Gitty había insistido tanto en que escribiera un artículo para el concurso de Seattle escribe que al final decidí seguirle la corriente para que no se molestara. La fecha límite para enviar los manuscritos era el 14 de junio de 2017 y el 13 me llevé la computadora al hospital porque era día de dosis anticáncer. Mientras le hacían los procedimientos a Gitty, me puse a escribir un artículo político, para variar.
Como el tema era acerca de puentes, pensé acerca de individuos que los destruyen en vez de construirlos y por ahí me fui. Terminé antes que se acabara la dosis, revisé lo escrito un par de veces y se lo di a Gitty para que lo leyera y me indicara errores que se me habían pasado o si tenía algunas sugerencias para mejorar el artículo; me señaló algunas cosas que corregí y ajusté in situ, se lo devolví para que volviera a leer, me dio el visto bueno, preparé el correo electrónico, escogí el seudónimo (Peter Arepa, ese nombre tiene su historia también) bajo el que iba a enviar el archivo, lo anexé al correo y le dí al botón de "send."
- Bueno, ya cumplí.
- Vas a ver que vas a estar entre los ganadores, tú eres muy inteligente y escribes muy bien.
- Bueno, ya veremos, lo escribí a la carrera y no estoy muy conforme, creo que le falta todavía, pero lo hecho hecho está, veremos qué pasa.
- Vas a ver, te lo digo yo, vas a estar entre los ganadores y te van a publicar el escrito.
- Dios te oiga y los ángeles digan amén. Amanecerá y veremos.
A decir verdad me olvidé del asunto, en la convocatoria se indicaba que los ganadores serían anunciados a mediados de septiembre y se les comunicarían los resultados a las direcciones de correo electrónico que habían puesto. Mayor fue mi sorpresa cuando el jueves 14 de septiembre me llegó un correo de Seattle Escribe donde me felicitaban por haber sido uno de los 20 seleccionados, se lo enseñé a Gitty y se puso tan alegre que pensé que le iba a dar una vaina, me abrazó, besó y me dijo:
- ¡Yo lo sabía! ¡Yo sabía que ibas a ser uno de los ganadores!
- Bueno, pero tampoco es para tanto, no es el Nobel de literatura tampoco.
- ¡Premio es premio! Vamos a ir a la ceremonia de premiación, ¿cuándo va a ser?
- El domingo 12 de noviembre en la biblioteca central de Seattle a las tres de la tarde.
- Bueno, tenemos que estar allá a las dos y media. Me voy a vestir muy bien para que te veas bien representado. ¡Ay, que contenta estoy!
- Bueno, nos acomodamos y vamos para allá, le diré a Graciela a ver si quiere ir.
- Tiene que ir, a su papá le van a dar un premio.
- Bueno, tú sabes como es ella.
Al final Gitty le dijo que nos acompañara, a lo que respondió que sí y ese domingo, frío y lluvioso para variar, nos fuimos a la biblioteca, llegamos al auditorio y Gitty se puso a tomar fotos.
El acto fue mas importante de lo que yo creía, estuvieron presentes el cónsul de México en Seattle y la directora del Instituto Cervantes de Estados Unidos, al igual que varios de los jurados quienes intervinieron vía teleconferencia desde España, no recuerdo sus nombres, pero un par de ellos formó parte del jurado de los Premios Planeta; también invitaron a un grupo de música folklórica latinoamericana que interpretó varias canciones de su repertorio. Después de finalizada la ceremonia nos quedamos un buen rato conversando con los músicos para luego regresar al apartamento de Tukwila.
Gitty estaba tan contenta que casi se le salía el corazón del pecho, a pesar de que yo le decía que la cosa no era para tanto, aunque al menos por una vez en la vida se sentiría orgullosa de mí, luego de tantos malos ratos y meteduras de pata de mi parte. En esta ocasión hice algo bien.
Al principio del post se encuentra anexo el artículo que escribí, para que mis desventurados lectores lo lean si desean saber el por qué del premio que me entregaron.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario