jueves, 19 de enero de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 116: Lo que dejamos en Miami.

 Ya teníamos todo listo para irnos, lo que nos faltaba era la acción en sí y el 21 de enero se acercaba rápidamente. Si bien nuestra mudanza no sería para nada tan definitiva como cuando nos fuimos de Venezuela, igualmente era un cambio de escenario que pondría tierra de por medio y dejaría atrás a varias personas que se habían ganado nuestro aprecio y cariño.

El viernes 20 dejamos que Graciela se despidiera de todos sus compañeros de clase y se tomara el tiempo necesario para hacerlo, era lo menos que podíamos hacer en esa situación. Durante nuestra estancia en Miami no fuimos a muchos espectáculos u ocasiones sociales, pero sí conocimos a ciertas personas muy valiosas.

El señor Sixto Barrios, que fue nuestro vecino y amigo, era bastante excéntrico, pero también era tan buena persona que fue el único hombre a quien Gitty llegó a encargarle el cuidado de Graciela cuando yo estaba de viaje y ella se encontraba trabajando. En esas circunstancias él con mucho gusto buscaba a nuestra hija a la escuela o esperaba la llegada del transporte escolar; la confianza que Gitty tenía en él era absoluta.

Otra gran amistad fue la de nuestra querida Kokoa, que era tan estricta con sus responsabilidades que una vez que Graciela pasó unos días de vacaciones con ella, ni siquiera permitió que saliera a pasear con unas amigas si ella no las acompañaba, porque las únicas personas a quienes les delegaría tal obligación sería a nosotros mismos cuando fuéramos a buscarla, a mas nadie.

No olvido a la comadre de mi mamá, Ivonne, que era otro miembro de nuestra familia, quien se había mudado a Miami hacía varios años y quería a Graciela como otra nieta mas, y que se hizo gran amiga de Gitty, quien la consideraba como una suegra sustituta en ausencia de mi mamá.

Yelitza, la gran amiga de Gitty desde Venezuela, cuya amistad perduró durante décadas, fue nuestro único contacto en Miami cuando llegamos, también sirvió como consejera y confidente de Gitty en muchas ocasiones y estuvo siempre con ella, es una amistad de toda la vida, quien la hacía rabiar cuando se ponía a burlarse de Lucy por el simple hecho de buscarle la lengua a Gitty.

Varios compañeros de escuela de Graciela han mantenido la amistad a través del tiempo, pero entre todos hay dos que se destacan, como lo son Eliane y Karina. Ellas siguieron siendo de sus mejores amigas a través de todo este tiempo, y siempre estuvieron en contacto, y ni hablar de sus padres. Por el lado de Eliane, Tony y Clara siempre fueron consecuentes y el aprecio era mutuo, excelentes personas cuya amistad ha perdurado en el tiempo y que gozaban de nuestra total confianza, al igual que nosotros disfrutábamos de la suya. También así pasaba con los padres de Karina, siempre atentos y muy queridos.

Mención aparte merece el padrino de Karina, Danny, que adoptó a Graciela como otra ahijada y fue clave en su desarrollo cultural, las sacaba a pasear los fines de semana y siendo un hombre de extensa educación y cultura, sembró la semilla de la curiosidad intelectual en nuestra hija, su influencia sobre ella fue invaluable.

Por último no se pueden olvidar los maestros, varios de ellos fueron importantes en su progreso educativo, como el profesor Ventura, que le inculcó el amor por las artes escénicas, o la profesora Wilcox, quien prácticamente le enseñó a escribir, y le tenía tanto aprecio que cuando veía a Gitty o a mí en la calle siempre se acercaba a abrazarnos y comentar los progresos de nuestra hija, o luego de aprobar su curso, nos preguntaba cómo le iba en sus nuevas materias.

Mucha gente buena dejamos en Miami, gente que nos ayudó de diversas maneras, que se convirtieron en nuestra familia y a quienes les estaremos eternamente agradecidos por todo el cariño que le tuvieron a nuestra amada Gitty. 


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