A partir de mayo empezamos a guardar la mayor cantidad de dinero posible, prescindimos de todos los gastos extras, limpiamos las tarjetas de crédito y cambiamos todos nuestros bolívares ahorrados en dólares americanos. También tendríamos que vender los carros y las armas.
A esto había que sumar el que hacer con la casa, se le había metido tanto dinero que iba a ser difícil de vender, y no se podía dejar sola porque corría el riesgo de ser invadida. Había otro problema aun peor, que hacer con Pola, nuestra mascota, a quien no nos podíamos llevar por razones obvias, y todo eso lo teníamos que arreglar en tres meses.
Mientras tanto, adelantamos los apostillados de los títulos profesionales y las notas certificadas, las copias de nuestras partidas de nacimiento, fe de bautismo, actas matrimoniales, tanto civil como eclesiástica y las vacunas de Graciela. Todo ese paquete nos lo enviaría mi mamá apenas estuviéramos instalados.
Lo que iba a representar un fuerte aumento de nuestro capital en dólares sería la venta de los dos carros y las armas, pero eso tendría que hacerse durante la última semana en Venezuela; mientras tanto nos ocupamos de algunos detalles como comprar estuches para guardar nuestros CDs y escoger la ropa que nos íbamos a llevar, al igual que resolver que hacer con las joyas que teníamos. Gitty decidió llevarse todas las suyas mientras que yo pensé que luego podía decirle a mi mamá que me mandara mis dos anillos, de matrimonio y graduación, junto con un broche de oro, esas eran mis únicas prendas. Como ella decía que Graciela iba a tener toda su joyería, pues que lo mío se fuera con todas esas alhajas cuando llegara el momento.
Gitty, en cambio, tenía muchas joyas, anillos, cadenas, zarcillos y pulseras, unas cuantas que eran regalos de familia y un montón que yo le había regalado; le compraba mucho oro porque le lucía mucho y podía servirle de capital en caso de necesidad, y como ella era muy desconfiada, prefería llevarse todo eso de una vez.
Así fue pasando el tiempo y todo iba cogiendo forma. Cuando Graciela terminó su primer grado, recibimos toda la documentación de su escuela y la mandamos a traducir para que estuviese lista en cuanto llegara el momento. Los pasajes estaban comprados con salida el 19 de agosto y regreso el 19 de septiembre, también teníamos las entradas a Disney y el alquiler de una camioneta por una semana en Miami; todo parecía marchar sobre ruedas, pero siempre aparecen los obstáculos.
Una noche a principios de julio, recuerdo que fue cuando los cantantes mexicanos Vicente y Alejandro Fernández se estaban presentando en el Poliedro de Caracas; regresaba del trabajo a mi casa en Cúa, aproximadamente a las 10 de la noche, cuando tuve un "accidente" en la autopista. Ocurrió luego de pararme a echar gasolina en la última estación de servicio que estaba al borde de la vía al abandonar Caracas; salí de allí y cuando aceleré para tomar la primera curva que terminaba en un fuerte ascenso para entrar a la zona montañosa, perdí por completo el control del carro, simplemente se puso a dar vueltas en trompo hasta estrellarse contra la defensa medianera y proyectarse hacia el otro extremo de la vía, donde se detuvo.
Estaba ileso, solamente con un par de golpes en la frente, cuando observo unas sombras que se movían entre los matorrales y que se acercaban a donde yo estaba. Rápidamente me di cuenta que eran delincuentes esperando una víctima que cayera en la trampa y esa noche había sido yo; ese lugar de la autopista no tenía iluminación alguna y aparentemente había pasado por encima de un charco de aceite que ellos habían regado para hacer que algún vehículo perdiera el control para así robar a los tripulantes.
