Nos mudamos al nuevo apartamento dos meses antes que empezara la primera temporada ciclónica del peor par de años en la historia del estado de Florida, cuando fue golpeado numerosas veces por estos fenómenos climáticos y todo se convirtió en un auténtico desastre.
El 13 de agosto de 2004, Charley, el tercer huracán, entró por Punta Gorda en Florida central, fue el inicio de una racha de cuatro ciclones que se abatieron sobre el estado en seis semanas: Charley, Frances, Iván y Jeanne. Esto volvió todo un caos, porque si bien ninguno de ellos afectó directamente a Miami, si lo hicieron de forma indirecta y complicaron tremendamente los primeros días en mi nuevo empleo, el que tenía que conservar al menos durante tres años.
Logré adaptarme al trabajo rápidamente y la rutina me hizo bien, pero el salario era bastante magro. Luego de los descuentos me quedaba un promedio de 1.200 dólares quincenales, que no era como para estar en la miseria pero que tampoco era suficiente como para tener un status de clase media. Con eso y lo que Gitty ganaba podíamos bandearnos, especialmente por el hecho de ser muy austeros, ya que nunca tuvimos vicios ni adicciones, además, una de sus principales virtudes era el ser muy ahorrativa, así que hacía rendir el dinero.
Igualmente, necesitábamos tener ingresos extras y allí entró Norberto el pibe. Lo había conocido en las clínicas de estudios médicos y era uno de los pocos que valían la pena, junto con Edwin el guatemalteco y Armando el escritor cubano. Norberto, que en un principio me llamó la atención porque no tenía acento porteño como la mayoría de sus compatriotas, era ingeniero de sistemas y aspiraba montar un negocio de tecnologías de información, pero necesitaba alguien con certificaciones Microsoft, Cisco y Oracle por lo menos; resulta que yo en Venezuela había sacado esas certificaciones cuando trabajaba en el CONICIT y era coordinador de un programa de becas para financiar ese tipo de educación técnica. Como pude logré conservarlas y eso se lo comenté a él, así que la persona que necesitaba ya estaba presente.
Montamos el negocio, cuya oficina era el apartamento donde vivía Norberto, que no tenía acento porteño porque era de la provincia de Formosa, colindante con Paraguay, así que hablaba casi como un paraguayo. Allí empezamos con cosas sencillas como instalación de antivirus y software diverso, reparación de hardware, periféricos, etc; hasta que por fin nos cayeron contratos grandes de instalación de redes, que era la clave del negocio, contratábamos técnicos instaladores mientras nosotros hacíamos el diseño y construíamos la seguridad. Así pude complementar el ingreso y poner mas plata para el hogar, al menos los tiempos mas duros parecían haber quedado atrás.
Lamentablemente, todavía mi relación con Gitty seguía rota y no había progreso en ella, nos manteníamos juntos principalmente por Graciela pero no teníamos intimidad alguna ni tampoco muestras de cariño mutuo, a veces buscaba acercarme a ella y me rechazaba. Toda nuestra relación era rutinaria y formal, nada amorosa, ciertamente yo resentía tal cosa y ella también, pero sentía rechazo por mí y eso era algo que le salía de lo mas profundo, por lo que no tenía solución, al menos en el corto plazo. Mientras tanto, seguía la nociva influencia del viejo, que generaba mayor ruido y empeoraba las cosas, en cierta medida era como si ella hubiese sido hipnotizada por él, y mientras esa influencia no cesara estaba muy claro que nuestro conflicto no podría finalizar.
No quedaba mas que esperar el año 2005 a ver si lo nuestro revivía.
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