Hay seres llenos de luz y amor que se aparecen en nuestras vidas de forma casi accidental, y muchas veces los dejamos atrás sin darnos cuenta, perdiendo la oportunidad de ser tocados por su perfección. Lucy fue uno de esos seres, y tuvimos la suerte de tenerla por casi 13 años; nos llenó de amor y armonía, creó ella sola un hogar perfecto y nos convirtió en mejores personas sin darnos cuenta.
¿Cómo la encontramos? He contado la historia bastante, pero es la primera vez que la escribo. La noche del 21 de mayo llegué del trabajo y Gitty me dijo que había que hacer mercado al día siguiente, jueves 22; le dije que estaba bien pero que fuéramos al supermercado al final de la tarde, para así descansar durante el día.
Aproximadamente a las seis de la tarde fuimos al supermercado Presidente en la calle ocho e hicimos casi toda la compra, pero faltaban algunas cosas que había que buscar al Publix de la avenida 27 a dos cuadras de Coral Way; así que nos fuimos a ese mercado e hicimos el resto de la compra. Cuando íbamos por la 27 rumbo norte, Gitty me dice que le faltó algo de Presidente cuando ya eran mas de las ocho de la noche, por lo que teníamos que regresar.
En vez de seguir derecho por la 27 norte y doblar a la derecha en la calle ocho, preferí meterme por las calles interiores para no coger semáforos, la ruta sería ir por Coral Way este, doblar a la izquierda en la avenida 19 rumbo norte hasta llegar a la calle ocho, tomar la izquierda y entrar al estacionamiento del supermercado. Cuando íbamos subiendo por la 19, en el cruce con la 16, veo como a tres cuadras mas arriba que un carro blanco se para en una esquina y luego continúa rumbo norte; luego, cuando nos estamos acercando a esa esquina, Gitty me dice:
- Ramón, hay un perrito caminando por la calle.
- ¿Dónde?
- Ahí, al frente, parece que está perdido.
- Ya lo vi, lo puede pisar un carro.
- ¡Párate!
Eso hice y con la misma ella se bajó de la camioneta, se detuvo frente al perrito y le dijo "psst, psst" y el animalito levantó una de sus paticas delanteras como preguntando, ella de inmediato lo agarró por la otra y lo cargó para montarse de regreso en la camioneta, mientras me decía:
- Es una perrita, se ve que está asustadita, y tiene sus paticas hinchadas.
- Bueno, ¿y qué hacemos ahora?
- Vamos al mercado, busco lo que hace falta y nos regresamos a la casa, tú te quedas en la camioneta con la perrita y me das la tarjeta para pagar.
- Ok, está bien.
Llegamos a Presidente, Gitty se bajó a comprar lo faltante y me quedé en la camioneta con la perrita, en ese tiempo llamé a Graciela para decirle que íbamos a llegar con una acompañante. Gitty salió con la compra y nos fuimos; al llegar a la casa Graciela abrió la puerta apenas oyó la camioneta pararse y fue corriendo a ver a quien habíamos traído, la cargó y la metió mientras nosotros nos ocupábamos de las bolsas del mercado.
Le pusimos agua y jamón del que teníamos en la nevera, comió y bebió porque tenía hambre y sed. Luego Gitty improvisó una cama y una cuerda para amarrarla de la pared y que tuviera un lugar donde dormir mientras decidíamos que hacer con ella; le lavamos las patas para que también se refrescaran y la cepillamos para sacarle polvo de la calle, luego durmió un poco y empezó a llorar, le solté la cuerda, se fue derecho al cuarto de Graciela y se acostó al pie de su cama.
Ese viernes la sacamos a que hiciera sus necesidades y vimos que estaba educada para salir a la calle y ocuparse de esos menesteres; lo complicado iba a ser la comida, porque no podíamos darle jamón todo el tiempo, necesitaba una dieta balanceada. Nos pusimos de acuerdo en llevarla el sábado a Humane Society a ver si la dejábamos allá.
Ese sábado nos levantamos temprano y fuimos a North Miami, a la sede de Humane Society de Miami para que le hicieran una revisión médica y le chequearan a ver si tenía un microchip de identificación porque pudo haberse perdido.
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