martes, 13 de diciembre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 79: Graciela se lesiona los pies.

 


El año 2005 al menos iba a ser mejor que el 2004 en términos económicos, así que eso era algo suficiente para brindar algo de esperanza. Seguíamos el mismo esquema de planificación presupuestaria familiar que usamos toda la vida; Gitty ahorraba la mayor parte de sus ingresos mientras yo pagaba casi todas las cuentas, también servía como pagadora de última instancia si el dinero no me alcanzaba.

Como había guardado una cantidad apreciable de dinero, Gitty me planteó la posibilidad de irnos a Disneyworld ese año para llevar a Graciela, que ese era su sueño desde que llegamos a Miami. Fue la primera conversación que tuvimos en mucho tiempo que no se desarrolló con insultos, descalificaciones y gritos.

- Tengo algo de dinero ahorrado y estaba pensando que podríamos llevar a Graciela a Disney, ella pensaba que íbamos para allá cuando vinimos y se quedó con la ilusión de ir.

- Bueno, la idea vale la pena, lo que habría que saber es cuánto costaría y por cuantos días estaríamos en los parques, son cuatro y bastante grandes, así que un día no alcanzaría para ver cada uno por completo.

- ¿Cuándo crees que sería la mejor fecha?

- En julio, Graciela y yo estamos de vacaciones y tú ya tendrías mas de un año en tu trabajo, así que puedes pedirlas.

- ¿Y cuánto tiempo estaríamos?

- No menos de una semana, para así poder verlo todo, tendría que alquilar un carro para ir y venir, mas o menos sé la ruta que hay que coger porque cuando manejaba carros de renta fui bastantes veces a Orlando y conozco la vía a Disney.

- ¿Entonces estás de acuerdo?

- Claro, Graciela se lo merece, ha pasado por mucho y se ha ganado su viaje.

- ¿Y cuándo crees que debería hacer las reservaciones?

- Mientras mas temprano mejor, esa es temporada ultra alta y puede ser que el alojamiento vuele, y es mejor hospedarse en un hotel de Disney que buscar alojamiento fuera, sospecho que todo saldría mucho mas caro.

- Entonces voy a empezar a informarme para ver como hago.

- Ok, cualquier cosa me dices.

La idea era irnos a Disney para darle el viaje como regalo a la niña, pero antes de eso, en febrero, sufrió un accidente en la escuela que le afectó los dos pies. Según nos contó, fue durante unos saltos que estaba haciendo en el patio que tuvo una mala caída y le dolieron los pies, ese día la fui a buscar a la salida, me fijé que estaba cojeando y le pregunté que le había pasado. Llegamos al apartamento, se bañó, comió y se acostó un rato. Cuando terminó la siesta, los pies en vez de haber mejorado estaban peor, hinchados y rojos, así que era de sospechar alguna lesión.

Cuando Gitty llegó, que la puse al corriente y vio los pies, se preocupó sobremanera; le dije que tendríamos que llevar a Graciela al hospital el día siguiente temprano en la mañana para que nos refirieran a un traumatólogo a ver que pasaba. Como tenía seguro, que era el Blue Cross/Blue Shield de Florida, tendría que llamar para saber a cuál tendríamos que ir, si al Jackson, el Mercy o el Miami Childrens.

Gitty dijo que no, que como el viejo era médico, lo iba a llamar para que le recomendara un especialista. Al final le buscó a un traumatólogo podiatra, el doctor Alzugaray, que no cobró por la consulta ni los exámenes, es justo decirlo, y nos dio el diagnóstico de osteocondritis en ambos pies causado por un trauma y la única solución era no usarlos al menos por 90 días hasta que los cartílagos se regeneraran en las articulaciones de los tobillos y así los huesos regresaran a su posición normal. Si todo se hacía al pie de la letra no quedarían secuelas del accidente y Graciela volvería a usar sus piernas con normalidad, pero mientras tanto tendría que andar en silla de ruedas e ir cargada a todas partes.

Encontramos la silla en una fundación que las prestaba, ya que no era lógico adquirir una por tan corto tiempo y con las recetas que nos dio el especialista compramos los analgésicos, anti inflamatorios y pomadas para bajar la hinchazón, calmar los dolores y masajear los pies.

Durante esos tres meses, Graciela no los usó para nada, y había que hacerle terapia diaria para que mejoraran con masajes y haciéndole moverlos. Mensualmente debía ir a control para que le hiciesen radiografías y determinar los siguientes pasos a seguir. A finales de mayo las lesiones habían desaparecido, pero el proceso de rehabilitación duraría cinco semanas mas y tenía que ser llevado con cuidado. Alternamos la silla de ruedas y una andadera hasta que ella fue capaz de usar únicamente la última.

La silla volvió a Graciela muy popular en el vecindario y en el sistema de transporte público del condado Miami-Dade, porque los choferes la trataban de lo mejor y siempre la gente se paraba a preguntarnos que le pasaba y ofrecían oraciones y plegarias para su pronta curación. En la escuela, los chamos agarraron la silla como si fuera un carro cuando la ayudaban a empujarla; en cierta forma el tomar la situación sin mucho drama hizo que no quedaran graves secuelas sicológicas en nuestra hija durante esos meses, complementado, desde luego, con el viaje a Disney, que la tenía ilusionada y quería terminar la rehabilitación lo mas rápido posible. De hecho, la última fase la cumplió en los propios parques.

Mientras tanto Gitty se había ocupado de todo lo de Disney, y así hizo reservaciones para los días siete al trece de julio. Nos hospedaríamos en el hotel Pop Century Resort y tendríamos pases ilimitados para todos los parques, todo salió en casi 1.700 dólares pero valió la pena. Yo me haría cargo del alquiler del carro, las comidas y los gastos menores como souvenirs y regalos. Mi mamá se puso de acuerdo con su comadre, Ivonne, que vivía en Miami, para darle 100 dólares a Graciela y  los gastara en lo que mejor le pareciera.

Como la niña logró curarse de los pies y además pasó a quinto grado con buenas notas, pues el viaje a Disney era el regalo perfecto.

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