Al final tuvimos que hacer ajustes a la fecha y terminamos saliendo el 12 de julio para regresar el 19.
Salimos de Miami a las 11 de la mañana y llegamos a la recepción de Disney a las tres de la tarde. Es básicamente una ciudad, completamente organizada, al arribar y ser atendidos tenían todo listo, y mas tiempo duramos en la cola que lo que tardó el registro; así que antes de las cuatro estábamos en nuestra habitación del hotel, nos bañamos y salimos para visitar el primer parque, Magic Kingdom.
En esta vacación no incluimos comidas, así que teníamos que pagarlas a precio de mercado, que es realmente elevado en el lugar; el plan era desayunar en el restaurant del hotel, comer cualquier tontería en los parques a media tarde y cenar fuera de Disney; al menos eso era lo que pensábamos hacer todos los días y decidimos que en la próxima visita incluiríamos las comidas para ganar tiempo y hacer rendir el dinero.
Fueron ocho días y siete noches muy intensos, especialmente por lo largo de las colas para visitar las atracciones en los parques; están diseñados de tal forma que uno no sabe cuán larga es la fila hasta que se está dentro, y aun así no tiene la idea completa. Si bien todo estaba muy bien organizado, siempre pasan cosas; mientras estábamos haciendo la cola de una de las atracciones de Magic Kingdom se fue la luz y tuvimos que salir e irnos a otra para regresar tiempo después.
Pasó de todo durante esos días, Graciela ni pendiente estaba de sus pies y aguantaba las caminatas y plantones sin quejarse en lo mas mínimo. Salíamos del hotel a las 10 de la mañana y regresábamos después de medianoche; por ese lado se nos cayó el plan de comidas porque no teníamos energías para salir a buscar algo abierto en la madrugada, solamente comimos fuera de Disney tres veces, de ahí en resto tuvimos que hacerlo en los parques y el hotel, donde una botella de agua cuesta el doble de su precio en la calle.
Gitty y Graciela disfrutaron la estancia muchísimo, y por momentos parecíamos una familia feliz, aunque en la pareja la procesión andaba por dentro. Sin embargo, se produjo un cambio muy sutil en la conducta de Gitty respecto a mí; cuando pensaba que estaba dormido por las noches, me acariciaba y besaba muy suavemente, para luego apartarse cuando me movía, no hice aspavientos al respecto para evitar que ella se pusiera a la defensiva, aunque sabía que la ausencia de contacto físico entre los dos ya estaba haciendo mella en ella.
Los parques eran muy extensos, lo que se sentía peor bajo el intenso calor y sol floridanos, y el que se lleva las palmas es Epcot, que es un peladero donde no hay nada para refugiarse, a diferencia de los demás, mientras que el mas cómodo es Animal Kingdom porque tiene mucha vegetación, lo que hace que sea muy fresco.
Gitty estaba tan emocionada con el viaje que se fue de tiendas la semana anterior para comprar la ropa que íbamos a usar allá, porque debíamos estrenar todos los días un guardarropa especial; a Graciela le compró un par de sandalias que tenían luces y sucedió algo muy cómico en la visita al salón de Lilo y Stitch, en el que el muñeco de Stitch se divirtió de lo lindo con esas sandalias, como se ve en el video.
Fueron unos días en los que nos olvidamos de todo lo malo y a pesar del calor, las colas y las caminatas nos sirvió de higiene mental luego de tres años muy difíciles, tanto así que Graciela ni se acordaba de como era un hotel y una noche que habló con mi mamá le dijo que en la habitación había jabón y champú, lo que avergonzó muchísimo a Gitty, porque la niña lo dijo con voz estentórea en plena cola del autobús de regreso al hotel. Todavía este año Gitty se lo recordaba a Graciela:
- Todavía me acuerdo de la pena que nos hiciste pasar en Disney cuando te pusiste a gritar en la cola cuando estabas hablando con tu Mamacela (así llamaba Graciela a mi mamá): ¡Aquí nos pusieron jabón y champúúúúú!
Pero no solamente fuimos a Disney, al salir nos dirigimos a Cabo Cañaveral, para conocer las instalaciones de la NASA, ver las plataformas de lanzamiento de cohetes y visitar las placas conmemorativas de los astronautas que perdieron sus vidas cumpliendo con su deber en las misiones Gemini, Columbia y Challenger, tuvimos chance de estar en la conferencia de un astronauta y Graciela le hizo varias preguntas, hasta nos tomamos una foto con él.
Al final, cuando terminó la vacación, que nos montamos en el carro alquilado y cogimos vía Miami, les dije a ambas:
- Bueno, ya se acabó el cuento de la Cenicienta y el carro se va a convertir en una calabaza, las ropas se van a volver andrajos, volverás a parecer una homeless y yo volveré a tener mis franelas llenas de huecos y mis shorts apretados.
Gitty siempre se acordaba de eso también, porque una vez Graciela le dijo que así nos veíamos cuando la íbamos a buscar a la escuela. Regresaríamos a Disney el año siguiente, pero todavía nos tocaba lidiar con Katrina y Wilma.
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