- Mucho gusto, Ramón Nuñez.
- Hola, yo soy Flavio Bastos, ¿tú eres el amigo de Yoto, la rústica?
- Bueno, 😬😬😬😬💀💀💀👀👀👀👀👀.
En ese momento vi por el rabillo del ojo a Gitty que le lanzó una mirada tan asesina que pensé que el pobre Flavio iba a caer muerto delante de mí, y ella le dijo de inmediato:
- Deja la ridiculez y zapatea pa' otro lado.
- Bueno, no te pongas así, era para entrar en confianza con Ramón.
- Deja la cosa que ya vamos a ir al cine antes que se nos haga tarde; dijo mientras me agarraba del brazo izquierdo y me sacaba al pasillo del edificio para ir al ascensor, apenas me dio tiempo para despedirme de quienes estaban en el apartamento.
- Hasta luego, les dije a todos mientras agitaba la mano derecha y Gitty me metía en el ascensor.
Allí le pregunté:
- ¿Y por qué nos fuimos así?
- Porque el Flavio es muy imprudente y boca floja.
- Eso no importa, lo que estaba era echando broma.
- Él es muy entrépito y siempre se mete donde no le llaman, y se pone a inventar cosas.
- Bueno, no le pares.
Para entonces habíamos llegado a planta baja, salimos del ascensor y nos fuimos del edificio.
En realidad el Flavio tenía su razón, cosa que después corroboraría con las hermanas de Gitty. Ella era medio salvaje, y eso quedó demostrado plenamente a medida que nuestra relación se profundizaba; le daba gusto morderme los cachetes porque decía que era muy cachetón, y me los mordía en serio; otras veces mas que abrazarme me hacía una llave tipo lucha libre y ni hablar de todos los sobrenombres que me ponía mientras me daba esos abrazos de oso, porque aunque parezca mentira ella era bastante fuerte y tenía la mano pesada.
Una vez nos estábamos besando y no sé por qué me dio por abrir los ojos en medio del beso y tampoco sé como ella se dio cuenta.
- ¿Y por qué tienes los ojos abiertos? ¿no sabes que uno se besa con los ojos cerrados?
- Bueno, sí, no sé, los abrí sin darme cuenta. Acto seguido ella me mandó un cocotazo que me dolió.
- ¿Y por qué me pegas?
- Para que no estés abriendo los ojos cuando nos besamos.
- Pero bueno chica, que eso me dolió, tú tienes la mano pesada.
- Qué te va a estar doliendo nada, ahora vamos a besarnos otra vez y NO VAS A ABRIR LOS OJOS.
- Ok, está bien, no los voy a abrir, pero nos damos un buen beso.
Desde entonces siempre me aseguré de tener los ojos bien cerrados cada vez que nos besábamos.
Gitty era muy dulce y cariñosa, pero a su estilo, que era bastante particular. Una vez durante nuestro noviazgo se molestó conmigo por alguna tontería y le dije algo así como que yo era un hombre fácil de contentar y complacer porque no tenía grandes exigencias y ella nunca se olvidó de eso. De repente estaba en el cuarto o en la sala leyendo, se aparecía Gitty corriendo y se me tiraba encima a abrazarme mientras me decía en voz alta:
- Aquí está mi hombre fácil, ¿no es verdad que tú eres un hombre fácil?. Mira, yo soy un hombre fácil, a mí se me complace con cualquier cosa, ¡Ay, mi hombre fácil!.
Mientras decía todo eso me besaba y abrazaba, entretanto buscaba recuperar el aliento porque me había sacado el aire o trataba de sobarme en donde me había clavado un codo o una rodilla.
Ella adoraba mis ojos porque decía que tenía unas pestañas muy largas, y muchas veces jugaba conmigo algo que se inventó llamado "trasplante de pestañas", en que ella pegaba sus ojos a los míos y empezábamos a parpadear; casi siempre me estrellaba la cabeza contra la frente y mas de una vez me puso a ver estrellas.
En algunas ocasiones yo le decía:
- Tu amor es un amor salvaje.
- ¿Y eso no te gusta?
- Es como vivir una aventura, lo bueno de eso es que nunca me aburro porque siempre tienes algo nuevo, tu amor es muy emocionante.
- Que bien entonces, yo creía que no te gustaba.
- Es que me acuerdo de Manolito, el amigo de Mafalda, cuando el papá lo consentía que decía que había tenido un round de cariño.
- ¿Entonces tú tienes rounds de cariño conmigo?
- Sí, y son emocionantes, creo que pocos hombres tienen este... privilegio.
- ¿Y te gusta que yo sea así?
- Bueno, sí.
- Menos mal entonces.
Hasta pocos días antes de su partida ella seguía dándome rounds de cariño, cosa que también hacía con Lucy mientras estuvo viva y con Graciela, que se la pasaba huyendo de su presencia o pegaba gritos cuando su mamá la iba a abrazar.
Cuánto no daríamos por volver a tener esos "rounds de cariño" con Gitty.
A partir del próximo capítulo se inicia el via crucis del cáncer, y la crónica de la lucha de Gitty contra ese mal, pelea que no fue fácil pero que sacó lo mejor de ella y nos hizo sentirnos orgullosos de alguien tan valiente e indoblegable.
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