Logré salir del carro, verdaderamente furioso, y sin mediar palabras desenfundé la Beretta y empecé a disparar hacia las sombras. Dos de ellas devolvieron los disparos y les regresé las cortesías, escuché gritos y luego los sujetos salieron corriendo en dirección contraria. Fue mi segundo enfrentamiento a balazos en la autopista, hacía un año que tuve que pararme en las afueras de Maracay y otros tipos intentaron acercarse a donde yo estaba y se produjo un tiroteo que también terminó con gritos y huída.
Vi que el carro había quedado inservible y no me tocó mas que esperar a que con el escándalo se apareciera alguna autoridad competente a ver como se resolvía el asunto. Aproximadamente 15 minutos después se apareció una patrulla de la policía de tránsito, la brigada VIVEX o vigilancia de vías expresas; les expliqué lo que había pasado y me dijeron que había una banda que se dedicaba a eso, pero no habían podido agarrarlos porque los tipos huían hacia uno de los barrios cercanos luego de cometer sus fechorías. Regaban aceite en un canal, normalmente el derecho, y esperaban que algún vehículo perdiera el control al coger la curva, ese modus operandi delictivo había ocasionado heridos y hasta muertos, me dijeron que tuve mucha suerte.
Al final llegó una grúa que se llevó el carro al centro de operaciones de la policía de tránsito, donde también me llevaron para ejecutar los procedimientos legales de estos casos. Mientras conversaba con los policías, les comenté lo de mi viaje y esa noche pude resolver lo de las armas y también cuadré lo del carro con el gruero. No recibiría un dineral, pero al menos no le iba a meter mas plata; al mismo tiempo compensaría la pérdida con lo que iba a ganar por la venta del armamento y las municiones.
Cuando Gitty me vio llegar después de medianoche y le conté lo que había pasado, me dijo:
- No veo la hora de irnos de aquí, te van a matar antes de llegar a los cuarenta, deberíamos irnos mañana mismo, ya no soporto esta angustia todas las noches sin saber si vas a llegar vivo a la casa. Y esos tiroteos, es como si viviéramos en el salvaje oeste, al final vas a terminar matando a alguien o te van a matar a ti y me vas a dejar viuda y a tu hija huérfana. Nos tenemos que ir, ya bastante recompensa será poder dormir tranquila sabiendo que no corres tanto riesgo.
- Bueno, nos quedan menos de cinco semanas.
- Que pasen volando, no aguanto mas.
El jueves 15 de agosto de 2002 fue mi último día de trabajo en el CONICIT, pedí mis vacaciones completas que empezarían el 16 y terminarían el 15 de septiembre. Si algo salía mal podríamos regresarnos antes de esa fecha; Gitty también pidió las suyas para que coincidieran con las mías y así estaríamos cubiertos. A las 4:30 de esa tarde salí de mi oficina a sabiendas que no volvería y sentí algo de tristeza por lo que dejaba atrás, especialmente porque quedaba un buen amigo, Carlos Villegas, excelente persona y amigo, a pesar de haberlo conocido durante dos años y yo ser un hombre de pocas amistades. Son las vueltas de la vida, que no siempre se mueven como uno desea.
Para ese tiempo ya había cerrado los negocios del carro y las armas y convertido ese dinero a dólares americanos. Dos días después, el sábado 17 en la mañana, terminamos la venta del carro de Gitty y cambiamos lo recibido de inmediato. Cuando hicimos la cuenta final, nos llevaríamos casi 16.000 US$ para iniciar nuestra vida en EEUU, ese capital debería durarnos en el mejor de los casos nueve meses, en el peor, menos de seis.
Todo estaba listo, una pareja amiga viviría en nuestra casa y cuidaría de Pola mientras se conseguía un comprador, no pagarían nada, solamente los servicios. Mi mamá tenía un buen colchón financiero y no pasaría trabajos, en principio no quedaban cabos sueltos.
Íbamos rumbo a lo desconocido, un verdadero salto al vacío, la prueba mas fuerte de nuestras vidas, algo que casi destruyó nuestro matrimonio y que nos cambió completamente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario