Si bien dos semanas parecen mucho tiempo, en realidad no es así cuando se habla de una operación de cirugía mayor. Se necesitan una serie de preparativos a todo nivel, tanto en lo relativo a la paciente como en lo que se refiere a los términos crematísticos, o para ser mas directos: "quién va a pagar toda esta vaina."
El seguro se compromete a pagar hasta cierto punto, pero el hospital necesita saber que todo el costo va a ser cubierto, así que hay que tener un plan financiero. Como dije antes, en estos casos se ofrece al responsable de pagar, que era yo, un plan de pagos mensuales que consiste en un corte de cuenta al último de cada mes donde se detallan todos los costos del servicio médico y los saldos restantes luego de la liquidación del seguro. Ese monto se paga durante los diez primeros días del mes siguiente.
Para poder optar a ese programa necesitaba entregar todos mis documentos bancarios y laborales al departamento de finanzas del sistema hospitalario de la Universidad de Washington cada seis meses, incluyendo una declaración jurada donde me comprometía a pagar todo lo que el seguro no hubiese cancelado. Recuerdo que cuando me reuní con la gente de finanzas luego de la primera consulta con la doctora, Gitty me preguntó:
- ¿Estás seguro? Si pasa algo te pueden embargar, llevarte a juicio y hasta podrías terminar preso.
- No exageres, en el peor de todos los casos posibles podría declararme en bancarrota, pero eso no lo haría nunca porque pondría en riesgo tus tratamientos.
- ¿Y si no puedes pagar?
- Tengo cuatro tarjetas de crédito para apalancarme, y sabiendo administrarme podré salir adelante; lo que me interesa es que no haya el mas mínimo problema con tus procedimientos médicos, porque como canta Yordano en "Perla negra", le toca hablar al billete.
- Estás arriesgándote mucho.
- Es lo que me queda, no podemos darnos el lujo de que se te interrumpan tus procedimientos porque una parte del costo no se ha pagado; y míralo de esta forma, el hospital me va a dar un crédito de hasta 40 días y luego cojo otro de 30, así que vamos a estar bien.
- Dios te oiga y los ángeles digan amén.
- Así será, por tu salud haré todo lo que sea necesario.
En cuanto a los preparativos para la cirugía, tenía que hacerse una serie de exámenes de sangre y orina, al igual que electrocardiogramas y una reunión con el equipo de anestesiólogos quienes le harían ciertas pruebas; además tenía que tomar un montón de medicinas. Pero antes de todo eso tenía que hacerse la colonoscopia.
Ese examen es importante para determinar el estado del colon, y en su caso se hacía imprescindible para descartar lesiones cancerosas en ese órgano, pero la preparación es muy fuerte; si para una persona sana es insoportable, para ella en su estado era insufrible. Tuvo que tomarse un laxante líquido que la puso a ir al baño toda la noche anterior al procedimiento y la pobre prácticamente no durmió; cuando llegó al UWMC para que le hicieran el examen apenas podía tenerse en pie, por suerte todo transcurrió sin novedades y así pudimos regresar rápido al apartamento para que durmiera el resto del día.
Al menos los resultados de la colonoscopia fueron la primera buena noticia que recibimos desde que empezó esta ordalía; no se encontraron huellas de cáncer, solo unos pocos pólipos que fueron extirpados de inmediato para hacerles una biopsia que también determinó que eran benignos.
Al menos Gitty ya no estaba trabajando para cuando se iniciaron los procedimientos porque habría sido mucho peor para ella; el último de marzo fue su último día laborable y recibió algún dinero adicional que depositó en su cuenta bancaria. Para esa noche me dijo:
- Tenemos mas de 10.000 dólares guardados por si acaso.
- Tienes, ese dinero es tuyo, te lo ganaste trabajando.
- Sí, pero eso es para la casa, por si algo me pasa tienes para los gastos.
- No te va a pasar nada, eso servirá, si acaso, como un seguro por si algún día me quedo corto y no puedo pagar algo o para completar el alquiler.
- Por lo mismo te digo, así no tienes que preocuparte por dinero si te llega a hacer falta.
- Ok, dejemos eso como un fondo de reserva.
La semana antes de la operación fue muy movida, y al menos Graciela mantenía el control sobre las medicinas, porque yo estaba completamente sobrepasado por los acontecimientos y Gitty tenía que estar concentrada en su salud.
Así nos llegó el miércoles ocho de abril, la cita en el edificio de cirugía del UWMC era a las 11 de la mañana y la hora estimada de inicio de la operación era la una de la tarde.
Con todas las precauciones y preparativos, era una cirugía mayor y siempre hay un riesgo implícito en tales ocasiones. Ahora todo dependía de la destreza, experiencia y sabiduría de la doctora Swisher; la vida de Gitty estaba literalmente en sus manos.
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