Teníamos una casa propia, completamente pagada. Gitty había logrado tal hazaña a los 31 años y a esa edad tener la fortuna de un techo propio libre de deudas es uno de los mayores logros que cualquier persona pueda conseguir; si bien no tengo fotos de la casa, sí hay un par de videos que tomamos durante una visita de Sigrid, su hermana mayor, con la familia.
Le dije que la única forma de echar para adelante cuando uno emigraba era hacer lo que hizo Hernán Cortés cuando llegó a las costas de México, quemar los navíos para así no poder devolverse; ella me dijo que estaba de acuerdo, que si nos íbamos no sería para regresar tiempo después con el rabo entre las patas, que nos quedábamos de todas todas y sin mirar atrás.
Esa era nuestra voluntad cuando nos fuimos, salir adelante cueste lo que cueste, sin importar lo que dejamos atrás. Aunque al final logramos empinarnos sobre nosotros mismos y sobrepasar todos los obstáculos, fue algo sumamente duro y difícil que tomó casi diez años, que nos dañó tremendamente y dejó cicatrices físicas, mentales y emocionales; y a pesar de nuestra fuerza de voluntad, flaqueamos varias veces ante las formidables montañas que nos encontrábamos una y otra vez. Terminábamos de subir una y la siguiente era aun mas alta.
A veces nos sentíamos como Sísifo, empujando una enorme piedra por una empinada ladera todo el día y luego encontrarnos al día siguiente conque esa piedra estaba en el mismo lugar que la vimos la mañana anterior.
Miami fue la prueba mas dura que enfrentó nuestro matrimonio.
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