miércoles, 30 de noviembre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 66: ¿Y para dónde nos vamos?

 Gitty y yo desarrollamos nuestra propia forma de comunicarnos, cosa que supongo ocurre en todas las parejas, especialmente si han durado mucho tiempo juntos. Es toda una serie de gestos, palabras y expresiones faciales que tienen un significado específico para ambos y que cuando se usan no se necesita nada adicional. Por ejemplo, dependiendo del tono de su voz al ella pronunciar mi nombre podía saber si  estaba molesta, contenta o si necesitaba algo. Asimismo, si me decía "haz lo que quieras" era señal que mejor me desaparecía y buscaba resolver el problema como pudiera sin molestarla; ni hablar del típico "si quieres," que significaba que tenía que hacer algo de inmediato y sin protestas.

Estos recuerdos me vienen a la mente porque últimamente he visto casos de hombres que no parecen querer a sus mujeres, que no les hacen caso y les tiene sin cuidado lo que a ellas les pase; como si no hubiesen llegado a crear una verdadera relación con ellas o como si no existiera una pareja real, sino un simple arreglo para tener sexo y mas nada; cuando la mujer ya no puede cumplir con ese papel, chao pescao, me busco otra.

Estos individuos cuando la mujer se enferma la abandonan como si fuera un trasto viejo, se quejan por tener que hacer tareas domésticas como si eso los fuese a incapacitar o robarles fuerza vital; y en otros casos, la mujer apenas acaba de fallecer y el hombre ya tenía otra en el círculo de espera lista para entrar al terreno de juego. No soy un santo, pero eso me parece algo horrible y espantoso. 


Una mujer no se abandona en su momento de mayor necesidad, y ninguna excusa es válida. El deber del esposo es cuidar de ella y hacer todo lo que esté en sus manos para que pueda recuperar su salud o ayudarla a sobrellevar su enfermedad; si está hospitalizada debe acompañarla la mayor cantidad de tiempo posible, estar en sus procedimientos médicos, ayudarla en casa y hasta relevarla en todas las labores domésticas. Un hombre de verdad no deja a su mujer sola, bajo ninguna circunstancia.

Luego de todo lo que pasó en la semana del 7 al 14 de abril nos tocaba investigar y analizar los lugares a donde podríamos ir en el futuro próximo. Descartamos de inmediato Asia, África, Australia, Nueva Zelanda, Canadá y toda Latinoamérica; esto se debió a múltiples razones: Los dos primeros simplemente iban a ser muy complicados, shock cultural, distancias y países pobres y en crisis; Nueva Zelanda, demasiado lejos; Australia y Canadá, procedimientos muy largos y no teníamos tiempo para eso, además de la lejanía en el caso del primer país; Latinoamérica, CRISIS, no hay garantías de estabilidad política y/o económica en el mediano plazo en ninguno de los países de la región.

Esto nos dejaba con los sospechosos habituales, EEUU y Europa. ¿Cuál escoger?

De Europa teníamos un mal precedente, mi cuñado, el hermano menor de Gitty, tuvo una muy mala experiencia cuando vivió un tiempo en los Países Bajos; además, ciertas cosas que en Venezuela uno veía como normales no lo eran tanto en ese continente, y el shock cultural podría ser muy fuerte para los tres al emigrar a un país que no se pareciera en nada al que dejamos atrás; este tipo de shock puede destruir fácilmente una familia y causar graves daños emocionales a sus miembros, así que descartamos Europa porque no íbamos a poder lidiar bien con el cambio cultural y como si esto fuera poco, tampoco teníamos posibilidad de legalizar nuestra situación migratoria en el mediano plazo, porque no éramos descendientes directos de ningún ciudadano europeo, ni padres ni abuelos.

Así que el país que nos quedaba en la lista era EEUU, teníamos la ventaja de las visas para los tres y lo conocíamos, pero como turistas, que no es la misma experiencia que cuando se es migrante. Por otro lado, si bien de los paises desarrollados o "centrales," el mas parecido a Venezuela era EEUU porque buena parte de la modernidad venezolana fue introducida por las transnacionales petroleras estadounidenses y la familia Rockefeller; igual estaba el obstáculo del idioma, así que habría que ir a un lugar donde se hablara bastante español y en el que los cambios de estaciones no fuesen muy bruscos, nos serviría de transición para luego instalarnos en otro punto del país y sumergirnos de un todo en la sociedad estadounidense.

La ciudad estaba clarísima desde un principio, una que nunca me gustó, pero era la única que reunía todas esas características: Miami.

Así que ese sería el lugar, pero ahora venía la otra pregunta: ¿Cómo mantenernos legales? Es cierto que se puede vivir indocumentado en EEUU, por eso es que hay tantos allá, y no solamente latinoamericanos, pero la vida se podría hacer mas difícil, especialmente para una pareja de profesionales jóvenes con una niña pequeña.

Lo que nos restaba era hacer un viaje de prueba para ver el lugar y hablar con abogados de inmigración a ver que se podía sacar en claro para no caer en la ilegalidad.

Así que decidimos que había que hacer un viaje a Miami y Gitty me dijo que fuera yo el que volara para allá e hiciera la investigación necesaria.

En mayo tendría que viajar a esa ciudad, la capital de latinoamérica, para buscar un potencial sendero que nos llevara a vivir en EEUU.



martes, 29 de noviembre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 65: Y volvió, volvió, volvió.

Luego que el hombre presentó su renuncia, todo lo que pudo salir mal salió mal; fue como una comedia de equivocaciones hecha a propósito, donde los que tenían el deber de intentar algún tipo de transición respaldada constitucionalmente se dedicaron a hacer el peor trabajo posible. Las cosas salieron tan mal que se escogió al presidente de Fedecámaras, sin ningún tipo de consulta con el parlamento ni los restantes poderes públicos, para que se autojuramentara como presidente de la república.



El viernes ninguno de nosotros fue a trabajar por razones obvias, así que pudimos ver por televisión todo lo que pasó con el nuevo gobierno que no duraría ni 48 horas.

- Al menos parece que terminó la pesadilla, pero no estoy 100% seguro, no vi a nadie del parlamento y no veo muy clara la ruta constitucional aquí, veremos si logran consolidar el poder.

- ¿No crees que Carmona se estabilice?

- No sé, no lo veo muy firme, no voy a negar que me gusta el decreto ese que se inventaron, pero una cosa es que me guste y otra es que esté respaldado constitucionalmente.

- Entonces los militares tienen la última palabra.

- Así es, si se pliegan a Carmona, tendrá el piso político necesario para salir del chavismo, pero si no lo apoyan este gobierno va a ser nonato.

- ¿Y si eso pasa qué hacemos?

- Huir por la derecha, porque el depuesto va a regresar buscando venganza y se va a atornillar en el poder, no va a cometer el mismo error y se va a blindar.

- Entonces si Carmona no se estabiliza...

- Estamos jodidos.

- Que vaina, solo nos queda esperar que los militares lo apoyen.

- Así es.

El sábado 13 en la mañana, el comandante de la principal unidad del Ejército, el General Raúl Isaías Baduel, empezó a tener dudas acerca de la constitucionalidad de lo ocurrido entre el jueves en la noche y ese día, e indicó que el presidente legítimo seguía siendo el que estaba en ejercicio el jueves en la tarde. Allí se inició el derrumbe del gobierno interino y para la madrugada del domingo ya el presidente depuesto regresaba al palacio de Miraflores, de donde Carmona y su gente hacía rato que habían puesto pies en polvorosa.



