domingo, 23 de abril de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 206: Nueve semanas y media.

 

- Debiéramos escuchar hoy el programa de blues de la radio, que trae canciones muy buenas.

- Por mí está bien, para variar, así escuchamos algo nuevo y nos ponemos mas cultos.

- Ok, entonces esta noche es de radio y Budweiser, para enfurecer a los puristas.

- Como si alguien nos estuviera viendo o le importara lo que hablamos, lo que hacemos es sentarnos en el sofá a hablar güevonadas y recordar los viejos tiempos, como dices tú: "cuando las vacas eran gordas y la música era música."

- Bueno, esa frase no es mía, eso lo decía el viejo Ramón Molist Cayón, todavía recuerdo su nombre completo después de todos estos años, el viejo catalán que trabajaba en la oficina de contabilidad de la clínica El Ávila.

- ¿Ese no era el viejo que tú contabas que le salía con patadas a la gente cuando atendía el teléfono?

- Bueno, no era con todo el mundo, eso pasaba cuando llamaban a un tipo que había trabajado allí que se llamaba Adelmo, el sujeto parece que tenía muchas mujeres y ellas lo seguían llamando a la clínica después que se fue. El viejo era un vacilón porque tenía la mecha corta, no era muy paciente, y cuando las mujeres insistían en llamar se arrechó y cada vez que preguntaban por el tal Adelmo les decía: "lo botaron como un perro" y con la misma les tiraba el teléfono ¡PAF!

- Coño, ese viejo sí era cómico.😂😂😂😂 

- Sí, él era quien decía que cuando era joven aplicaba lo que él llamaba la "táctica catalana:" "del baile pa'l hotel."

- Como que tuvo una juventud muy movida.

- Así parece, era un vacilón.

- Esta semana me estaba acordando de cuando éramos novios.

- Sí, que tiempos aquellos, tú eras la muchacha mas bella y dulce que había en todo el planeta Tierra, me sentía como un superhéroe cuando estaba a tu lado.

- Bueno, yo estaba acordándome de cosas menos románticas y mas movidas.

- 👀👀👀👀😬😬😬 Cuidado, no te vayas a poner fresca, como le dijo Willie Colón a Madame Kalalú.

- ¡Ay, tú si eres moralista! Estamos solos, Lucy no sabe de lo que hablamos y tú te asustas, como si no fuéramos marido y mujer, tú sí eres bobo.

- No es eso, es que me da pena.

- Pena da robar y eso si a uno lo ven.

- Bueno, está bien, ¿de qué te estabas acordando?

- ¿Te acuerdas de la película aquella, ocho o nueve semanas, o eran siete? No recuerdo bien, pero que era bien erótica sin que cayera en lo pornográfico.

- Ah, nueve semanas y media, sí, claro que me acuerdo.

- De esa me estaba acordando esta semana mientras estaba trabajando.

- ¿Y eso?

- ¿No te acuerdas de lo que hicimos después de ver la película?

- Ah, eso.

- ¿Solo "ah, eso"? Yo todavía lo recuerdo.

- Sí, ya sé.

- Ahora te comieron la lengua los ratones, ¿no te acuerdas de lo que inventamos?

- Bueno, sí. También recuerdo que nos fuimos a un hotel de la Panamericana a "recrear" escenas de la película. Yo sí era pretencioso, aunque creo que no fuimos los únicos, pero estaba muy en desventaja al compararme con Mickey Rourke, ese tipo era un galán. En cambio tú sí estabas en la misma liga de Kim Basinger.

- Yo te veía como todo un galán, mi galán de ébano.

- Galán de otoño

- ¿Y de qué te ríes?

- De esa vaina de galán, si yo era mas feo que un carro por debajo, tú misma me dices que me parecía al Pato Lucas.

- Bueno, pero eras muy tierno y romántico, y muy apasionado también.

- Es que esos tiempos teníamos una pasión muy intensa, parecíamos dos volcanes, ese fuego nos quemaba por dentro, no nos podíamos ver.

-Porque nos veíamos y lo que queríamos hacer era chaca-chaca, ¡pero era de lo mas rico!- y al decir esto hizo su gesto característico cuando algo le gustaba mucho.

- Bueno, esa es la trampa de las hormonas. Al menos hice bien mi trabajo, porque supuestamente por lo que leo todas las mujeres están insatisfechas.

- Esas serán "argunas" porque a mí siempre me gustó mi marido, aun cuando estaba arrecha con él porque se portaba mal.

- Bueno, tampoco me portaba tan mal.


- Me acuerdo que fuimos a un CADA a hacer un mercado de las cosas que vimos en la película y usamos toda esa vaina en el hotel e hicimos un reguero.

- Sí, que pena, eran los tiempos en que no nos hacía daño el chocolate, ahora ni de vaina podemos hacer eso porque el reguero podría ser de otro tipo.

- Juventud, divino tesoro. ¿Y te acuerdas cuando nos pusimos de ociosos a alquilar películas porno ique para ponernos en ambiente?

- Claro que me acuerdo, eso fue después de casarnos, cuando vivíamos en La Pastora, como si necesitáramos esa vaina, en ese entonces estaba afiliado al club de video del Ateneo de Caracas, los tipos tenían todas esas películas de carne con papas en un sitio aparte.

- Me acuerdo porque la primera vez fui contigo y me eché a reír viendo las portadas.

- De hecho escogiste las que nos íbamos a llevar.

- Sí, fueron cuatro, y creo que vimos una sola.

- Porque nos quedamos dormidos, me acuerdo bien de eso. Nos pusimos a verla y me dio sueño, y cuando me desperté se había terminado y tú estabas dormida al lado mío.

- Sí, nos pusimos a preparar todo de lo mas sensual, pusiste la película y de repente te sentí roncando.

- ¿Roncando?, si yo no ronco.

- Pues estabas roncando, pero con todo y los ronquidos dormías tan sabroso que me dio sueño también, apagué el televisor y me puse a dormir.

- Nos despertamos después de medianoche. Al final devolvimos las películas sin verlas, se perdieron esos reales.


- 😂😂😂😂😂 Alquilamos unas películas porno para nada, nosotros sí éramos pendejos.

- Pues sí, botamos esos reales. Y no sé de dónde nos salió esa puntada de culo de estar alquilando esas películas.

- Bueno, es que queríamos ponerle mas picante a nuestra intimidad.

- Como si necesitara mas picante, esa vida nuestra parecía un ají chirel.

- Y ya se nos acabaron las cervezas y te despachaste todo el chicharrón. ¿será que nos vamos al cuarto?

- Buena idea, quiero ver una película de Disney, la nueva versión de Mary Poppins.

- Vamos a verla entonces. Arregla todo.

- Ok.

 
 

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