martes, 17 de enero de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 114: El retiro de Gitty

 Llegué a la casa el 17 de agosto a las nueve de la mañana, Graciela, de vacaciones, dormía como un lirón con Lucy, y Gitty ya se había levantado para esperarme. Llegué trasnochado porque no pude dormir ni en el viaje de Seattle a Charlotte ni en el de Charlotte a Miami; en ambos vuelos me tocó el asiento del medio y los aviones iban completamente llenos, así que no pude acomodarme para dormir de ninguna forma.

Le dije a Gitty que tenía tanto sueño que mejor hablábamos cuando me levantara, así que me fui a bañar, comí un poco porque ella insistió en que comiera y me fui a dormir. Me desperté a las tres de la tarde y Gitty se fue a acostar a mi lado para que le presentara mi reporte del viaje.

- ¿Cómo te fue?

- Muy bien, terminé sin problemas el curso y el lunes que viene arranca la parte virtual, el último de mes me depositan lo correspondiente al mes de julio, que son 21 días, y todo el papeleo quedó listo.

- ¿Y qué tal estuvo tu estancia? ¿Cómo se portaron tus anfitriones? ¿No metiste la pata?

- No hubo problema de ningún tipo, son muy bellas personas y te vas a dar cuenta cuando los conozcas, todo estuvo de lo mejor y el lugar era muy tranquilo y con mucha fauna silvestre.

- ¿Cómo es eso de fauna silvestre? ¿No estabas en la ciudad?

- Sí, pero se colean animales silvestres, una noche me encontré un rabipelado (opossum o zarigüeya) en la ventana del cuarto y se quedó viéndome como si yo fuera un bicho raro, luego se volteó y se fue dándome la espalda con desprecio.

- Ni los rabipelados te quieren, 😀😀😀.

- Bueno, sí. Pero se dormía muy cómodamente allá. También les traje unas cosas y compré la ropa que me pediste, todo está en el maletín negro.

- Ahora lo veo, ¿entonces todo estuvo bien? Pero te jodiste la pata, o mejor dicho, ahora la tienes mas jodida.

- Sí, pero el dolor se me ha ido pasando y ya está casi normal, bueno, normal para su normalidad de pata medio tiesa.

- Bueno, al menos te la salvaron, imagínate tú mocho y con pata de palo.

- ¿Y cuándo vas a renunciar al trabajo? ¿ No lo ibas a hacer este mes?

- El último de mes me voy, no los aguanto mas por tramposos y tracaleros.

- Vete de esa vaina, coge pausa y luego trabajas de freelancer o te coges el tiempo hasta que nos vayamos.

-Eso lo voy a pensar. Por cierto, el fin de semana que viene me están invitando unas compañeras de trabajo que son testigos de Jehová a un retiro que tienen en West Palm Beach.

- Bueno, si te sientes cómoda con ellas no veo por qué no puedas ir, aunque acuérdate que esa religión tiene ritos muy diferentes, así que te tienes que adaptar.

- Es que quiero ver cómo es la cosa con ellos y lo que opinan acerca de la vida en el mas allá luego que uno muere.

- Bueno, nadie sabe que es lo que pasa, solo hay conjeturas y opiniones, pero nada claro. Sin embargo, si te sientes mejor en tu búsqueda de respuestas yendo para allá, pues dale.

- ¿Entonces puedo ir?

- Pues claro, no soy tu papá, no necesitas pedir permiso, con decirme que vas es suficiente. ¿Y cuándo te vas?

- Este viernes a mediodía y regreso el domingo en la noche.

- Ok, acuérdate del código de vestimenta, no puedes usar ciertos tipos de ropa.

- Sí, tengo que estar pendiente de eso.

- Mañana es mi cita en la corte para pagar la multa.

- ¿Y qué vas a hacer?

- Pagarla, desde luego, así salgo de eso.

- ¿A que hora es la cita?  

- A las 11 de la mañana.

- ¿Y tienes los reales?

- Pues claro, tengo todo listo.

- Ya te hice la comida, ponte en órbita para que vayas a comer.

- Ok, gracias.

Al día siguiente fui a la corte y pagué la multa, mientras que Gitty se alistaba para su paseo a West Palm Beach. La pasaron buscando el viernes a mediodía y me quedé como amo de casa todo el fin de semana.

Como soy buen amo de casa, me dediqué a pasear a Lucy, cocinar, limpiar y dejar todo listo para cuando Gitty regresara; el domingo en la noche la dejaron en la puerta de la casa y me comentó sus impresiones.

- ¿Cómo estuvo la cosa?

- Muy interesante, no me voy a cambiar de religión, pero hablaron algunas cosas que valía la pena escuchar.

- ¿Y tuviste chance de pasear o cosas así?

- Un poco, el retiro era en un resort que daba hacia la playa y pude caminar en momentos libres con las señoras que me acompañaban, pero siempre pasa algo raro.

- ¿Como qué?

- Una de ellas quería que me casara con un viejo que era familia suya para que le resolviera los papeles, que él tenía algo de dinero y era un buen partido y que además era alguien muy respetado en la comunidad y así podría yo integrarme sin problemas.

- Coño, ¿y qué le dijiste? ¿ellas no saben que tú estás casada?

- Sí, pero me dijeron que eso no era problema, porque me podía divorciar, que para eso me habían invitado.

- Verga, te querían arreglar la vida de una vez.

- Pues sí, les dije que no veía por qué me iba a divorciar si quería a mi marido y también les dije como la canción de Alejandro Sanz con Shakira; te lo agradezco pero no. Al final no hablaron mas del tema y seguí escuchando los sermones. Que vaina con la gente que se pone a buscarme marido, como que si yo estuviera en venta.

- Bueno, tuviste una experiencia interesante y descansaste de nosotros un fin de semana.

- Lo de la experiencia es cierto, pero ustedes siempre me hacen mucha falta.

- Bueno, ponte cómoda y luego comes, que hay comida lista.

- ¿Y qué hiciste?

- Chuletas con ensalada y arroz, por si llegabas con hambre.

- ¡Que rico! Me voy a bañar para comer.

- Dale entonces, un besito.💋 

- Mas de uno.💋💋💋💋💋

Ese paseo le sirvió mucho a Gitty en lo que se refería a su espiritualidad, luego de la muerte de su padre ella quería saber qué sucedía después de la muerte, y esa búsqueda no se detuvo hasta que a ella misma le tocó embarcarse para ese viaje sin retorno. 

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