El sábado después de mediodía fui a hacer unas diligencias a Charallave y no las hice porque había fuertes disturbios causados por partidarios del presidente depuesto, lo que causó que todos los comercios de la población cerraran sus puertas.

Al día siguiente le dije a Gitty:

- Bueno, esto se lo llevó quien lo trajo.

- ¿Entonces tenemos que irnos?

- Hay que preparar el plan B muy en serio, esto va para una dictadura.

- ¿Tan seguro estás?

- El tipo descubrió a todos sus enemigos en la milicia y los va a descabezar a todos, con la purga va a meter gente adicta a él y eso le va a asegurar el poder per secula seculorum.

- ¿Entonces tú crees que se tiró un autogolpe?

- No sé, a lo mejor fue una situación de riesgo que le salió bien, después de todo puso a Baduel a cargo de la unidad mas importante del Ejército como un seguro de vida, porque ese general supuestamente era el conjurado número cuatro del Samán de Güere.

- Entonces tenía un seguro de vida.

- Claro, su propio plan B, y ahora viene desatado, recuerda los famosos decretos del cuatro de febrero.

- Eso quiere decir que estamos jodidos.

- Mas o menos, pero si no nos movemos rápido nos vamos a joder de verdad.

Por cierto, el general Baduel, que lo ayudó tanto, al final recibió su pago en frutas del mar muerto, porque así paga el diablo a quien bien le sirve. Hace poco murió preso en una de las ergástulas de la dictadura, lugar en el que estuvo durante los últimos 15 años.

El lunes en la mañana regresamos a nuestros trabajos con nuestras caras de póquer muy bien administradas mientras pensábamos en los próximos pasos a seguir.

Nos llegó la hora de activar el plan B.

lunes, 28 de noviembre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 64: El 11 de abril de 2002.


Este fue el momento que inició el hundimiento de Venezuela, el momento que precipitó los acontecimientos de la semana siguiente y que definió el destino de millones de personas, incluidas muchas que todavía no habían nacido. Esa parte del programa la pude escuchar en vivo porque Gitty estaba planchando ropa en la cocina y lo tenía puesto en la radio. Después que el sujeto terminó con su pito le dije a Gitty:

- Creo que vamos a tener que activar el plan B, esta vaina se va a ir al diablo en pocos meses si a este sujeto no lo paran.

- ¿Tú crees?

- Sí, este es el primer paso hacia la dictadura, una vez que se consume la toma de PDVSA van a matar a la gansa que pone los huevos de oro y el país se va a ir al diablo.

- ¿Y qué hacemos entonces?

- Irnos pa'l carajo antes que todo se vuelva mierda, porque se va a volver mierda, y mientras mas tardemos en irnos las cosas se van a poner mas difíciles, así que tendremos que ser proactivos e ir preparando ese plan B.

- ¿Y empezar de cero en otra parte?

- Es lo que nos queda ¿quieres criar a Graciela en dictadura?

- No, ni de vaina, ella tiene que criarse y estudiar en democracia, porque se ve que le gusta la política, y si sigue así, en una dictadura su vida puede correr peligro.

- Ellos siempre se ceban en los jóvenes, así que no podemos pensar en nosotros, tendremos que pensar en nuestra hija.

- No nos queda de otra. Si esto progresa tendremos que tomar decisiones difíciles.

- Así es.

Hago especial hincapié en que en mi opinión personal PDVSA no era perfecta, de hecho a mí me rechazaron tres veces y sin ningún miramiento; era una empresa sumamente elitesca y para ingresar allí en esa época era obligatorio el tener influencias internas, algo muy diferente a lo que ocurrió durante sus primeros años. Por otra parte, para ser una empresa perteneciente al estado, era sumamente eficiente y cumplía con el principal propósito de toda organización de ese tipo, generar valor para su accionista, que era el estado venezolano.

Descabezar una compañía de esa complejidad era dirigirla hacia una catástrofe, como posteriormente se comprobaría, y ese movimiento telúrico ocasionó reacciones tanto dentro de PDVSA como fuera de ella, y estas reacciones se manifestaron a través de protestas multitudinarias, especialmente en Caracas.

Esas manifestaciones se iniciaron el mismo lunes y fueron haciéndose mas organizadas con apoyos de la sociedad civil, organizaciones sindicales (CTV) y empresariales (Fedecámaras); para el miércoles 10 de abril en la noche se tomó la decisión de convocar a un paro nacional general hasta que el gobierno rectificara.

En lo personal, mi mamá y yo nos incorporamos a las protestas el lunes y martes en la tarde, pero el miércoles me fui directo a casa porque sabía que las cosas podían ponerse muy malas y habría que tomar precauciones. A Gitty le dieron los días libres en previsión de posible violencia en los Valles del Tuy, pero en mi caso tenía que ir a trabajar el jueves, aunque de manera informal.

Al amanecer del jueves, armé y cargué las dos escopetas y se las di a Gitty con la idea de mantenerse encerrada en la casa, y si alguien intentara meterse, que usara la que le pareciera mas conveniente, que igual ella sabía dispararlas. Yo salí armado como siempre, pero ahora con todos los cargadores de repuesto para ambas pistolas por si acaso; si necesitaba poder de fuego prefería tenerlo, 122 balas en total, con eso podría salir airoso en un enfrentamiento si este llegaba a producirse.


Prácticamente no hubo trabajo ese jueves, y a mediodía mandaron a todo el mundo para su casa. Como había estado oyendo la radio todo el día, para ese momento sabía que la gran manifestación que se había convocado en la zona de Chuao había iniciado su movimiento hacia el centro de Caracas, y si quería atajarla tendría que llegar hasta allá; así lo hice y estacioné el carro en una calle lateral por la zona de Plaza España, dejando todo mi arsenal escondido en la maleta, porque no había otra solución, no podía ir armado a una manifestación pacífica.

A partir de este momento narro mi experiencia personal, no lo que he leído ni lo que me contaron, hablo lo que viví.

Para cuando dejé el carro ya se habían registrado los primeros actos de violencia contra los manifestantes, un brazo de la marcha que intentó llegar a Miraflores por la parte trasera estaba siendo atacado por bandas armadas según le dijo uno de los líderes a la emisora Unión Radio.

En las cercanías de donde había dejado el carro logré incorporarme a la vanguardia de la marcha que iba por la Avenida Universidad, de hecho llegué a la primera fila porque esperaba poder saldar cuentas con los chavistas a punta de coñazos, pero nunca imaginé lo que me iba a encontrar al llegar al cruce con la Avenida Baralt.


Básicamente lo que ocurrió fue una emboscada, al momento que los primeros manifestantes llegamos al cruce, un huracán de plomo descendió sobre nosotros, pero por una extraña razón que al día de hoy todavía no alcanzo a comprender, casi todas las personas a mi alrededor cayeron, mientras que a mí no me alcanzó ni una bala, a pesar de ser un blanco fácil porque tenía puesta una camisa blanca.

No me quedó mas remedio que retroceder junto con los sobrevivientes hacia la zona del capitolio mientras la policía metropolitana se enfrentaba a los individuos armados; para entonces la manifestación se había dividido en muchas partes y la guardia nacional atacaba activamente a los manifestantes, apoyada por la guardia de honor presidencial y elementos irregulares armados.

Mi camisa blanca estaba manchada de sangre en diversos lugares, no mía, sino salpicaduras de la de otros, incluyendo la de otras personas heridas a quienes ayudé a salir del infierno. Me mantuve en el lugar hasta las cinco de la tarde, cuando gran parte de la gente se había ido, aunque los tiroteos continuaban.

Me fui a buscar mi carro, pasé por un ATM y saqué la máxima cantidad de dinero permitida, fui a casa de mi mamá y le entregué toda esa plata para que así tuviera efectivo durante los próximos días. De allí arranqué directo a mi hogar, mientras manejaba me enteré de la desobediencia de los comandantes de las fuerzas militares al presidente a raíz de la masacre acontecida durante la tarde.


Al llegar a casa abracé y besé a Gitty mientras le decía que posiblemente, si el gobierno caía, no habría plan B, pero que si se llegaba a mantener, habría que acelerar el proceso. Estaba hediondo a bombas lacrimógenas, pólvora y sangre seca, parecía como si hubiese llegado de un campo de batalla, lo que en cierta forma era cierto, me bañé y duré como media hora en eso, pero a diferencia del 28 de noviembre de 1992, esa ropa no la boté, la guardé así mismo para que me sirviera como recordatorio de lo que pasó ese día, para bien o para mal, histórico.


  

domingo, 27 de noviembre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 63: Regreso a NYC

 

La Semana Santa de 2002 cayó a finales de marzo y decidimos regresar a la Gran Manzana para pasar esos días de asueto; Gitty quería volver y eso le serviría como un paréntesis en el duelo por el fallecimiento de Mamita. Hicimos arreglos a través de una agencia de viajes confiable y obtuvimos un paquete con precios solidarios que incluía traslado hacia y desde el aeropuerto de Maiquetía, pasajes de ida y vuelta mas cuatro noches de hotel. El viaje sería con escala en Bogotá porque ya para el 2002 no había vuelos directos desde Venezuela a NYC, así que el itinerario era CCS-BOG-JFK y JFK-BOG-CCS; el hotel era uno ubicado en pleno centro de Manhattan, en Broadway, a una cuadra de Times Square.

El viaje de ida fue bastante largo, porque el tiempo de espera en Bogotá fue de casi cuatro horas, mas las cinco de vuelo a NYC y hora y media de Maiquetía a El Dorado. Llegamos a JFK después de medianoche, y todavía nos faltaban inmigración y aduanas; inmigración no fue mayor cosa, pero cuando llegamos al chequeo de aduanas, le estaban revisando las maletas y maletines a todo el mundo, y lo estaban haciendo de manera muy minuciosa. Cuando vimos aquello lo primero que hicimos Gitty y yo fue vernos las caras y le dije:

- Vamos a amanecer en esta vaina.

A todo esto, un funcionario de aduanas nos vio y nos llamó a los tres, fuimos donde él con todos nuestros macundales y nos preguntó:

- ¿Son familia?

- Sí, y venimos de vacaciones por unos días, ella es mi señora esposa y esta niña es nuestra hija - le dije mientras le mostraba nuestros pasaportes.

- ¿Tienen donde llegar?

- Sí, tenemos reservaciones en el hotel X por cuatro noches - y le mostré la hoja de reservación.

- ¿Tienen algo que declarar?

- No, de hecho también venimos de compras, así que solamente cargamos algo de ropa.

- Ok, pueden irse, y bienvenidos a los Estados Unidos de América.

- Muchas gracias señor, y que tenga muy buenas noches.

Cogimos todas nuestras cosas, documentos y nos fuimos. Mientras caminábamos hacia los taxis, Gitty y yo conversamos acerca de nuestra buena suerte:

- ¿Viste? El funcionario de aduanas nos dejó salir y ni siquiera nos revisó las maletas.

- Yo creo que fue porque nos vio la cara de güevones, cuando aparecimos en el salón que nos vimos las caras, se dijo, este par de pendejos no deben cargar ni cigarros encima, se ve que no tienen malicia, y se ve que están mas dormidos que despiertos, ya bastante tienen con la carajita encima como para que tengan que calarse esa cola.

-¿ Y tú crees que él pensó eso?

- No lo dudes, solamente nos llamó a nosotros, porque tenemos unas caras de güevones que no las brinca un venado.

- Eso es lo bueno de tener esa cara y administrarla bien.

- Y eso es lo bueno de haberse casado con un güevón, que esa cara al final te ayuda. Si tu marido hubiese sido un sujeto con cara de playboy o pájaro bravo, todavía estaríamos comiendo mierda en la cola de la aduana.

- Esa es una de las razones por las que me casé contigo, tu carita de güevón, nos ayuda tanto.

Para entonces habíamos llegado a la zona de taxis y abordamos uno que nos llevaría al hotel, esa madrugada hacía frío y estaba cayendo lluvia helada, pero llegamos a nuestro destino sin novedad.

Cuando entramos a la habitación, nos encontramos que tenía una sola cama, así que tuvimos que acomodarnos los tres ahí hasta que nos subieran otra en la mañana, como estábamos tan agotados caímos como unos troncos y no nos levantamos hasta pasadas las 10. Nuestra aventura comenzó al mediodía del Jueves Santo.


Esta vez tuvimos el tiempo suficiente para visitar toda la ciudad y disfrutarla a plenitud, a pesar de que Graciela quería estar metida en Toys R Us todo el tiempo. Los únicos lugares que nos quedaron pendientes fueron el zoológico del Bronx, Coney Island y los museos Guggenheim y MOMA. Todo lo demás lo vimos.

El domingo 30 de abril regresamos a Caracas, el viaje fue mas rápido porque nuestro tiempo de espera en Bogotá fue mucho mas corto y así a las nueve de la noche habíamos regresado a nuestra casa de Cúa. Gitty estaba feliz, como se puede ver en el último video, y esa felicidad realzaba su belleza.

Poco nos imaginábamos que doce días después sucederían unos acontecimientos que cambiarían nuestras vidas para siempre.  

sábado, 26 de noviembre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 62: Despedidas.

 

Gitty tenía sus afectos profundos, uno de ellos, el principal, era su abuela materna, a quien le habían puesto el sobrenombre de Mamita; tanto así, que nunca llegué a memorizar su verdadero nombre, porque solamente la conocí por ese apodo. Gitty la amaba entrañablemente, la consideraba como su segunda madre, y de hecho la quería mas que a su progenitora.

Mamita tuvo una fortuna que se le negó a Gitty, pudo llegar a una edad avanzada en relativa buena salud y lucidez; muchas veces fue a donde vivíamos y la recibí con mucho cariño, era una bella persona que nunca estuvo en contra de nuestra relación, fue el oasis necesario en la vida de Gitty durante los iniciales tiempos turbulentos.

Mamita conoció a Graciela, nuestra casa en Cúa y pudo ver como su nieta se graduó en la universidad, estudió postgrados y llegó a ser una mujer exitosa; pudimos llevarla de paseo a algunos lugares, como la Colonia Tovar, y disfrutó mucho su tiempo con nosotros. Gitty se desvivía por hacerla sentirse cómoda y que se sintiera bien atendida y Mamita siempre supo que su nieta la adoraba.

Desafortunadamente, en sus últimos años, desarrolló el mal de Alzheimer, que a esa edad es básicamente una sentencia de muerte debido a que es una enfermedad degenerativa que causa daños terribles al cerebro y sistema nervioso. Cuando se le diagnosticó el flagelo, la trasladaron a casa de su hija Carmen, que vivía en un edificio de la urbanización Simón Rodríguez de Caracas; en ese lugar pasó la parte final de su vida.

Como la felicidad no es permanente ni eterna, en algún momento se interrumpe, y esa interrupción llegó con el deceso de Mamita. Gitty sabía de su gravedad y la había visitado, el desenlace fatal era cuestión de tiempo. El día de su muerte recibí la noticia en el trabajo y se la comuniqué a mi mamá, para que se la hiciera llegar a Gitty; por circunstancias desconocidas mi madre nunca la llamó para darle la mala nueva y cuando llegué a casa me encontré con Gitty acostada en la cama con la lámpara de la mesa de noche encendida, creía que estaba esperándome porque estaba de luto, pero no era así.

