jueves, 24 de noviembre de 2022

Nuestra historia de amor: Día de acción de gracias.

 

Desde noviembre de 2002 empezamos a celebrar el día de acción de gracias, tradición 100% estadounidense que adoptamos como parte de nuestro proceso de integración. Durante 20 años Gitty fue la jefa del día, quien daba órdenes respecto a todo lo que había que hacer y la que se encargaba de la cocina, excepto cuando me tocaba preparar el pavo.

En algún momento se cansó del pavo horneado y de hecho al último que hizo le aplicó la del cuñado de Rocky Balboa en la película original; allí decidimos que era mejor hacer variantes, como por ejemplo, lasagna de pavo, para no malgastar recursos en algo que ya no quería comer.


 Siempre celebramos el día, que empezaba con el desfile de Macy's en Nueva York; a veces hasta salíamos a ver los desordenes en las tiendas los viernes en la madrugada, y algunos años hasta fuimos de compras para formar parte del desastre del viernes negro.

Ahora ella no está para compartir el día, y no hay palabras para describir mis sentimientos. Hace varios años Gitty y yo discutíamos acerca de lo complicado que era para un venezolano describir lo que pasaba en el país a un estadounidense de izquierda y lo difícil que ellos entendieran tal cosa, aun de alguien que había pasado por la catástrofe chavista. En esa semana, fuimos al Ikea de Renton a buscar unas cosas que necesitábamos y aprovechamos de comer en el restaurant de la tienda; mientras hacíamos la cola, detrás de nosotros estaba una pareja mayor y se pusieron a conversar. El señor tenía una gorra de veterano de la guerra de Vietnam y le pregunté si había estado allá, me contestó afirmativamente, cumplió varios despliegues entre 1967 y 1969.

Entonces le pregunté si alguna vez había hablado de sus experiencias con otras personas y me dijo algo muy interesante:

- No, nunca lo he hecho, nadie puede entender lo que pasé allá a menos que haya estado en una guerra, el horror de esa experiencia solamente lo puede entender el que la ha vivido.


Luego seguimos conversando y me comentó que tenía una empresa de transporte y manejaba su camión por gusto mas que por necesidad, comimos juntos y todo, luego nos despedimos y al llegar a casa le comenté a Gitty que lo que él dijo era cierto, hay experiencias que nadie que no las haya vivido las puede entender.

Así me pasa ahora. Mi experiencia con Gitty fue única, porque nuestra historia lo fue, muy pocas parejas existen como la nuestra, donde ambos miembros se entregaron por completo desde el primer día hasta el último, sin ninguna experiencia previa y sin aventuras amorosas ni queridos o queridas o familias fuera del matrimonio, así que el nivel de devastación que siente el miembro sobreviviente de la pareja es imposible de describir para alguien que no haya vivido algo similar.


Así me siento hoy, el primer día de acción de gracias sin Gitty, un dolor de alma indescriptible e insoportable, un vacío en el espíritu que no se puede llenar.



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