Gitty acostumbraba pelear por todo y por nada, era su costumbre. Ese diciembre estaba molesta porque yo volvía a Seattle el cinco de enero y me lo reclamó la noche del 28 antes de acostarnos, cuando ya estábamos en la cama.
- Resulta que tengo un marido solo de nombre, porque lo veo apenas diez días al mes, cuando mucho.
- Pero es que tengo que trabajar, y esto es lo que he conseguido, no estábamos mejor cuando daba clases, que me la pasaba trabajando como un burro y siempre estaba cansado.
- Sí, pero es que siempre te vas y no te puedo disfrutar porque no estás en la casa.
- Pero luego estoy 10 días corridos en la casa y me encargo de todas las tareas domésticas, además salimos los fines de semana y tú estás tranquila todos esos días porque no te tienes que preocupar de la casa.
- Ya tenemos mas de dos años en esto y con eso que me dijiste que este contrato dura dos años me hace sentir mal.
- Pero eso tú lo sabes desde el principio y me dijiste que si pagaban bien pues que le diera porque había que buscar el dinero.
- Pero eso así no me sirve, y con eso que me dijiste que los demás estaban metiendo mujeres en los apartamentos, pues menos me gusta, no vaya a ser que tú también estés metido en eso.
- Si te lo dije es porque no lo voy a hacer, yo respeto las condiciones del contrato. Ahora, también casi todos esos carajos son solteros, y bueno, quieren darle gusto al muñeco, y si hay mujeres disponibles y que quieran divertirse con el muñeco, pues dale que no vienen carros; pero ni hablar de ponerme en esas vainas porque primero tendría que buscar la mujer y sabes que no soy bueno para esas cosas.
- Y tienes que estar consciente que eres el único palo que hay en esta casa. Así que tienes que cuidarte porque luego me puedes enfermar a mí.
- Pero yo no voy a estar en ese negocio chato, como te dije, no me interesa y eres mi mujer. Si voy a hacer algo prefiero hacerlo contigo, que nos conocemos bastante, así que quédate tranquila, y acuéstate, que tenemos que dormir.
- Pero igual sigue sin gustarme eso que estés tan alejado. Hasta mañana.
Cuando nos levantamos en la mañana ella estaba realmente furiosa, se había ido calentando durante la noche y al despertarse cuando vio que estaba también despierto me dijo:
- Esto no puede ser, a mí no me vayas a tocar. Porque tú lo que quieres es irte de la casa y dejarme sola y así empatarte con una catira de por allá.
- Por favor, no te pongas así. Traté de tocarla y saltó como si hubiese visto una culebra.
- Yo me pongo como me dé la gana, tú lo que quieres es acostarte con una de esas mujeres de allá.
- No digas eso, por favor.
- Sí lo digo porque es así.
Para ese momento tenía la cara roja de la rabia, así que le dije:
- De verdad que no me gusta que te pongas así, no sé como decirte que te quiero y sin ti mi vida no tiene sentido, no voy a arriesgar lo que mas amo por una aventura que de paso sé que me va a representar un montón de tiempo y esfuerzo perdido que debería ocupar en hacer mejor mi trabajo en vez de perseguir mujeres. Te quiero demasiado como para hacer algo así, por favor, no te pongas brava conmigo, hago esto para que podamos vivir de una forma medianamente aceptable. No sabes lo que añoro tus besos cuando vengo en el avión de regreso, lo único en lo que pienso es en verte, abrazarte y besarte.
Cuando terminé de decir eso, ella se volteó hacia mí y me dio un beso enorme, al voltearse ya tenía la boca lista para besarme, me abrazó y se me lanzó encima. Duramos besándonos varios minutos, fue tan apasionada la escena que pasamos a otras actividades casi sin darnos cuenta; luego de recuperar el aliento me dijo:
- Es que me pongo mal porque me faltas y no puedo hacer esto contigo mas a menudo, porque yo soy de carne y hueso y siento y padezco. Tú me haces feliz y me llenas como mujer, cuando no estás me pongo triste y no hallo que hacer.
- No tienes por qué molestarte, a mí me pasa igual, por eso es que añoro tus besos, extraño tu cuerpo y tu cara, por eso es que apenas termino de trabajar me voy corriendo al aeropuerto para llegar lo mas rápido posible. Este tiempo que pasamos peleando deberíamos aprovecharlo en besarnos, meternos mano y disfrutarnos, en vez de estar con caras amarradas.
- Tienes razón, después llegamos a viejos y no vamos a poder hacer estas cosas, o al menos no las vamos a poder hacer con la misma frecuencia.
- Eso es lo que te digo, porque uno el hombre cuando se pone viejo no tiene la misma fuerza de antes. Hay que aprovechar el tiempo mientras se pueda.
- Eso voy a hacer de ahora en adelante, pero si te sale otro contrato por allá nos vamos a mudar todos, porque no voy a calarme mas esta vaina, quiero a mi marido cuando quiera, y no tener que estar esperando a que llegue.
- Ok, si me sale otro contrato allá nos vamos a vivir todos para allá, parece que el trabajo está en la costa oeste.
- Luego no te eches para atrás o salgas con excusas, ya nos pusimos de acuerdo.
- No lo voy a hacer.
- Bueno, me voy a bañar con agua tibia.
- Voy después de ti.
Siempre tenía como costumbre darse una ducha con agua tibia luego de los ejercicios conyugales porque decía que la hacía sentirse relajada y bien. Yo también cogí esa costumbre y puedo decir que lo que ella decía era cierto.
Esa navidad la pasamos en casa y el año nuevo nos pusimos a inventar yéndonos a Fort Lauderdale donde supuestamente iba a haber una celebración en la playa, pero no hubo nada de eso; nos enteramos de la llegada del 2010 por la bulla en los restaurantes y bares, no por ningún reloj ni fuegos artificiales. Igual hicimos nuestro brindis y nos comimos las uvas, no hizo falta sacar maletas ni nada de eso porque estábamos bien lejos de la casa y así era mas que suficiente.
¿Qué nos depararía el 2010?
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