Me tocó el trago amargo de comunicarle el fallecimiento de su amada Mamita, con un nudo en la garganta y una enorme piedra en el estómago. Nadie de su familia se molestó en llamarla directamente para notificarle del fallecimiento, pero sí le telefonearon a medianoche para decirle que la iban a buscar para que pagara el funeral.

Aquí hago una parada porque tomé una decisión personal que Gitty me reclamó durante mucho tiempo, para eso tengo que retroceder cinco años y regresar al momento de la muerte de mi tío Carlos. Mi mamá veía a su hermano mayor como una figura paterna, y a pesar de todas sus fallas como persona, ella lo admiraba mucho. Cuando se le desarrolló la diabetes, ella se lo llevó a su apartamento y le preparaba su comida especial, para que así no tuviera que depender en exceso de la insulina y evitar el pie diabético que podía terminar en amputaciones. Vivía en casa de mi mamá de lunes a viernes y se iba para la suya los fines de semana, donde se salía de control bebiendo licor y comiendo alimentos que le afectaban sus niveles de azúcar.

Mi madre resentía mucho que su familia no se preocupara por su salud, permitiera y de hecho aupara tales excesos, lo que le generó mucho resentimiento hacia ellos. Luego, cuando se le diagnosticó el linfoma, mi mamá se hizo cargo de él durante su enfermedad, los tratamientos y hospitalizaciones, y así siguió hasta su deceso. Para ese momento, su pareja e hijos se hicieron cargo de su cuerpo y prepararon sus exequias; mi madre en ese momento tomó una de las mas duras decisiones de su vida: no asistiría al funeral.

No solamente no iba a asistir, sino que nos dijo que tampoco fuéramos nosotros, le pregunté el por qué y me respondió:

- Porque nunca se hicieron cargo de él durante sus enfermedades y ni siquiera se preocuparon por su salud, así que no voy a ir al velorio ni al entierro para ver ataques ni gente llorando por alguien que nunca les importó en vida. Le rezaré aquí en mi casa para que tenga su descanso eterno porque a pesar de todas sus fallas fue un buen hombre que mereció algo mejor en su vida.

Regreso al relato central luego de esta disgresión para explicar mi decisión respecto al funeral de Mamita. A las cuatro de la mañana llegó mi suegro, quien nunca había visitado nuestra casa de Cúa, a buscar a Gitty para que se hiciera cargo de las cuentas, puse mi mejor cara para recibirlo y prepararme para despedirla. En ese momento le dije que iba a pasar el velorio y el entierro y que la llevaran a mi trabajo para luego ir a casa de mi mamá a buscar a Graciela, ya que ese día la subiría a Caracas porque no íbamos a poder recogerla de la escuela.

Esa decisión la tomé por razones análogas a las de mi mamá con respecto a mi tío, con un agravante adicional, yo no era nadie en este caso y nada iba a hacer amargándome y amargando a otros con cara de rabia al pensar en la injusticia de hacer pagar a Gitty por el funeral mientras los demás, que también podían poner dinero, decidieron mantener sus manos bien lejos de los bolsillos, como si la difunta no mereciera sus reales pero sí los de la mas pendeja.

A las cuatro de la tarde dejaron a Gitty en mi trabajo y apenas llegó la abracé y la senté en una silla de la oficina, como todos ya estaban alertados, sabían que me iría poco después de ella llegar, y así lo hice.

Recogimos a Graciela en casa de mi mamá y nos fuimos a Cúa, donde le rezaríamos sus nueve rosarios a Mamita, que era una señora muy católica. Cumplimos con sus últimos deseos y Gitty siempre la tuvo en un lugar especial de su corazón. Espero que sea cierta la existencia del mas allá y que abuela y nieta se hayan reencontrado para seguir juntas por toda la eternidad, o al menos hasta que llegue mi turno de trascender al gran después.


El fallecimiento de Mamita, al igual que el de mi tío, fue un duro recordatorio de que había llegado el momento en que nuestros referentes de vida empezarían a partir, poco a poco pero sin pausa, porque es la ley de la vida.



viernes, 25 de noviembre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 61: La última navidad en Venezuela.

Gitty y yo a veces podíamos disfrutar de momentos de relajación e intimidad en la casa, cuando nos podíamos sentar en la sala a escuchar música y hasta ponernos a bailar nosotros dos solos, mientras tomábamos unas copas de vino acompañadas con algunos pasapalos. Recuerdo especialmente un fin de semana en que mi mamá se quedó con Graciela en Caracas y ese sábado en la noche nos inventamos una fiesta para nosotros dos escuchando el disco de Santana que se había ganado todos los Grammy del año 2000, y bailamos nuestras canciones favoritas un montón de veces, después de todo estábamos solos y podíamos hacer lo que nos diera la gana.


Y un bolero con el que la enamoré cuando empezamos nuestro noviazgo, bailarlo ahora estando casados le daba un sabor muy diferente, y como cosa rara, la versión en inglés tenía una letra aun mas bonita que la española. Lo recuerdo tanto porque lo bailamos absolutamente enamorados, besándonos durante toda la canción, abrazados y casi sin movernos; no solamente cuando lo pusimos por primera vez, sino todas las veces que lo repetimos. Esa noche fue una de las mas felices de nuestras vidas, una fiesta en la que los invitados fuimos nosotros dos, enamorados como dos adolescentes y con 12 años de casados por la iglesia. El matrimonio no es la tumba del amor para una pareja que se ama profundamente, es solo una formalidad que se necesita para cumplir su anhelo mas profundo, vivir juntos hasta que la muerte los separe; y mas todavía, trascender la vida y la muerte y seguir amándose como almas gemelas hasta el fin de los tiempos, como lo dice el final de la versión inglesa de este bolero. Cuando éramos novios, le escribía muchas cartas y tarjetas de amor, tantas, que ella llenó una caja con todas ellas. Una de esas cartas tenía impresa la traducción de la versión inglesa, que era así:

" Si trato de expresarte
cuánto te necesito
desde el fondo de mi solitario corazón,
mi amor por ti 
solo para decírtelo al oído
duraría una eternidad,
y saber que me quieres
será algo sublime.

Siempre estarás conmigo
en mis tristezas,
cuando el sol brilla y cuando llueve
por tí elevo súplicas todas mis mañanas
deja que dure para siempre, 
por favor, ¿puedes verlo?

Un amor como el mío 
solo puede haber sido creado en el cielo
y te amaré hasta el final de los tiempos."



Luego del viaje, teníamos resueltos todos los regalos navideños y también la ropa que nos íbamos a poner para las fiestas, así que decidimos hacer los platos típicos de la temporada en la casa entre nosotros y mi mamá. Así que nos pondríamos a preparar hallacas, pan de jamón, dulce de lechosa, ensalada de gallina y pernil.


Era la primera vez en muchos años que haríamos todo el menú navideño venezolano, como que si el destino nos hubiese dicho que era nuestro último fin de año en el país en el que nacimos, no teníamos idea de tal cosa, pero eso era lo que nos deparaba el futuro.


Las festividades decembrinas de 2001 fueron las mejores que pasamos en Venezuela, nos invitaron a muchas fiestas, nos dimos muchos gustos, sobraron los regalos y disfrutamos un montón. Gitty estaba verdaderamente feliz ese mes, todo fue alegría para nosotros. Pensábamos que el 2002 sería aun mejor que el 2001, a pesar de los nubarrones que se veían en el horizonte.

