lunes, 3 de abril de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 186: Radio y quimioterapia

 


Lo que se venía no era nada fácil; 27 sesiones de radioterapia y seis de quimioterapia, ahora con Avastin combinado con Paclitaxel, combinación especializada en disolver tumores y "matarlos de hambre." Se esperaba que esa combinación destruyera los remanentes de cáncer que se encontraban refugiados en el bazo según lo que había determinado la tomografía del 14 de junio.

Las radiaciones empezaron el lunes 20 a las 10 de la mañana y serían aplicadas de lunes a viernes a la misma hora 26 veces; para el vigesimoséptimo día se le introduciría a Gitty por la vagina un aparato radioactivo que irradiaría toda esa zona y así se cerraría ese tratamiento. Mientras tanto, la quimioterapia iba a ser dada en paralelo con una sesión cada tres semanas y estaba programada para iniciarse el martes 5 de julio.

El principal efecto secundario del tratamiento iba a ser la fatiga, acompañada de sueño y muy posiblemente náuseas junto con debilidad general. Todo esto hacía que la situación se nos hiciera sumamente complicada porque no podía estar faltando constantemente ni al trabajo ni al curso y a la vez era imperativo que Gitty contara con transporte para ir y venir del SCCA; también se haría necesario contar con ayuda en las labores domésticas porque ella no iba a estar en condiciones de hacerlas y yo no tendría el tiempo necesario para ocuparme de tales menesteres. A eso había que sumar que Graciela estaba en clases a tiempo parcial necesarias por los créditos pendientes para recibir su título y al mismo tiempo trabajaba en la campaña presidencial del partido demócrata.

Todo esto elevaba los niveles de estrés familiar hasta niveles estratosféricos; por suerte contamos con grandes amigos que nos ayudaron en tales momentos. El viernes 17, el señor Dan y su esposa nos invitaron a una cena en su casa para darle la bienvenida a un estudiante posdoctoral que venía de Australia y el sábado 18 fuimos al estadio de béisbol a ver el juego de los Marineros, que ganaron 4-1 a los Rangers de Texas.

Para el lunes, otra amiga, la señora Kimm, que también era paciente de cáncer, se había ofrecido para llevar y traer a Gitty cuando yo no pudiese hacerlo, que sería casi todo el tiempo. También es justo reconocer que Guillermo y su mamá estaban dispuestos a ayudar cuando ni la señora Kimm ni yo pudiéramos.

Con el problema del transporte ya resuelto faltaba ver como hacer con las labores domésticas, especialmente la cocina porque se presentaba un obstáculo muy interesante que era el siguiente: Gitty solamente comía alimentos de restaurantes en ocasiones especiales, pero no los toleraba para alimentarse de forma habitual; ella prefería hacer su propia comida porque decía que era la mas sana. Había que buscar a alguien para asistirla en las labores de cocina porque lo demás podía hacerlo yo.

Aquí apareció otro gran amigo. Cuando Graciela recibió su beca de College Success Foundation, el director principal, el señor Barry Goren, le tomó mucho cariño y cuando nos conoció pues nos cogió aprecio también; en algún momento Graciela le comentó acerca de lo que venía y él gustoso se ofreció a buscar una solución.

El señor Barry movió cielo y tierra para resolver el problema y pudo encontrar una agencia de especialistas en cuidado de pacientes para asistirnos mientras fuera necesario; así ayudarían a Gitty para que estuviese cómoda mientras guardaba reposo.

De una forma casi milagrosa estos ángeles dieron un paso adelante para darle la mano a Gitty en ese tiempo en el que necesitaba toda la ayuda posible. Sin embargo, el estrés pasó su factura, sobre todo con Graciela, que se quebró bajo la presión y se puso muy agresiva, tanto que hasta a veces afectaba a la propia Gitty con sus cambios de carácter. Entretanto tenía que concentrarme en mis labores porque no podía arriesgar el seguro médico y tenía que hacer de tripas corazón para no perder el control ni hundirme bajo el estrés; luego cobraría su peaje en mi propio cuerpo, pero todavía faltaba un par de años para eso.

La cuidadora que se quedó con Gitty y que la ayudó enormemente fue una señora aborígen de una de las tribus indígenas del condado, creo que la Muckleshoot si estoy bien encaminado; su nombre es Magenta y su asistencia fue invalorable, Gitty le agarró mucho cariño.

Otro efecto secundario de las radiaciones era la incontinencia porque los esfínteres estaban en la zona a ser irradiada e iban a ser afectados, por lo que había que tener pañales y toallas sanitarias a mano.

A final de cuentas teníamos todo listo de una manera u otra y Gitty pudo iniciar su tratamiento relajada, que ya bastante tenía con su enfermedad y todo lo que tendría que pasar. Todos los efectos secundarios se le manifestaron con mucha fuerza, tanto en la radio como en la quimio, la única ventaja de estas medicinas estuvo en que no se le cayó el pelo, mas nada.

Viendo como estaban las cosas, un día le comenté a Gitty que algo que decían los psicólogos era muy cierto; cuando en la familia hay alguien con una enfermedad grave, de una manera u otra todos están afectados por esa enfermedad. Por eso lo mejor que podíamos hacer era mantenernos unidos y enfrentar todo juntos para así lograr el éxito.

Pero ese túnel que estábamos cruzando era muy largo y en un par de ocasiones Gitty se sintió desfallecer, sin embargo sacó fuerzas de flaqueza y estas dos canciones la ayudaron para buscar la luz al final de ese túnel.

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