Ese miércoles logramos llegar al salón en la zona del rectorado de la universidad tres minutos antes de que empezara la recepción, por suerte íbamos elegantemente vestidos porque le dije a Gitty que no me creía eso de "ropa casual" y era mejor llevar una vestimenta formal por si acaso, y mi corazonada fue correcta. Todo el mundo estaba vestido como si fuera a una graduación.
La "recepción informal" era un evento donde estaban las planas mayores de la Universidad, la escuela de gobierno JFK y el LASPAU; y eso era de esperarse porque los participantes en el curso eran rectores, vicerectores y decanos de facultad de varias universidades latinoamericanas, además de altos funcionarios de instituciones gubernamentales de desarrollo tecnológico, cuando vimos toda esa gente, Gitty y yo nos pusimos a hablar en voz baja:
- Aquí estoy fuera de lugar, yo soy el mas güevón de la partida.
- Y yo soy la mas güevona porque ando contigo.
- Yo no conocía los currícula de los participantes, porque aquí estoy como en las carreras de caballos, subido de lote.
- Bueno, ya estás montado en el burro y solo te queda arrearlo.
- Sí, no tengo para donde coger, estoy entre gente muy distinguida, así que tengo que actuar como persona bien nacida, que parezca que soy un hijodalgo venido a menos.
- Pues sí, no se nos puede salir la clase, porque tremenda pena vamos a pasar.
Mientras cuchicheábamos entre nosotros me tocó el turno de presentarme, y también presenté a Gitty. Luego hubo algunos discursos, un brindis y algo de conversación; a las nueve de la noche terminó el acto y todo quedó servido para el inicio del curso a la mañana siguiente en uno de los edificios del campus de la escuela de leyes.
Llegamos al hotel, nos bañamos y caímos como dos piedras hasta las siete y media de la mañana. Las clases estaban programadas de la siguiente forma: Dos turnos diarios, de 9 a 12 del mediodía y luego de 1 a 5 de la tarde, así sería por seis días corridos; el domingo en la mañana haríamos una visita al museo del MIT y el miércoles en la tarde sería la entrega de diplomas y certificados, para cerrar el programa con una cena esa noche. La mañana del miércoles sería para exponer los trabajos de investigación al resto de los cursantes.
Las clases eran en inglés con traducción simultánea, pero yo no usé los audífonos porque era bueno escuchando inglés, y tengo un problema con ese tipo de traducción, que al final no entiendo ni lo que dicen en español ni lo que dicen en inglés, así que prefiero escuchar en el idioma original.
Gitty, que a veces me acompañaba, se quedaba extrañada porque veía que anotaba cosas y hacía esquemas, luego me decía:
- Y tú te la pasas diciendo que no eres bueno en inglés.
- Es que no me considero bueno, pero entiendo el idioma.
- Pero veo que escribes y todo, quiere decir que entiendes lo que los profesores dicen.
- Eso sí, y me es mejor así, porque con la traducción simultánea no entiendo un carajo.
El primer día de clases, llegó otra participante del CONICIT, que trabajaba conmigo, una funcionaria llamada Clara Vento, que había sido recién cambiada al Ministerio de Ciencia y Tecnología, y prácticamente la enviaron al curso de un día para otro; lo bueno era que al menos tenía a alguien conocido en el grupo.
Yo salía también a pasear al salir de las clases, después de las cinco de la tarde, y luego nos íbamos a comer a algún lugar, en Boston o Cambridge; algo muy interesante del transporte público allá es que los fines de semana muchas rutas no trabajan, y de eso me enteré el sábado de la peor forma posible, porque al bus no pasó a la hora determinada y luego me enteré que era porque los fines de semana no trabajaba, así que llegamos media hora tarde gracias a la espera inútil que me hizo tener que tomar un taxi.
Ese día en la noche los tres nos fuimos al Chinatown de Boston y comimos en un restaurant chino; pedí un cochino con sal y pimienta que estaba de lo mas sabroso, me lo comí todo y quedé full; las otras dos también quedaron satisfechas con la papa que se metieron, ese restaurant de verdad que era muy bueno.
Al día siguiente salimos a visitar el museo del MIT y sucedió la debacle. La cena de la noche anterior hizo su efecto y se me revolvieron las tripas en plena visita, así que no me quedó mas remedio que sincerarme con Gitty:
- Necesito que me cubras, tengo que buscar un baño, me estoy cagando.
- ¿No puedes aguantar?
- No, no puedo, me voy.
Logré escapar disimuladamente del grupo, usando las últimas energías que me quedaban, y salí corriendo a buscar un baño; lo encontré cuando creía que no podía mas y pude desahogarme. Luego venía el problema de como explicar mi ausencia cuando me preguntaran, porque no podía decir, así como de pasada, "es que tenía que ir a cagar." O sea, eso NO se puede decir, es una vulgaridad; eso se puede decir entre amigos echándose palos y jugando dominó, "oye pana, de vaina llegué." Pero eso no se puede decir así entre personas tan cultas y distinguidas.
Con la mente despejada me puse a pensar y la única idea que se me vino a la mente fue decir que me había perdido en el museo y luego no encontraba por donde salir, era mejor pasar por estúpido y no por vulgar, así que ese fue el cuento que metí para justificar mi ausencia temporal.
El curso terminó sin novedad, expuse mi línea de investigación al igual que todos los demás, recibimos nuestros diplomas y certificados y asistimos a la cena con las autoridades y profesores.
La mañana siguiente, Gitty y yo aprovechamos para hacer un tour por la ciudad antes de irnos, ya que el vuelo de regreso a NY salía a las dos de la tarde.
Este viaje fue mas rápido que el de ida, porque una hora después de llegar al aeropuerto JFK abordaríamos el avión de regreso a Caracas. Al final llegamos a Maiquetía casi a la una de la mañana, y de ahí nos fuimos directo a Cúa para ver a la niña; entramos a la casa a las tres de la mañana, y eso porque no hicimos aduana porque como ambos éramos funcionarios públicos, y Gitty además era fiscal del SENIAT, en cuanto mostramos nuestras credenciales nos dejaron pasar sin abrirnos las maletas.
El viaje no fue de descanso, porque el ritmo que tuvimos fue tan intenso que caímos noqueados al llegar a la casa, saludamos a mi mamá, vimos a Graciela durmiendo, nos bañamos y a dormir. El lunes volveríamos a nuestros trabajos, pero al menos tendríamos el fin de semana para recuperarnos.
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