Jamás nos imaginamos que las siguientes navidades serían muy diferentes, y que estaríamos en una situación precaria en todos los sentidos. El fin de año de 2001 fue nuestro canto del cisne.







jueves, 24 de noviembre de 2022

Nuestra historia de amor: Día de acción de gracias.

 

Desde noviembre de 2002 empezamos a celebrar el día de acción de gracias, tradición 100% estadounidense que adoptamos como parte de nuestro proceso de integración. Durante 20 años Gitty fue la jefa del día, quien daba órdenes respecto a todo lo que había que hacer y la que se encargaba de la cocina, excepto cuando me tocaba preparar el pavo.

En algún momento se cansó del pavo horneado y de hecho al último que hizo le aplicó la del cuñado de Rocky Balboa en la película original; allí decidimos que era mejor hacer variantes, como por ejemplo, lasagna de pavo, para no malgastar recursos en algo que ya no quería comer.


 Siempre celebramos el día, que empezaba con el desfile de Macy's en Nueva York; a veces hasta salíamos a ver los desordenes en las tiendas los viernes en la madrugada, y algunos años hasta fuimos de compras para formar parte del desastre del viernes negro.

Ahora ella no está para compartir el día, y no hay palabras para describir mis sentimientos. Hace varios años Gitty y yo discutíamos acerca de lo complicado que era para un venezolano describir lo que pasaba en el país a un estadounidense de izquierda y lo difícil que ellos entendieran tal cosa, aun de alguien que había pasado por la catástrofe chavista. En esa semana, fuimos al Ikea de Renton a buscar unas cosas que necesitábamos y aprovechamos de comer en el restaurant de la tienda; mientras hacíamos la cola, detrás de nosotros estaba una pareja mayor y se pusieron a conversar. El señor tenía una gorra de veterano de la guerra de Vietnam y le pregunté si había estado allá, me contestó afirmativamente, cumplió varios despliegues entre 1967 y 1969.

Entonces le pregunté si alguna vez había hablado de sus experiencias con otras personas y me dijo algo muy interesante:

- No, nunca lo he hecho, nadie puede entender lo que pasé allá a menos que haya estado en una guerra, el horror de esa experiencia solamente lo puede entender el que la ha vivido.


Luego seguimos conversando y me comentó que tenía una empresa de transporte y manejaba su camión por gusto mas que por necesidad, comimos juntos y todo, luego nos despedimos y al llegar a casa le comenté a Gitty que lo que él dijo era cierto, hay experiencias que nadie que no las haya vivido las puede entender.

Así me pasa ahora. Mi experiencia con Gitty fue única, porque nuestra historia lo fue, muy pocas parejas existen como la nuestra, donde ambos miembros se entregaron por completo desde el primer día hasta el último, sin ninguna experiencia previa y sin aventuras amorosas ni queridos o queridas o familias fuera del matrimonio, así que el nivel de devastación que siente el miembro sobreviviente de la pareja es imposible de describir para alguien que no haya vivido algo similar.


Así me siento hoy, el primer día de acción de gracias sin Gitty, un dolor de alma indescriptible e insoportable, un vacío en el espíritu que no se puede llenar.



Nuestra historia de amor: Capítulo 60: El curso.

 Ese miércoles logramos llegar al salón en la zona del rectorado de la universidad tres minutos antes de que empezara la recepción, por suerte íbamos elegantemente vestidos porque le dije a Gitty que no me creía eso de "ropa casual" y era mejor llevar una vestimenta formal por si acaso, y mi corazonada fue correcta. Todo el mundo estaba vestido como si fuera a una graduación.

La "recepción informal" era un evento donde estaban las planas mayores de la Universidad, la escuela de gobierno JFK y el LASPAU; y eso era de esperarse porque los participantes en el curso eran rectores, vicerectores y decanos de facultad de varias universidades latinoamericanas, además de altos funcionarios de instituciones gubernamentales de desarrollo tecnológico, cuando vimos toda esa gente, Gitty y yo nos pusimos a hablar en voz baja:

- Aquí estoy fuera de lugar, yo soy el mas güevón de la partida.

- Y yo soy la mas güevona porque ando contigo.

- Yo no conocía los currícula de los participantes, porque aquí estoy como en las carreras de caballos, subido de lote.

- Bueno, ya estás montado en el burro y solo te queda arrearlo.

- Sí, no tengo para donde coger, estoy entre gente muy distinguida, así que tengo que actuar como persona bien nacida, que parezca que soy un hijodalgo venido a menos.

- Pues sí, no se nos puede salir la clase, porque tremenda pena vamos a pasar.

Mientras cuchicheábamos entre nosotros me tocó el turno de presentarme, y también presenté a Gitty. Luego hubo algunos discursos, un brindis y algo de conversación; a las nueve de la noche terminó el acto y todo quedó servido para el inicio del curso a la mañana siguiente en uno de los edificios del campus de la escuela de leyes.

Llegamos al hotel, nos bañamos y caímos como dos piedras hasta las siete y media de la mañana. Las clases estaban programadas de la siguiente forma: Dos turnos diarios, de 9 a 12 del mediodía y luego de 1 a 5 de la tarde, así sería por seis días corridos; el domingo  en la mañana haríamos una visita al museo del MIT y el miércoles en la tarde sería la entrega de diplomas y certificados, para cerrar el programa con una cena esa noche. La mañana del miércoles sería para exponer los trabajos de investigación al resto de los cursantes.

Las clases eran en inglés con traducción simultánea, pero yo no usé los audífonos porque era bueno escuchando inglés, y tengo un problema con ese tipo de traducción, que al final no entiendo ni lo que dicen en español ni lo que dicen en inglés, así que prefiero escuchar en el idioma original.

Gitty, que a veces me acompañaba, se quedaba extrañada porque veía que anotaba cosas y hacía esquemas, luego me decía:

- Y tú te la pasas diciendo que no eres bueno en inglés.

- Es que no me considero bueno, pero entiendo el idioma.

- Pero veo que escribes y todo, quiere decir que entiendes lo que los profesores dicen.

- Eso sí, y me es mejor así, porque con la traducción simultánea no entiendo un carajo.

El primer día de clases, llegó otra participante del CONICIT, que trabajaba conmigo, una funcionaria llamada Clara Vento, que había sido recién cambiada al Ministerio de Ciencia y Tecnología, y prácticamente la enviaron al curso de un día para otro; lo bueno era que al menos tenía a alguien conocido en el grupo.


Entramos en nuestra rutina, a veces Gitty se iba con otros acompañantes de los cursantes a pasear y otras veces se aventuraba sola en la jungla bostoniana, o se iba de compras. En una de esas salidas llegó a una boutique donde se compró un vestido rojo que le quedaba espectacular, y causó mucha sensación en las navidades de ese año por lo bien que le lucía.

Yo salía también a pasear al salir de las clases, después de las cinco de la tarde, y luego nos íbamos a comer a algún lugar, en Boston o Cambridge; algo muy interesante del transporte público allá es que los fines de semana muchas rutas no trabajan, y de eso me enteré el sábado de la peor forma posible, porque al bus no pasó a la hora determinada y luego me enteré que era porque los fines de semana no trabajaba, así que llegamos media hora tarde gracias a la espera inútil que me hizo tener que tomar un taxi.

Ese día en la noche los tres nos fuimos al Chinatown de Boston y comimos en un restaurant chino;  pedí un cochino con sal y pimienta que estaba de lo mas sabroso, me lo comí todo y quedé full; las otras dos también quedaron satisfechas con la papa que se metieron, ese restaurant de verdad que era muy bueno.

