitar nuevos robos.

Algo que nos hacía gracia años después cuando recordábamos ese percance era lo que el detective jefe de la comisión nos dijo al despedirse:

- Cualquier información que tengan nos llaman.

Como si nosotros fuéramos policías.


Esa noche no dormimos, porque ella estaba demasiado traumatizada y yo muy tenso como para poder quedarme dormido. Al final, casi al amanecer ella pudo descansar por unas tres o cuatro horas, no mucho porque mi mamá había llamado a la empresa instaladora de puertas y los técnicos llegarían a las 11 de la mañana: estuvieron trabajando todo el día y el sistema estuvo listo a las cinco de la tarde.

Al menos ya estábamos seguros, pero todavía quedaba el problema de recuperar lo que nos habían robado, tarea que nos llevó un año; durante ese tiempo volvimos a usar nuestro viejo y fiel televisorcito blanco y negro, que al menos no se llevaron, y mi mamá nos prestó un radio reproductor para escuchar música cuando quisiéramos. De paso, como ella había vuelto ese año a Fort Lauderdale para otra ronda de entrenamiento, nos había comprado muchas cosas, la mayoría de las cuales también habían sido robadas y serían de mucha mas difícil sustitución.

Luego de este robo quedamos con una serie de traumas de los que no pudimos despojarnos aun viviendo en EEUU; por ejemplo, al comprar algo de cierto valor lo llevamos cuando nadie nos vea o lo metemos escondido para que nadie sepa. Las joyas se esconden muy bien, de hecho los ladrones no las encontraron, así que reforzamos esa conducta. Gitty, siempre que cerraba las puertas se aseguraba varias veces que estuviesen realmente cerradas y cuando nos íbamos de vacaciones sacábamos el equipaje en varias tandas o en momentos cuando nadie nos viera.

El fin de año de 1992 nos encontró en mala condición debido a lo que nos había pasado, pero teníamos esperanzas de que el futuro nos deparase algo mejor, al menos éramos jóvenes, saludables y trabajábamos en lo nuestro. Teníamos todo para recuperarnos.

domingo, 23 de octubre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 28: El golpe del 27-N.

 

Aparentemente los golpes nos perseguían o nosotros los perseguíamos a ellos, luego de vivir en las cercanías de la base aérea de La Carlota, vinimos a mudarnos a la boca del lobo.

El pin rojo muestra la ubicación de nuestra vivienda, en todo el centro de la candela.

Esa mañana nos despertó el ruido de aviones F-16 volando bajo en la ciudad, cuando prendimos el televisor nos encontramos con la sorpresa de los sujetos que aparecen en la primera foto. Los tipos habían ocupado las antenas transmisoras de televisión y tenían el control de lo que podía salir al aire, así que se pusieron a lanzar arengas para activar un alzamiento popular hasta que les tumbaron la señal.

Como éramos jóvenes, 26 y 25 años respectivamente, pues decidimos que al ser un momento histórico era mejor verlo con nuestros propios ojos, especialmente al estar tan cerca del epicentro; una manera loca de pensar, si acaso a eso se le le puede llamar pensar.

Nos fuimos directo a Miraflores para ver la acción de primera mano, después de todo solamente teníamos que caminar menos de cuatro cuadras. Lo que vimos ahí no es para nada lo que se ve en las películas, un grupo de exaltados salió a querer meterse en el palacio de gobierno y lo disolvieron con plomo, de hecho los cuerpos quedaron tirados en el pavimento un buen rato; luego empezaron los bombardeos, como los pilotos se llevaron los aviones sin estar preparados, las bombas no estaban armadas, por lo que no podían explotar, así que buscaban hacer daño por energía cinética o pura fortuna.

Cada vez que uno de estos aviones enfilaba hacia Miraflores, los custodios iniciaban una barrera de fuego directo disparando sus FAL en posiciones escalonadas para intentar dañarlos, cosa difícil porque eran North American Broncos que tenían cabinas blindadas y estaban diseñados para recibir ese tipo de fuego. No sería sino hasta que las fuerzas leales al gobierno pudieron poner aeronaves en el aire que se pudo acabar con esta amenaza.

Estuvimos en la calle viendo todo lo que pasaba como hasta las dos de la tarde, perfumados con gas lacrimógeno y pólvora, pero valió la pena porque encontramos un niño de no mas de 10 años de edad que estaba perdido y no sabía como llegar a su casa. Nos lo llevamos al apartamento, donde Gitty le preparó comida y luego me fui con él, a pie, porque no había transporte público disponible, al apartamento de mi mamá, para así poder llamar a su familia por teléfono para que lo fueran a recoger.


El viaje de regreso lo tuve que hacer casi corriendo, porque iban a implementar toque de queda a partir de las siete de la noche, y logré llegar a nuestro hogar antes de esa hora. Como curiosidad, la banda de rock Guns N' Roses se presentó la noche del 26 en Caracas, así que el día empezó con rock duro y terminó con un golpe.


