- ...O te das cuenta y te haces el güevón cuando estás delante de mí, quien sabe cómo será la vaina cuando no estoy por todo eso.
- Deja la vaina, chica, que igual las mujeres no me paran bola. ¿Qué música quieres poner esta noche?
- A Pecos Kanvas. ¡Alexa: canciones de Pecos Kanvas!
Y Alexa respondió lo mismo de siempre: "Reproduciendo de forma aleatoria canciones de Pecos Kanvas en Amazon Music."
- Ese cantante fue bastante famoso y se vino a morir antes de tiempo.
- ¿Y de qué se murió?
- Algo del corazón o los pulmones, pero no estaba tan viejo.
- Que lástima.
- Yo tengo una anécdota, no de él, sino de un tipo que se parecía a él.
- ¿Y qué pasó?
- Eso fue un domingo de 1980, resulta que mi mamá le había alquilado una habitación del apartamento a un chamo de Mariara llamado Samuel, tenía en ese entonces como 23 años y trabajaba como contable en una empresa de auditores, el tipo se puso las pilas y se inscribió para estudiar por las noches la carrera de contaduría pública en la Católica.
Lo cierto del caso es que lo ascendieron, empezó a ganar mejor sueldo y decidió cambiar su carrito, que era un Renault 12, por un Malibú Classic coupé de 1976 rojo con techo de vinyl negro; el propio imán para mujeres. Un fin de semana se fue al pueblo a visitar a la familia y se le perdieron las llaves del carro, así que llamó a mi mamá para ver si le podíamos llevar José y yo las llaves de repuesto que él le había dado a ella en caso de que se produjera esa eventualidad, que él nos reembolsaba el pasaje y de paso nos brindaba la comida en casa de su familia.
- ¿Y se fueron para Mariara?
- Pues claro, José y Samuel eran de la misma edad y yo tenía 14 años, a esas edades ¿a quién no le gusta la aventura?
- Pues sí, como nosotros cuando nos fuimos a vivir solos y luego nos lanzamos ese viaje a Punto Fijo. ¿Y qué pasó después?
- Bueno, llegamos, nos dieron un sancocho de gallina, bistec, ensalada, un montón de comida. Nos habíamos ido temprano en la mañana en autobús a Maracay y allí nos recogió Samuel en el carro del papá. Como a las cuatro de la tarde cogimos la vía de regreso porque esa noche iban a estrenar la película "Patton" en televisión y todos queríamos verla. El detalle acerca de la vaina es que no te he contado que el Samuel de verdad se parecía al Pecos Kanvas, se gastaba un peinado afro que se cuidaba mucho, lo tenía redondito, y ese era uno de sus ganchos con las mujeres.
Nos vinimos a Caracas por la autopista, pero en Tejerías nos desviamos y seguimos por la carretera Panamericana, pasamos por Los Teques, nos conseguimos con algo de tráfico en San Antonio de los Altos y unas mujeres que estaban en otro carro se pusieron a gritarle al Samuel; ¡Pecos! ¡Pecos!, una vaina toda loca, de verdad creían que él era el cantante.
- ¿Y cómo terminó la cosa?
- Él les dijo que no, que su nombre era Samuel, pero que podía invitarlas a pasear si querían.
- No sabía nada el carajo.
- No, por eso salía todos los viernes con mujeres diferentes, el tipo era todo un galán.
- A ti también te ven las mujeres.
- Que va oh. La única que me ha parado bolas eres tú.
- Claro que no, y espérate que voy a buscar mas pasapalos y a servirme otra copa, ¿ya terminaste con tu vaso?
- Sí.
- Dámelo pues, para llenarlo.
- Ok, aquí está.
Luego regresó con todo y me dijo:
- Yo siempre pensé que tú un buen día te ibas a escapar con la morocha (gemela).
Esa morocha a quien ella se refería era una muchacha, casi cinco años mayor que yo, que estudiaba conmigo en la universidad y siempre andaba conmigo; pero sin ningún interés romántico de su parte porque ella tenía gusto por los italianos, exclusivamente por ellos. A pesar de ello, Gitty siempre le tuvo celos
- Eso nunca iba a pasar, ella me lanzó desde que la conocí a la friendzone.