Al día siguiente salimos a visitar el museo del MIT y sucedió la debacle. La cena de la noche anterior hizo su efecto y se me revolvieron las tripas en plena visita, así que no me quedó mas remedio que sincerarme con Gitty:

- Necesito que me cubras, tengo que buscar un baño, me estoy cagando.

- ¿No puedes aguantar?

- No, no puedo, me voy.

Logré escapar disimuladamente del grupo, usando las últimas energías que me quedaban, y salí corriendo a buscar un baño; lo encontré cuando creía que no podía mas y pude desahogarme. Luego venía el problema de como explicar mi ausencia cuando me preguntaran, porque no podía decir, así como de pasada, "es que tenía que ir a cagar." O sea, eso NO se puede decir, es una vulgaridad; eso se puede decir entre amigos echándose palos y jugando dominó, "oye pana, de vaina llegué." Pero eso no se puede decir así entre personas tan cultas y distinguidas.

Con la mente despejada me puse a pensar y la única idea que se me vino a la mente fue decir que me había perdido en el museo y luego no encontraba por donde salir, era mejor pasar por estúpido y no por vulgar, así que ese fue el cuento que metí para justificar mi ausencia temporal.

El curso terminó sin novedad, expuse mi línea de investigación al igual que todos los demás, recibimos nuestros diplomas y certificados y asistimos a la cena con las autoridades y profesores.

La mañana siguiente, Gitty y yo aprovechamos para hacer un tour por la ciudad antes de irnos, ya que el vuelo de regreso a NY salía a las dos de la tarde.

Este viaje fue mas rápido que el de ida, porque una hora después de llegar al aeropuerto JFK abordaríamos el avión de regreso a Caracas. Al final llegamos a Maiquetía casi a la una de la mañana, y de ahí nos fuimos directo a Cúa para ver a la niña; entramos a la casa a las tres de la mañana, y eso porque no hicimos aduana porque como ambos éramos funcionarios públicos, y Gitty además era fiscal del SENIAT, en cuanto mostramos nuestras credenciales nos dejaron pasar sin abrirnos las maletas.

El viaje no fue de descanso, porque el ritmo que tuvimos fue tan intenso que caímos noqueados al llegar a la casa, saludamos a mi mamá, vimos a Graciela durmiendo, nos bañamos y a dormir. El lunes volveríamos a nuestros trabajos, pero al menos tendríamos el fin de semana para recuperarnos.


miércoles, 23 de noviembre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 59: We love NY

El taxi había llegado a tiempo, eran las 5:20 de la mañana y estábamos saliendo del apartamento con las maletas y maletines cuando Gitty me pregunta:

- ¿Dónde está la carpeta con tus trabajos de investigación?

- ¡COÑO! ¡Está en la cama! - y regresé corriendo al cuarto a buscarla.

- Menos mal que me lo recordaste, de vaina dejo los trabajos aquí y eso si hubiera sido un problema.

- Un día de estos vas a salir a la calle en calzones porque se te va a olvidar ponerte los pantalones - dijo mientras nos montábamos en el ascensor.

Llegamos a buena hora al aeropuerto y pasamos por todos los controles sin novedad, listos para abordar el Boeing 777 de American Airlines rumbo a JFK. El vuelo salió bastante puntual y con poca gente, no mas de 70 u 80 pasajeros para un avión tan grande. Fueron poco mas de cuatro horas de vuelo bastante tranquilo y Gitty pudo estar relajada conmigo al lado, mientras le decía lo que íbamos a hacer en NYC luego que encontráramos un hotel para pasar la noche.

Llegamos a JFK poco después de mediodía, pero entre los trámites de inmigración y aduanas salimos pasada la una de la tarde. Cogimos un autobús que nos llevara a Manhattan para buscar hotel, darnos un baño y salir a pasear por la ciudad. La conexión a Boston la teníamos al día siguiente a las dos de la tarde, así que disponíamos de casi 24 horas para conocer la Gran Manzana.

Encontramos un hotel cerca de la estación Grand Central y nos hospedamos allí, era pequeño pero bastante céntrico, y la habitación cómoda y muy limpia. Hacía bastante frío, pero teníamos ropa adecuada para la ocasión e igual Gitty estaba muy emocionada y quería salir lo antes posible.

Nos bañamos corriendo y antes de las cuatro de la tarde estábamos fuera para empezar el paseo. Tomé nota de la dirección del hotel para encontrarlo rápidamente al regreso y nos fuimos a pie a Times Square mientras nos deteníamos a ver tiendas en el trayecto. Times Square era el primer lugar al que quería llevar a Gitty porque ella no lo conocía y nunca antes había visto algo así.

Llegamos por una calle lateral y cuando Gitty dobló la esquina se quedó deslumbrada, pude ver como su rostro cambió. Se había convertido en una niña, abrió la boca desmesuradamente de lo admirada que estaba y los ojos le brillaban de la emoción, como si hubiese visto un juguete nuevo. Su reacción fue uno de esos momentos mágicos de felicidad absoluta, uno de los recuerdos mas hermosos que tengo de ella, poder verla como era de niña en ese preciso instante es una imagen que se quedó grabada en mi memoria para siempre, lástima que en ese entonces no había teléfonos celulares con cámaras para haber retratado ese momento. 

Logré tomar una foto minutos después y es lo mas cerca que uno se puede imaginar de ese instante.


Paseamos por todo Times Square y fuimos a la tienda de Toys R Us, que ya no existe, para comprar los juguetes del Niño Jesús de Graciela, donde Gitty se tomó otra foto.


Debo confesar que verla tan contenta me hacía feliz, porque sé que merecía disfrutar de ese viaje al máximo. Logramos convencer a un neoyorquino para que nos tomara una foto.


 Seguimos caminando y conociendo, pero el ejercicio, la larga jornada y el frío le cobraron peaje a mi pie izquierdo, que me empezó a doler terriblemente y no pude caminar mas. Buscamos una farmacia y Gitty compró una caja de Tylenol extra fuerte, también compramos unas pizzas y jugos para llevarlos al hotel y así comer y poder tomarme las pastillas; en este proceso Gitty conoció el famoso Metro de NY, porque tuvimos que usarlo para regresar al hotel, habíamos caminado mucho y estábamos lejos de nuestro hospedaje. Quedamos en levantarnos a las cinco de la mañana para ir a ver el árbol de navidad de Rockefeller Center y seguir paseando.

A las cinco estábamos de pie y antes de las seis salimos del hotel, con las pastillas y el descanso el pie amaneció mucho mejor, así no tendría problemas para aprovechar la jornada. Lo primero que hicimos fue ir directo al Rockefeller Center.


Visitamos la pista de patinaje sobre hielo, la catedral de San Patricio, llegamos a Central Park y entramos a la estación de trenes Grand Central, logramos que nos rindiera la mañana antes de regresar al hotel a buscar las cosas, incluyendo una maleta llena de los juguetes que le habíamos comprado a Graciela la noche anterior.

Regresamos a JFK para tomar el avión a Boston, un viaje que duraría alrededor de media hora en la aerolínea regional subsidiaria de American Airlines, American Eagle.

Sin embargo, el vuelo se retrasó mas de una hora y en vez de salir a las dos de la tarde vino a despegar casi a las tres y media, lo que nos dejaba un tiempo muy justo porque la recepción era a las siete de la noche. Basta decir que llegamos al hotel que habíamos reservado a las cinco de la tarde, mientras nos bañábamos y cambiábamos de ropa nos dieron las seis pasadas, y con todo eso logramos entrar al salón de la recepción a las 6:57 de la tarde.

