Ese viernes 13 de marzo, día de mal agüero en la cultura estadounidense, equivalente al martes 13 de la iberoamericana, fuimos a la clínica Roosevelt. Allí le hicieron a Gitty toda una serie de diferentes exámenes además de un tipo especial de tomografía con un contraste que ilumina las zonas cancerosas. Luego la doctora a cargo nos explicó que todas las pruebas daban resultados no conclusivos.
También fue le primera vez que escuchamos la palabra CÁNCER dentro del abanico de probables patologías, ya que la doctora tenía sospechas a ese respecto debido a lo que se veía en algunos resultados, pero si tal era el caso, no se sabía que tipo de cáncer era. Al final decidió que la única forma de saberlo era a través de una biopsia y para hacer tal cosa habría que extraer una muestra de tejido del lugar que le dolía a Gitty, lo que sería bastante incómodo para ella a pesar de que se aplicaría anestesia local.
Ya, con todo el traqueteo, el dolor iba in crescendo y el efecto de los analgésicos había pasado, así que Gitty estaba pasando bastante trabajo, pero había que seguir adelante; lo único que podía hacer por ella era acompañarla a través de ese vía crucis, mas nada.
Al final la llevaron a una sala de cirugía ambulatoria para tomar la muestra y procedieron a hacer la biopsia, que sería lo que daría los resultados definitivos; pero eso llevaría un tiempo adicional de entre tres y cuatro días. La ventaja es que el análisis de la muestra indicaría si había cáncer o no y en caso de haberlo cuál era.
Luego de finalizada la biopsia la llevaron a recuperación por media hora para que luego se fuera a casa. Con la anestesia local mas unas pastillas de oxicodón que le dieron pudo controlarse un poco el dolor y así logró estar en unas condiciones medianamente aceptables para poder funcionar mínimamente.
Durante la estancia en emergencia el día anterior le habían detectado una infección en el bajo vientre que tenía que ser tratada, por lo que le mandaron antibióticos que tuve que recoger en la farmacia de la clínica mientras le hacían las pruebas a Gitty, junto con un analgésico muy potente, hidromorfina. Al final de la recuperación le dijeron que apenas tuvieran los resultados se los comunicarían junto con los siguientes pasos a seguir para solucionar su problema de salud.
Ese día me di cuenta que muy posiblemente todo iba a ir para largo y que sería muy costoso, así que tendría que prepararme, porque no se podía correr el riesgo de parar un tratamiento por falta de pago, porque si bien mi seguro era muy bueno, en promedio no pagaría mas allá del 85% del total de los gastos médicos y las facturas podrían ser realmente elevadas; así que tendría que sacar varias tarjetas de crédito para poder apalancarme en caso de ser necesario.
Mientras Gitty se recuperaba de la biopsia me ocupé de solicitar cuatro tarjetas usando el teléfono, a sabiendas del impacto que eso tendría en mi reporte de crédito, pero era una situación de supervivencia y no habría otra opción; por suerte me aprobaron las cuatro y pude respirar aliviado porque al menos tendría como pagar los saldos restantes de las facturas mientras al mismo tiempo pensaba en cómo reducir gastos para así disponer de mas dinero libre para pagar las tarjetas, eso se convertiría en una obsesión durante los meses siguientes.
Al salir de la clínica Gitty me dijo que no podía con el dolor y se tomó dos pastillas de hidromorfina que hicieron efecto en el transcurso del viaje. Al llegar al edificio no pude subir al apartamento porque tenía que ir a la clase del día para luego volver al trabajo, por lo que Gitty tuvo que subir sola y ocuparse de sus cosas sin ayuda mientras yo me dedicaba, no a trabajar ni a estar pendiente del curso, sino a defender el seguro médico porque así le decía a ella:
- No voy a los cursos ni a trabajar, voy a defender y mantener el seguro médico, porque si me quedo sin empleo, esa sería una catástrofe de una magnitud inconmensurable.
- Sería una cagástrofe, me respondía Gitty.
Por ahora, otra vez, lo que nos restaba era esperar, en este caso el resultado de la biopsia.
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