Despedimos el 2005 en el Bayfront Park, donde iríamos varias veces mas durante los fines de año subsiguientes e iniciamos el 2006 con una gran noticia, agridulce por lo demás. Luego de casi cuatro años, mi mamá había encontrado un comprador para la casa de Cúa.
No recuerdo el precio en bolívares, pero equivalía para el momento de la venta a casi 40.000 dólares. Sin embargo, debido a un hermético control de cambio existente en Venezuela se hacía sumamente difícil cambiar esos bolívares a dólares y depositarlos en las cuentas bancarias de Gitty, así que para poder tener ese dinero había que recurrir a medios ilícitos en el lado venezolano.
Lo primero que hicimos fue decirle a mi mamá que se quedara con el 15% del valor de la venta y que nos mandara el resto. Por suerte todavía no se había producido un declive pronunciado de sus facultades mentales y pudo hacer las transacciones sin problemas, pero había que depender de cambistas que no necesariamente eran confiables. Mi mamá contactó a un comerciante amigo de muchísimos años, ex esposo de una de sus amigas de la infancia, para que sirviera de intermediario; el procedimiento era así:
Ella le depositaría una suma determinada de bolívares que según la tasa de cambio del mercado negro vigente para el día equivaldría a una cantidad X de dólares americanos, esa cantidad X le sería depositada a Gitty en su cuenta corriente del banco Washington Mutual el día siguiente y así se continuaría hasta transferir todo el dinero pendiente, que estimábamos terminaría siendo entre 30 y 34.000 dólares en total.
Teóricamente así debían funcionar las cosas, pero en la práctica se manejaron de forma diferente. Debido a la cantidad de plata involucrada, no se podía hacer todo en un solo depósito, así que habría que fraccionarlos para no levantar sospechas; luego de sacar muchas cuentas se estableció que se buscaría depositar el equivalente a 7.000 dólares en bolívares hasta que se completara la suma esperada. También se negoció que habría que esperar tres días entre la transacción en bolívares y la de dólares para que se completara el proceso de hacer efectivo el cheque depositado en la cuenta del comerciante.
La primera de lo que se estimaba iban a ser cinco operaciones se desarrolló sin ningún problema, mi mamá la hizo el día lunes y para el viernes Gitty tenía los dólares abonados a su cuenta. Para el segundo depósito hubo un retraso de casi una semana debido a supuestos problemas bancarios en Venezuela, pero para el momento de la tercera entrega sucedió algo raro; mi mamá fue el día lunes a hacer el depósito, pero luego de hacerse efectivo el cheque no pasó nada. Hay que hacer la salvedad que esas transacciones se hacían mensualmente para que así no se levantaran sospechas en el lado venezolano. La primera fue en mayo, la segunda en junio y la que presentó el problema fue la de julio.
Luego de que se hiciera efectivo el cheque pasaron dos semanas y no aparecían los dólares, así que había que preguntar, pero a mi mamá le daba pena hacerlo porque el señor se podía molestar debido al reclamo. Gitty, que no tenía pelos en la lengua, le dijo que no había problema, que le diera el número telefónico de su amigo y que ella le preguntaría directamente, ya que después de todo ese era su dinero; mi madre al final cedió a la exigencia de Gitty y le dio el número.
Cuando pudo comunicarse le preguntó que había pasado con los dólares y el hombre le vino con un número raro sobre Panamá y las islas Vírgenes y que no había podido completar la transacción y que había que esperar y que si patatín y que si patatán. Es de hacer notar que este señor no estaba haciendo ningún favor, porque cobraba comisión por cada transacción que hacía, tanto en bolívares como en dólares. Lo cierto del caso fue que el supuesto dinero que Gitty debía recibir, que era suyo por ser fruto de la venta de SU CASA que ella había comprado con tanto esfuerzo, se evaporó en el aire. La pérdida equivalió, según el mercado cambiario de entonces, a cerca de 6.500 dólares, 6.500 dólares que este señor se embolsilló.
En el consulado de Venezuela había un par de gestores, venezolano/estadounidenses de ascendencia libanesa, que nos habían ayudado en todo lo que era trámite de documentos, por lo que los contactamos para ver si conocían a alguien que nos pudiera auxiliar. Resulta que ellos mismos estaban haciendo ese tipo de transacciones a cambio de una comisión, que resultó ser mas baja que la que le pagábamos al "amigo."
Fueron tres operaciones en total, durante los meses de agosto a octubre, y con ellas completamos el dinero que le correspondía a Gitty por la venta de su casa; el total recibido terminó siendo poco menos de 28.000 dólares. Con esos ahorros, que ella metió en un certificado de depósito en el banco Washington Mutual, tuvo un respiro al saber que tenía estabilidad financiera y por carambola eso descongeló un poco mas nuestra relación, de hecho, el año 2006 reiniciamos los encuentros sexuales, aunque de manera muy esporádica y con resultados mixtos, por decirlo de la forma mas optimista, pero al menos era un principio.
También volvimos a Disney ese año, pero con dos variantes, nuestro plan ahora era full, con comidas incluidas, y el primer día de la vacación no lo pasaríamos en Disney, sino que iríamos al parque de agua Wet n' Wild de Orlando.
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