Un viaje pegando carreras durante casi dos días, estábamos molidos y todavía no empezaba el curso.


martes, 22 de noviembre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 58: Los preparativos.

 Como he comentado antes, Gitty era bastante celosa, a pesar que yo no perseguía mujeres por razones mas que obvias. Lo único que hacía era salir con los amigos a tomar unos tragos, y ella los conocía a todos. 

En el trabajo, durante mas de un año, la sede del Ministerio de Ciencia y Tecnología estuvo ubicada en las instalaciones del CONICIT, hasta que el gobierno nacional le entregó unos inmuebles para que instalaran sus oficinas. Mientras estuvieron con nosotros, yo trabajaba con el equipo del Dr. Fuentes Niño y todas las noches teníamos reuniones, que básicamente me servían como clases, porque se aprendía mucho del viceministro; entre los asistentes estaba la encargada de prensa del ministerio, que vivía cerca de nosotros, en una urbanización que estaba también en el pueblo de Cúa, como salíamos juntos y yo tenía carro, era muy malo que la dejara a su suerte buscando transporte público para llegar a su casa, así que la llevaba y de paso me servía de compañía para no quedarme dormido durante el viaje.

Llegábamos a su hogar, la dejaba en la puerta y seguía para el mio, sin novedad alguna, porque yo conocía a su esposo y él sabía muy bien que estábamos en la vía, uno debe respetar a las señoras; lo cierto del caso era que al llegar a la casa Gitty lo primero que me preguntaba, y lo pongo de forma literal, era:

- ¿Ya dejaste en su casa a la putica?

- Oye chica, un poco mas de respeto, esa es una señora casada igual que tú, y lo único que hago es darle el empujón, somos vecinos y no tiene sentido dejarla buscando autobús a las ocho o nueve de la noche.

- Y al marido lo llaman el venao.


- Claro que no, es un señor decente y digno de respeto. No sé por qué tú piensas que me voy a estar acostando con mujer ajena. No lo hago con solteras y lo voy a hacer con casadas.

- Porque las mujeres son muy sinvergüenzas y siempre buscan a los hombres casados.

- Es una señora respetable y no me voy a poner en esas cosas, además me hace el favor de mantenerme despierto y alerta en la vía con la conversación. Deja los celos porque lo que somos es compañeros de trabajo.

- Lo que te digo es que tengas las pilas puestas, porque a mí no me vienes con cuentos.

Para rematar, como viajaba dictando conferencias y haciendo presentaciones por todo el país, ella pensaba que yo iba a tener un amor en cada puerto como los marineros, cosa que era falsa, porque nunca tuve la capacidad para manejar herramientas de seducción, y como además tenía una mujer excepcionalmente bella, no tenía sentido buscarle cinco patas al gato.

Al final se le quitaron los celos cuando conoció a la pareja y pasamos un domingo todos juntos comiendo parrilla y conversando, de hecho ambas se hablaban por teléfono cuando cogía la ruta para la casa, fue la mejor forma de terminar con eso.

Para el viaje teníamos que sacar las visas, pagar el pasaje de Gitty, resolver el punto de cuenta con los gastos de hospedaje, viáticos y matrícula y coordinar el cuidado de la niña con mi mamá.

El primer punto lo resolvimos relativamente rápido, nos fuimos a la embajada de EEUU con todos los documentos exigidos, lo fastidioso fue tener que llegar antes de las ocho de la mañana a hacer la cola para las visas, pero todo lo demás fue bastante fácil y rápido; como yo la tuve durante 20 años corridos, ya estaba registrado, así que al presentar los documentos nos dieron luz verde de inmediato y a mediodía ya teníamos nuestros pasaportes visados.

El pasaje de Gitty lo compramos en la misma agencia de viajes que tramitaba todos los del CONICIT (todavía recuerdo su nombre, agencia de viajes Passarini Suárez) y nuestro itinerario sería así: CCS-JFK-BOS / BOS-JFK-CCS por American Airlines. La causa por la que tomamos esa ruta se debió a un razonamiento que tuve porque Gitty no era muy amiga de viajar en avión y tenía miedo que fuese a pasar algo similar al 9/11 en alguno de nuestros vuelos; ese razonamiento era el siguiente: Como Chávez es pana de los tipos de Al Qaida, ellos no le van a echar la vaina de usar aviones con Venezuela como origen o destino, así que lo mejor era tomar el aeroplano que fuese mas lejos y luego en la escala montarnos en uno mas pequeño que no tendría valor alguno para un terrorista.

Ese razonamiento convenció a Gitty y así estuvo tranquila con los pasajes, además, pasaríamos una noche en NY y así podría conocer algo de la ciudad.

Lo del cuidado de Graciela no tuvo problema alguno, mi mamá se iría para Cúa y nosotros le dejaríamos dinero para cubrir todos los gastos necesarios durante esos nueve días que estuviese en la casa, además de comida y libertad para hacer todo lo que quisiera.

Lo mas difícil fue lo del punto de cuenta, tuve que preparar todo y hacer lobby con todos los directivos del CONICIT, consiguiendo sus firmas una a una, aquí se me presentó el obstáculo del Dr. Chirinos, el subdirector, a quien conocía de mis tiempos en el IVIC, que decidió que yo tenía que sacar la cuenta exacta de mis gastos de viaje, ya que él no iba a aprobar el monto estándar de viáticos diarios que era de US$ 200 mas el costo del hotel. Luego de ponerme a sacar cuentas, me quedaron en un promedio de US$ 160 diarios mas la habitación que salía en 110, para un total de US$ 270 por día.

Con tantos tejes y manejes, el cheque con todos mis gastos quedó listo EL TRES DE DICIEMBRE A LAS CUATRO DE LA TARDE, y nuestro vuelo salía el cuatro a las nueve de la mañana. Tuve que salir disparado al banco para cobrar ese cheque, y como era por un monto bien elevado en bolívares, hubo que hacer varias comprobaciones adicionales. Al final recibí el dinero a las cinco de la tarde.

A las ocho de la noche estaba en una casa de cambio, la única que trabajaba a esa hora en toda Caracas, en el Centro Comercial Sambil de Chacao, cambiando todos esos bolívares a dólares americanos.

A las 10 de la noche del 3 de diciembre de 2001 fue que pudimos decir que todo estaba listo. Debíamos levantarnos de la cama a las cuatro de la mañana para estar seguros de llegar al aeropuerto antes de las seis, porque con las nuevas regulaciones post 9/11, para vuelos internacionales había que estar tres horas antes del tiempo de salida programado.

Esa noche Gitty y yo nos quedamos en casa de mi mamá porque llegaríamos al aeropuerto mas rápido desde Caracas que desde Cúa, y Gitty casi no pudo dormir por la emoción y los nervios del viaje. Por primera vez en su vida iba a salir de Venezuela, como ella misma me dijo aquella noche, antes de irnos a dormir:

- ¡Ramón, que emoción!


lunes, 21 de noviembre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 57: Nuestra última vacación en Falcón.

 Gitty desarrolló algunos hábitos muy personales durante nuestra relación, y se hicieron tan comunes que yo sinceramente no me daba cuenta hasta que ella me los señalaba. Uno de esos hábitos fue la forma de abrazarme por la cintura cuando nos tomábamos fotos, detalle que me mostró hace un par de años y que había estado completamente fuera de mi radar.

- ¿Nunca te diste cuenta de cómo yo te abrazaba por la cintura en muchas fotos?

- Pues nunca vi nada raro en esas fotos, siempre las vi normales.

- Fíjate que no es así, mira bien.