- ¿La friendzone? ¿qué vaina es esa?
- Es algo similar a la zona fantasma de Superman, una vez que caes allí jamás podrás salir, permaneces por toda la eternidad.
- Entonces ella te veía como un amigo, mas nada, sí Luis.
- ¿Tú no me dijiste que tu mejor amigo de bachillerato, José Pérez, que en paz descanse, te pidió en algún momento que fueras su novia y tú le dijiste que no a pesar de que lo querías mucho?
- Sí, pero yo no lo veía como hombre, lo quise siempre como quiero a Rafaelito, como un hermano.
- Bueno, esa es la friendzone, lo quieres mucho pero nada que ver con el romance.
- Ahora entiendo, pero ¿a ti no te gustaba ella?
- Al principio, porque me enamoraba un poco de todas las muchachas que conocía, pero luego me di cuenta de por donde iban los tiros y dejé eso así.
- Menos mal que ella no se interesó en ti, porque eso fue ganancia para mí.
- Bueno, sí, es una forma de ver las cosas, al menos me ves como ganancia, esa es una buena señal.
- Deja la vaina, que hemos estado juntos mucho tiempo.
- En cambio a ti siempre te han estado revoloteando zamuros todo el tiempo, la cosa ha estado mas tranquila aquí en Seattle, porque en Miami casi que se hizo insoportable. En cambio yo puedo contar la cantidad de mujeres que me han visto interesante con los dedos de una mano y me sobran dedos.
- ¿Y cuáles fueron?
- Saca a la morocha de la cuenta porque ella me metió en la zona fantasma, tú eres tú y no entras en la cuenta tampoco, así que me quedan tres.
- Coño, tres ¿y quienes fueron las afortunadas?
- ¿Te acuerdas cuando el papá de Nelson se murió y fui a Caripe del Guácharo a darle el pésame?
- Sí.
- En el autobús una jeva se me sentó al lado como a las cuatro horas de camino y me sacó conversación y de repente me preguntó: "¿tú tienes novia o estás casado?, y yo le respondí que sí. Luego el Nelson me armó un peo porque debí haberle dicho que no.
- Que buen amigo me resultó el Nelson, le debería formar su peo por traidor, ¿Y las otras?
- Quedan dos, una empleada de la oficina de Vengas de Cumaná, una vez que fui a arrancar una auditoría resultó que a la tipa le gusté, vaya a saber usted por qué y sí me sacó cuadros de frente.
- ¡Coño!
- Pero solamente estuve dos días, así que no tuvo chance de hacer nada. Luego regresé a Cumaná pero fue contigo, y recuerdo que te echó una mirada asesina, como diciendo, ésta se me adelantó y de paso le sacó cría.
- El herrero, el tipo de Miami que fue a arreglar la nevera y me dijo así de frente que tuviéramos sexo, un tipo que trabajaba en seguros también en Miami que decía que me pretendía y yo le decía "tú lo que me pretendes es coger." En Venezuela también. el acosador de la universidad, el profesor, en Latinoamericana de seguros, el brujo, tres tipos en el SENIAT. Todos los tipos me querían coger.
- Esta conversa sí ha estado buena, y me he enterado de un montón de vainas que no sabía. Resulta que estoy casada con todo un galán, por eso siempre tenía que estar pendiente de ti, porque hay mucha aprovechadora en la calle lista para robarle a una su marido.
- ¡Coño! Ahora voy a creerme George Clooney o Denzel Washington. No me jodas, eso es porque hasta un reloj que no sirve da la hora correcta dos veces al día.
- No me quites la ilusión, que eso me hace subir la libido.
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Que mejor nos vamos al cuarto porque quiero probar el sabor de mi marido, el sabor que todas esas se quedaron con las ganas de probar.
- Esto escaló bien rápido.
- No importa, arregla todo y vámonos al cuarto antes que Lucy se despierte.
- Está bien, sus deseos son órdenes.
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