Tal conversación, debido a que trataba temas muy íntimos, tenía que ser entre doctora y paciente exclusivamente (excepto por la intérprete), así que Graciela tuvo que esperar a que le dieran ingreso porque ese día no pude ir por razones laborales. Gitty me contó que básicamente la doctora le indicó que podía regresar a su ciclo normal de vida incluyendo sus "deberes de pareja," porque debido a que se le había extirpado todo su sistema reproductivo ya su vagina no podía lubricarse de forma natural y con el tiempo las paredes podían fusionarse. Para eliminar ese potencial riesgo que podría complicar mucho las cosas, pues tenía que mantener esas paredes abiertas, lo que implicaba una manera muy obvia de hacerlo.
En caso de que por cualquier razón yo no pudiera o quisiera cumplir con mis atribuciones o si ella no quería volver a tener relaciones, cosa que le pasa a cierto porcentaje de mujeres a quienes se les hace una histerectomía radical, pues tendría que introducirse periódicamente un aparato que la doctora le dio con la finalidad de mantener la cavidad vaginal abierta. También le dio un frasco de lubricante especial para usarlo con el artilugio o en la oportunidad que se decidiera a tener relaciones.
Al final todo dependía de lo que Gitty quisiera pero estando claro que había que evitar que esas paredes se pegaran.
Luego de finalizadas las quimioterapias le comenté que no me regresaría al cuarto hasta que la doctora le diese luz verde para así no ser un obstáculo en su completa recuperación, a lo que Gitty me dijo:
- Eso no puede ser, que estés tan tranquilo diciéndome eso, tú como que tienes un bochinche con alguna mujer de tu trabajo.
- En mi trabajo todos somos hombres y las pocas mujeres que hay son señoras casadas y respetables, además esto no es Venezuela donde están todos contra todos, aquí hay fronteras de colores muy bien establecidas, así que despreocúpate. Lo que quiero es estar seguro de que todo va a ir bien.
- Bueno, si tú lo dices, pero cuidado con una vaina.
Esa tarde, al yo regresar del curso, la encontré esperándome y me dijo:
- La doctora me dijo hoy que puedo regresar a mis actividades normales.
- Bueno, estamos a mediados de octubre, así que mejor es esperar al año que viene para que vuelvas a trabajar, si eso es lo que quieres.
- No, no te hagas el güevón, aquí no hablo de trabajar, eso no es. Lo que digo es que ya es hora de que vuelvas a dormir conmigo y guardes ese catre.
- Bueno, está bien.
- Y también me dijo que debemos tener sexo para que no se me peguen las paredes de la vagina, me dio una especie de consolador para usarlo si tú no quieres tener nada conmigo. También me dio un lubricante especial para esas cosas porque ya yo no puedo hacerlo por mi cuenta porque me sacaron todo.
- Vaya, ¿y no es muy temprano para esas cosas? No sé, yo creía que el reposo para esas cuestiones era de un año.
- ¡No es temprano nada! ¿O es que tú sabes mas de eso que la doctora?
- No, por eso te digo que no sé, pero como la operación fue tan compleja, creía que eso llevaba mas tiempo.
- Ya han pasado mas de seis meses y me dio la luz verde, así que ella es la que sabe. Coge todos tus macundales y los llevas a la cama y cuando tengas un chance el fin de semana embalas el catre.
- Ok, eso es rápido, lo voy a hacer ahora y así cuando regrese en la madrugada me acuesto otra vez en la cama. Respecto a lo otro ya me dirás cuando quieres que empecemos.
- Claro que te lo voy a decir. No sé si vas a querer algo conmigo con esta enorme raja que tengo en toda la barriga, no sé si te voy a dar asco o grima.
- No te preocupes por eso que para mí siempre has tenido el mismo cuerpo de cuando estuvimos juntos por primera vez. Siempre te he querido sin importar como te veas.
- Yo sé que tú me quieres, lo que no sé es si te voy a ser atractiva.
- Tranquila, eso va a ir bien, no te preocupes. Yo soy como los boy scouts, siempre listo.
Acto contiguo cogí mi ropa de dormir, mi almohada y mi cobija y llevé todo eso a la cama, arreglé mi lado y lo dejé todo listo para cuando regresara a dormir en la madrugada. Fueron seis meses y cuatro días que estuve durmiendo básicamente en el piso, pero valió la pena porque Gitty se había recuperado muy bien de la operación y había vuelto a ser la de siempre, especialmente en lo de estar regañándome.
Acerca del sexo, pues poco a poco fuimos retomándolo con muchas precauciones de mi parte para evitar daños a su cuerpo. Desde entonces, cuando ella veía que yo no estaba pendiente de mis deberes conyugales, sacaba el aparato de la doctora y lo ponía en mi lado de la cama o en mi mesa de noche para que supiera lo que tenía que hacer el fin de semana sin excusas. Luego me preguntaba el sábado a mediodía:
- ¿Hoy vamos a tener "sesos"?
- Pues claro, no faltaba mas.
- Mira que si no tengo que usar lo que me dieron.
- Yo sé, no lo uses, es mejor que sea yo el que ocupe ese lugar.
- Bueno, ya sabes.
Y así fueron las cosas hasta pocas semanas antes de su deceso.
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