Cuando nos casamos ninguno de los dos era experto en cocina, aunque al final ambos aprendimos a hacerlo, pero ella prefería cocinar porque era mucho mas rápida que yo haciendo la comida.
El proceso de aprendizaje fue relativamente rápido porque ambos habíamos visto a nuestras madres cocinar y así combinamos sus platos y sazones; la cocina de Gitty fue evolucionando con el tiempo y así se convirtió en una experta. Los únicos componentes que se le hicieron complicados fueron las arepas y las salsas; de las primeras siempre se quejó porque no le quedaban en el punto exacto de cocción, mientras que las segundas raras veces quedaban con la consistencia correcta.
Pero a cambio de ese par de platos que se le hacían tan reacios, logró extraordinario éxito en muchos otros. Las sopas eran sus preferidas, les añadía una cantidad enorme de verduras y pasta, lo que lograba que con un plato de sopa, bien sea de carne, pollo o pescado, pudiera uno estar lleno casi todo el día. Los postres eran su especialidad; aprendió a hacer montones, desde quesillo hasta arroz con leche, pasando por toda clase de tortas (pasteles) y pies.
Siempre estaba en busca de recetas para inventar platos nuevos, y así dejó varias carpetas con recetarios de revistas y manuscritos de otras varias que aprendió con amistades y conocidos. Cuando preparaba un plato siguiendo la receta, no siempre seguía al pie de la letra las instrucciones, en ocasiones cambiaba algún ingrediente, forma de preparar o tiempo de preparación; de esa manera creaba una variación que resultaba muy interesante y a veces hasta realzaba el sabor del plato.
También inventaba experimentos, como cuando en julio de 2017 quiso hacer hallacas, a pesar de ser un plato navideño muy laborioso, por lo demás. Pusimos manos a la obra un fin de semana a mediados del mes y quedamos molidos por el esfuerzo hecho, aunque las hallacas y bollos quedaron muy sabrosos, hechos al estilo caraqueño.
Los fines de semana se inventaba recetas diversas que le quedaban muy bien. Desafortunadamente, a partir de 2019 tuvimos que sacar varios alimentos de nuestra dieta motivado a mis problemas gástricos y los de ella con el cáncer; entonces quedaron fuera los granos, el chocolate e ingredientes grasosos. Esto fue una lástima porque ella hacía un potaje de garbanzos tremendamente apetitoso y las lentejas con tropezones de tocineta le quedaban super sabrosas.
A cambio sustituimos estos platos y postres prohibidos con otros mas inocuos como pescado en todas sus formas y muchas sopas. Otro problema que se presentó estaba referido a ciertos productos del mar como los camarones; en casa no se comían porque yo desarrollé alergia a ellos durante mi adolescencia, alergia que le transmití a Graciela. Con el transcurso del tiempo mi alergia se fue difuminando hasta desaparecer por completo mientras al mismo tiempo Gitty empezaba a tener problemas para sintetizar la grasa; así que igualmente no se podían comer camarones porque si bien Graciela no vivía con nosotros ni yo era alérgico, Gitty era quien ahora no los digería de buena manera.
Otro detalle estaba en que a Gitty no le gustaba mucho comer fuera de la casa porque siempre prefería comer de su propia comida, la consideraba mucho mas sana y sabrosa que la de la calle, así que salíamos a restaurantes muy pocas veces, y solamente a los que le gustaban; era muy reacia a experimentar platos nuevos si no eran preparados por ella.
Y se mantuvo frente a los fogones casi que hasta el último día de su vida, porque siempre quiso comer de su comida sana y sabrosa. No hubo forma ni manera de separarla de tal idea tan arraigada dentro de ella, aunque justo es decirlo, tenía razón.
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