-Ahora que veo bien la vaina me tenías bien agarrado, aunque en la de San Francisco te costó un poco gracias a mi barriga.

- Ahora, después de un montón de años es que vienes a fijarte, y eso porque te lo dije. Hay muchas otras donde no pude usar las dos manos porque tenía una de ellas ocupada.

- Ahora que recuerdo, siempre me tenías bien agarrado por la cintura cuando nos tomábamos fotos y no veo por qué, no me iba a ir corriendo. ¿Tú como que tenías miedo que yo me iba a ir corriendo?

- A lo mejor, porque te quería tener bien pegado a mi lado.

- No me jodas, lo último que yo habría hecho era salir corriendo de tu lado, ni a balazos me alejaría de ti, pero al menos eso demuestra que me quieres mucho.

- Claro que te quiero y siempre te voy a querer, mientras no te vayas con otra.

- Sí, como yo soy tan bello y tengo tanta plata, las mujeres me buscan, Demasiada suerte tuve en encontrarte.

- Con todo y lo loca que yo era, si yo hubiera sido tú me habría perdido de semejante loca, no sé como me aguantaste.

- Porque gracias a que eras loca fue que te enamoraste de mí, una mujer en sus cabales no me habría encontrado ningún atractivo, así que esa loquera tuya tuvo un lado muy positivo, además, eso te hacía mucho mas interesante y divertida.

- Eso lo dices ahora que vamos para viejos.

Durante los últimos años conversamos mucho acerca de nuestra relación y siempre encontramos detalles que se nos hicieron tan comunes que nunca les prestamos la atención que merecían, pequeños gestos de amor que nos regalábamos todos los días, y que se mantuvieron casi hasta su último aliento.

Habíamos programado vacaciones para la semana posterior al 11 de septiembre, íbamos a tomarnos una semana para ir a Coro y Punto Fijo, visitar a la amiga y colega de Gitty e ir a nuestros lugares favoritos.

Estas fueron las segundas vacaciones que pasamos con mi mamá, y que fueron también perfectamente planificadas, con las habitaciones reservadas en el hotel Federal en Coro y un apartamento vacacional en Punto Fijo; no teníamos idea de que ese sería el último viaje a nuestro destino vacacional favorito. Siempre recordamos con cariño y mucha nostalgia el tiempo que disfrutamos allá todas esas veces que fuimos.

Luego de regresar teníamos que empezar los preparativos para nuestro primer viaje internacional, eso implicaba sacar las visas en el consulado de EEUU en Caracas para así tener el permiso de ingreso al país. Como yo había procesado antes ese documento sabía que no tendría problemas para recibirlo esta vez, al igual que Gitty, ya que disfrutábamos de una buena posición económica, casa propia, trabajos estables y una invitación formal de la Universidad de Harvard firmada por el Rector y el director ejecutivo del LASPAU.

Esos preparativos llevarían tiempo y todo tenía que estar listo antes del 3 de diciembre, porque el 5 en la tarde teníamos que estar en la recepción de bienvenida que las autoridades de la universidad habían preparado para nosotros, los participantes.

Era todo un proceso con sus propios obstáculos que tendríamos que sortear en menos de dos meses.






domingo, 20 de noviembre de 2022

Nuestra historia de amor: Capítulo 56: 9/11 - 11-S

 


Ese día, martes, amaneció como cualquier otro. Una jornada rutinaria mas, levantarnos, bañarnos, cepillarnos los dientes, desayunar, vestirnos, salir de la casa e ir a trabajar; lo mismo que hacíamos todos los días excepto los fines de semana.

En ese entonces, yo escuchaba una radioemisora FM de Caracas, 104.5 Onda la superestación, que todavía existe aunque con una programación diferente a la de hace 21 años atrás. En el horario de 8 a 10 de la mañana los presentadores eran Ramón Pasquier, un periodista ya fallecido, y María Isabel Párraga, quienes estaban comentando lo que se creía era un accidente aéreo ocurrido en la ciudad de Nueva York, donde un avión se había estrellado contra una de las torres del World Trade Center.

Cuando estoy llegando al trabajo, ellos, que tenían en sus monitores la señal en vivo de CNN, fueron testigos del segundo avión estrellándose contra la otra torre, con lo que ya se sabía que no había accidente alguno, sino que ambos edificios habían sido blanco de un ataque deliberado usando aviones de pasajeros; para ese entonces ya se sabía de una explosión en el Pentágono y empezaron a presentarse reportes contradictorios y no confirmados de ataques en otros lugares de Washington D.C. como carros bomba explotando frente el Departamento de Estado.

Para el 2001 todavía Internet no era lo que es hoy en día y se hacía difícil manejar un alto volumen de tráfico en la red a nivel mundial, así que no podía conectarme a las páginas web de las principales agencias de noticias porque estaban congestionadas, la única forma de saber lo que estaba pasando era a través de la televisión, pero en el trabajo no había televisores, por lo que la única solución a mano era ir a casa de mi mamá a ver las noticias en vivo.

A la hora de almuerzo me fui directo para allá y pude ver lo que había pasado. Cuatro aviones habían sido secuestrados en Boston, Newark y el aeropuerto Dulles de Washington D.C. y fueron convertidos en proyectiles a ser lanzados contra las torres gemelas de NY, el Pentágono y el último que no llegó a su blanco predestinado (la Casa Blanca o el Capitolio) porque los pasajeros y tripulación lucharon contra los terroristas causando que se estrellara en una parte rural del estado de Pennsylvania.

Como millones de personas en todo el mundo, me quedé en absoluto shock al ver la magnitud de la tragedia que había sido causada por ese grupo de desalmados asesinos, y sabía que las consecuencias de tan horrendo crimen serían muy duras e iban a afectar a todo el planeta. En 1980, compré un traje en una tienda del centro comercial que estaba en los sótanos de esas torres, que visité varias veces durante mi estancia ese año. Volví a visitarlas en 1995 mientras estuve trabajando en NY con la filial de Enron y hasta almorcé en uno de los locales de comida rápida que había en ese mismo centro comercial.

Ahora veía ese lugar completamente destruido y miles de personas que trabajaban allí habían muerto. Gitty no se había enterado de nada sino hasta después de mediodía, cuando me llamó para preguntarme si sabía algo de lo ocurrido y le expliqué lo que había pasado.

Esa noche, en el espacio del curso, todos, incluidos los profesores, decidimos hacer una pausa de tres días para que la gente de Boston pudiese asimilar lo sucedido y luego las horas se recuperarían durante las semanas subsiguientes.

Al llegar a casa, Gitty y yo nos pusimos a ver CNN para ponernos al día y conversamos acerca de como esto nos iba a afectar en nuestra cotidianidad, además del proceso de viaje cuando nos tocara ir a la parte presencial del curso, ya que íbamos los dos juntos; mientras yo estaba en clases ella podría conocer Boston y sus alrededores y ese sería su primer viaje al extranjero, porque nunca antes Gitty había salido de Venezuela.

Ese atentado causó enormes cambios a nivel planetario cuyas consecuencias todos sufrimos, con mayor o menor intensidad, en el presente.

Y si hubiese tenido cinco años menos seguramente me habría presentado como voluntario para pelear contra los terroristas, así era mi nivel de indignación ese día, al pensar en ese ataque tan alevoso contra blancos civiles, como lo eran las torres gemelas.

Como le dije a Gitty aquella noche, cuando dejamos de ver las noticias y nos disponíamos a dormir:

- Que todas las víctimas inocentes de estos ataques tengan su descanso eterno y que los perpetradores, si el infierno existe, desciendan hasta el noveno círculo, para que paguen su crimen por toda la eternidad.