El día siguiente, que era sábado, tocaba ir a hacer mercado, pero debido a los acontecimientos del viernes iba a ser complicado, por lo que Gitty me mandó a comprar un pollo y algunas otras cosas por los alrededores para así tener comida adicional e ir al mercado la semana siguiente. No estaba muy convencido de que esa fuera una buena idea, pero igual tuve que irme; como no tenía dinero en efectivo estaba obligado a pasar por un ATM, por lo que decidí retirar el dinero de los de la sede central del banco de Venezuela, que muy posiblemente tendrían efectivo disponible. Luego se revelaría que esa fue una de las peores decisiones de mi vida.

Llegué al banco, y si bien la cola de los ATM estaba larga, había bastantes disponibles y se podían hacer retiros; cuando me toca mi turno pasa un helicóptero y todo se volvió un infierno, se armó un tiroteo terrible y todo el mundo salió corriendo, pero yo no podía porque tenía que hacer el retiro. Una vez que tuve el dinero en la mano empecé a pensar como salir de ahí, a pesar que momentos antes el lugar estaba lleno de gente, ahora estaba completamente desierto, mientras la plomazón empeoraba.

Al final pensé que la única salida que tenía era esta ruta:


Estaba oculto detrás de una columna, y me fijé que había por lo menos tres francotiradores en las esquinas diagonales al edificio del banco, lo que se confirmó al pasar varios guardias nacionales por el lugar. Fueron recibidos por los tiradores antes que siquiera tuvieran idea de donde estaban. Uno de los guardias cayó al frente de mí y me di cuenta que si no hacía algo no saldría vivo de ese lugar, ahora era un testigo y estaba en peligro. Recuerdo que empecé a sudar copiosamente y el miedo no me dejaba pensar, lo único que ocupaba mi mente era la certidumbre de que iba a morir en unos pocos instantes. Entonces me resigné y me dije, si voy a morir por lo menos que no vaya a pasar conmigo acorralado como una rata, al menos me merezco el privilegio de morir peleando.

Como pude, logré coger el fusil del guardia muerto y lo revisé, el cargador estaba completo, o sea, que tenía 20 proyectiles disponibles; tenía que correr en zig zag refugiándome en cada portal y si necesitaba disparar tendría que hacerlo en ciclos de tres tiros como cobertura, esto quiere decir que había seis ciclos disponibles con dos proyectiles adicionales; tenía las manos llenas de sudor pero ya no me quedaba mas remedio que actuar.

Salí corriendo del edificio del banco y me detuve al frente, sentí disparos pero no les hice caso, me volteé e hice mis tres disparos para volver a cruzar. Esa rutina se repitió cuatro veces, hasta que logré llegar a la plaza Bolívar, donde los tiradores no tenían ángulo de disparo, cuando volví a revisar al cargador le quedaban cinco proyectiles, me quité la franela que tenía puesta, empapada de sudor y limpié cuidadosamente tanto el cargador como el fusil, los tiré en un contenedor de basura y me fui con todo el cuerpo temblando, ese tipo de temblor solamente lo volví a tener otra vez, cuando las doctoras desahuciaron a Gitty.

Cuando vi mi reloj, luego de pararme en una esquina alejada, me asombré porque desde el momento en que saqué el dinero hasta cuando vi la hora habían transcurrido menos de cinco minutos, mientras yo creía que todo ese horror había durado como media hora. Tuve que sentarme en la acera porque el temblor que tenía en el cuerpo era tan violento que casi no me dejaba caminar.

Al final logré comprar lo que me habían mandado en un abasto cerca del edificio y me aparecí en el apartamento, sucio, sudoroso, hediondo a pólvora y con una expresión indescriptible en el rostro, según me dijo Gitty:

- ¿Qué te pasó, que tienes esa cara?

- Que de vaina no me matan, los golpistas volvieron a atacar y me cogió el fuego cruzado, tuve que luchar para poder salir vivo de esa vaina.

- ¿ Estás herido?

- No que yo sepa, me dispararon pero no me pegaron.

Ahí fue cuando ella se asustó de verdad, me abrazó y empezó a llorar.

- No debí haberte mandado a comprar, debí esperar a mañana, te pudieron haber matado y no habría sabido lo que te pasó hasta quien sabe cuándo.

- Bueno, lo importante es que logré salir con vida.

Sin embargo, en ese momento me flaquearon las piernas y tuve que sentarme en el sofá, fue cuando caí en cuenta de lo cerca que estuvo la parca de recogerme. Luego de tranquilizarme y que Gitty me diera un té de valeriana para ayudarme, me fui a bañar y esa ropa que tenía puesta la boté a la basura, desde los calzones hasta la franela, no quise volver a ponérmela mas nunca, nos acostamos y así estuvimos el resto del día, abrazados en la cama.