jueves, 26 de enero de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 123: La mudanza (Montana, y VII)

 

Gitty había retomado la cámara de video y empezó a usarla en forma. Apenas se levantó la mañana del viernes 27 la encendió y se puso a filmar a través de la ventana de la habitación del hotel; aquí pudimos aprovechar el desayuno incluido en el precio y así nos ahorramos algo de dinero.

Cuando nos estábamos yendo un señor puertorriqueño se nos acercó y se puso a conversar un rato con nosotros porque nos escuchó hablando en español y en esas soledades era bien raro encontrar a alguien usando la lengua cervantina. Nos quedamos en el lobby platicando un buen rato y nos despedimos deseándonos buen viaje; el señor iba a Chicago mientras nosotros seguíamos nuestro camino a Seattle.

En la vía pasamos cerca de Little Big Horn, donde mas de 2.000 guerreros Lakota Sioux, Northern Cheyenne y Arapaho vencieron a las tropas del ejército enviadas a pacificarlos bajo el mando del comandante George Armstrong Custer. Ese campo de batalla es uno de los mas conocidos de las guerras libradas contra la población aborigen durante la segunda mitad del siglo XIX.

Mas adelante nos detuvimos a comer en un restaurante que tenía vista hacia una cadena montañosa llamada "Crazy Mountains" o montañas locas, que destacaba entre la pradera interminable.

En las mesas del restaurante estaban unos folletos que tenían anécdotas e historias diversas de la región junto con caricaturas y algunos chistes políticamente incorrectos y que hacían el tiempo de espera por la comida un poco mas ameno y divertido a pesar de la falta de corrección política. Cuando terminamos de comer regresamos a la pradera, era el tercer día en que lo que veíamos casi todo el tiempo era esto.


Al anochecer llegamos a Missoula, un pueblo que es también sede de la Universidad de Montana, por lo que su población es mayormente estudiantil. Nos costó encontrar alojamiento y esa noche hacía tanto frío que todo estaba hecho hielo y había que caminar con mucho cuidado. Finalmente encontramos un hotel con habitaciones disponibles cerca de la autopista y nos dispusimos a pasar la noche allí. 

Algo curioso fue que el encargado de la recepción como que había tenido algún tipo de encontronazo con la justicia, porque llevaba un grillete electrónico en uno de sus tobillos. Luego de instalarnos en la habitación le dije a Gitty que esa noche iba a ser la última que pasaríamos en la vía porque el sábado habríamos llegado a Seattle, aunque no antes de que anocheciera. Estábamos a punto de terminar el viaje.

No hay comentarios.: