Ese jueves salimos mas temprano que de costumbre para que nos rindiera el día. A las 10 de las mañana estábamos fuera del hotel y cogimos vía al monumento nacional; salimos tan rápido que decidimos pasear a Lucy en el propio parque para no perder tiempo.
Como era jueves en la mañana y en el mes de enero, con el invierno a plenitud, casi no había visitantes; eso nos favorecía porque teníamos suficiente espacio para estacionarnos y podíamos disfrutar del monumento sin lidiar con multitudes. La vía de acceso al lugar es muy bonita, está bien mantenida y tiene túneles excavados en la roca, asimismo hay una zona comercial donde venden souvenirs y recuerdos.
Al llegar fue todo un show porque no sabíamos si el camión podría pasar y luego no encontrábamos el lugar correcto para estacionarnos.
Al final nos paramos y saqué a pasear a Lucy, que necesitaba aliviar su vejiga. También tratamos de pasarla de contrabando, pero los encargados nos dijeron que no. Un visitante que llegó mas tarde se hizo el loco, no le preguntó a nadie y se metió con su perro, tomó fotos y se largó antes que le dijeran nada; lo encontré en la entrada y me dijo que quería tomarle fotos a su mascota en el monumento y por eso lo metió rapidito y salió antes que lo regañaran. Debimos haber hecho lo mismo.
Luego de guardar a Lucy en el camión (valga aclarar que a ella le teníamos un nido preparado con mantas y toallas para que no pasara frío cuando teníamos que dejarla en el camión porque íbamos a comer o circunstancias como ésta; además, antes de salir ponía la calefacción al máximo para dejar el vehículo lo mas caliente posible) pudimos tomarnos fotos y filmar todo el lugar.
Esa visita fue una experiencia inolvidable para todos nosotros. Nos fuimos y seguimos ruta, todo el día jueves rodando por las praderas, viendo solo caseríos y monte, además de nieve pareja. Esa tarde comimos en un KFC que estaba a la orilla del camino y pasamos frente a un local llamado Wall Drug, del que nos cansamos de ver anuncios a lo largo de la vía.
Asimismo pasamos por los Badlands y por una esquina de Wyoming hasta que entramos a Montana.
Se hizo de noche y nos tocó buscar hotel, lo encontramos en algún lugar de Montana y su mayor particularidad es que era ¡UN EDIFICIO DE OCHO PISOS! En medio de aquel monte a alguien se le ocurrió la genial idea de construir un hotel así, se veía como un rascacielos, hasta tenía una piscina adentro y cuando llegamos estaba un montón de muchachos en el lobby buscando meterse en la pileta, junto con otros que ya se habían bañado.
En medio del despelote pudimos meter a Lucy encaletada sin mayor problema y hasta la sacamos a pasear por los alrededores sin que nadie se diera cuenta. Era jueves en la noche y todavía nos faltaba camino por recorrer, mas de cinco días rodando y un montón de estados transitados, pero nuestro destino todavía estaba lejos.
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