martes, 22 de noviembre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 58: Los preparativos.

 Como he comentado antes, Gitty era bastante celosa, a pesar que yo no perseguía mujeres por razones mas que obvias. Lo único que hacía era salir con los amigos a tomar unos tragos, y ella los conocía a todos. 

En el trabajo, durante mas de un año, la sede del Ministerio de Ciencia y Tecnología estuvo ubicada en las instalaciones del CONICIT, hasta que el gobierno nacional le entregó unos inmuebles para que instalaran sus oficinas. Mientras estuvieron con nosotros, yo trabajaba con el equipo del Dr. Fuentes Niño y todas las noches teníamos reuniones, que básicamente me servían como clases, porque se aprendía mucho del viceministro; entre los asistentes estaba la encargada de prensa del ministerio, que vivía cerca de nosotros, en una urbanización que estaba también en el pueblo de Cúa, como salíamos juntos y yo tenía carro, era muy malo que la dejara a su suerte buscando transporte público para llegar a su casa, así que la llevaba y de paso me servía de compañía para no quedarme dormido durante el viaje.

Llegábamos a su hogar, la dejaba en la puerta y seguía para el mio, sin novedad alguna, porque yo conocía a su esposo y él sabía muy bien que estábamos en la vía, uno debe respetar a las señoras; lo cierto del caso era que al llegar a la casa Gitty lo primero que me preguntaba, y lo pongo de forma literal, era:

- ¿Ya dejaste en su casa a la putica?

- Oye chica, un poco mas de respeto, esa es una señora casada igual que tú, y lo único que hago es darle el empujón, somos vecinos y no tiene sentido dejarla buscando autobús a las ocho o nueve de la noche.

- Y al marido lo llaman el venao.


- Claro que no, es un señor decente y digno de respeto. No sé por qué tú piensas que me voy a estar acostando con mujer ajena. No lo hago con solteras y lo voy a hacer con casadas.

- Porque las mujeres son muy sinvergüenzas y siempre buscan a los hombres casados.

- Es una señora respetable y no me voy a poner en esas cosas, además me hace el favor de mantenerme despierto y alerta en la vía con la conversación. Deja los celos porque lo que somos es compañeros de trabajo.

- Lo que te digo es que tengas las pilas puestas, porque a mí no me vienes con cuentos.

Para rematar, como viajaba dictando conferencias y haciendo presentaciones por todo el país, ella pensaba que yo iba a tener un amor en cada puerto como los marineros, cosa que era falsa, porque nunca tuve la capacidad para manejar herramientas de seducción, y como además tenía una mujer excepcionalmente bella, no tenía sentido buscarle cinco patas al gato.

Al final se le quitaron los celos cuando conoció a la pareja y pasamos un domingo todos juntos comiendo parrilla y conversando, de hecho ambas se hablaban por teléfono cuando cogía la ruta para la casa, fue la mejor forma de terminar con eso.

Para el viaje teníamos que sacar las visas, pagar el pasaje de Gitty, resolver el punto de cuenta con los gastos de hospedaje, viáticos y matrícula y coordinar el cuidado de la niña con mi mamá.

El primer punto lo resolvimos relativamente rápido, nos fuimos a la embajada de EEUU con todos los documentos exigidos, lo fastidioso fue tener que llegar antes de las ocho de la mañana a hacer la cola para las visas, pero todo lo demás fue bastante fácil y rápido; como yo la tuve durante 20 años corridos, ya estaba registrado, así que al presentar los documentos nos dieron luz verde de inmediato y a mediodía ya teníamos nuestros pasaportes visados.

El pasaje de Gitty lo compramos en la misma agencia de viajes que tramitaba todos los del CONICIT (todavía recuerdo su nombre, agencia de viajes Passarini Suárez) y nuestro itinerario sería así: CCS-JFK-BOS / BOS-JFK-CCS por American Airlines. La causa por la que tomamos esa ruta se debió a un razonamiento que tuve porque Gitty no era muy amiga de viajar en avión y tenía miedo que fuese a pasar algo similar al 9/11 en alguno de nuestros vuelos; ese razonamiento era el siguiente: Como Chávez es pana de los tipos de Al Qaida, ellos no le van a echar la vaina de usar aviones con Venezuela como origen o destino, así que lo mejor era tomar el aeroplano que fuese mas lejos y luego en la escala montarnos en uno mas pequeño que no tendría valor alguno para un terrorista.

Ese razonamiento convenció a Gitty y así estuvo tranquila con los pasajes, además, pasaríamos una noche en NY y así podría conocer algo de la ciudad.

Lo del cuidado de Graciela no tuvo problema alguno, mi mamá se iría para Cúa y nosotros le dejaríamos dinero para cubrir todos los gastos necesarios durante esos nueve días que estuviese en la casa, además de comida y libertad para hacer todo lo que quisiera.

Lo mas difícil fue lo del punto de cuenta, tuve que preparar todo y hacer lobby con todos los directivos del CONICIT, consiguiendo sus firmas una a una, aquí se me presentó el obstáculo del Dr. Chirinos, el subdirector, a quien conocía de mis tiempos en el IVIC, que decidió que yo tenía que sacar la cuenta exacta de mis gastos de viaje, ya que él no iba a aprobar el monto estándar de viáticos diarios que era de US$ 200 mas el costo del hotel. Luego de ponerme a sacar cuentas, me quedaron en un promedio de US$ 160 diarios mas la habitación que salía en 110, para un total de US$ 270 por día.

Con tantos tejes y manejes, el cheque con todos mis gastos quedó listo EL TRES DE DICIEMBRE A LAS CUATRO DE LA TARDE, y nuestro vuelo salía el cuatro a las nueve de la mañana. Tuve que salir disparado al banco para cobrar ese cheque, y como era por un monto bien elevado en bolívares, hubo que hacer varias comprobaciones adicionales. Al final recibí el dinero a las cinco de la tarde.

A las ocho de la noche estaba en una casa de cambio, la única que trabajaba a esa hora en toda Caracas, en el Centro Comercial Sambil de Chacao, cambiando todos esos bolívares a dólares americanos.

A las 10 de la noche del 3 de diciembre de 2001 fue que pudimos decir que todo estaba listo. Debíamos levantarnos de la cama a las cuatro de la mañana para estar seguros de llegar al aeropuerto antes de las seis, porque con las nuevas regulaciones post 9/11, para vuelos internacionales había que estar tres horas antes del tiempo de salida programado.

Esa noche Gitty y yo nos quedamos en casa de mi mamá porque llegaríamos al aeropuerto mas rápido desde Caracas que desde Cúa, y Gitty casi no pudo dormir por la emoción y los nervios del viaje. Por primera vez en su vida iba a salir de Venezuela, como ella misma me dijo aquella noche, antes de irnos a dormir:

- ¡Ramón, que emoción!


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