miércoles, 3 de mayo de 2023

Nuestra historia de amor: 56 años.

 


En algún momento, cuando empezamos amores, le dije a Gitty que lo menos que podía imaginar era que ella cumpliera años casi el mismo día que mi madre.

- ¿Y eso por qué?

- Porque eso es casi como un karma que me persigue. mejor habría sido que hubieses nacido en noviembre o diciembre, pero bueno, por algo será que eso tiene que ser así.

- Bueno, no puedo cambiar mi fecha de nacimiento.

- Pues claro que no puedes, pero es una coincidencia muy loca.


Y la verdad que era así. Eso de que entre todas las muchachas de la ciudad la que me gustaba tuviera su cumpleaños un día después del de mi mamá, era una coincidencia casi increíble. En 1986 fue la primera vez  que celebramos juntos, cuando cumplió 19, y así seguimos hasta su último, el número 55.

Ese 3 de mayo cayó en sábado y la llevé a un restaurant en La Candelaria, si mal no recuerdo. Fue la primera vez que fuimos al Masón Segoviano, ella pidió una paella y yo un pescado frito; le regalé un juego de collar y zarcillos enchapados en oro y luego fuimos al cine de Parque Central. Desde entonces nunca dejamos de recordar su fecha natal y hubo un año en que hicieron una pequeña reunión en su casa por los cumpleaños de ella y su hermana mayor, Sigrid, que cumplía dos días después que ella, el cinco de mayo.


Siempre me recordaba que durante casi mes y medio teníamos la misma edad, entre el 3 de mayo y el 16 de junio, el día de mi cumpleaños; día que siempre se empeñaba en hacer cualquier cosa y darme regalos.

Ahora ya no está, y no podemos hacer celebración alguna porque no hay quien sople las velas y pida un deseo al hacerlo. Lo que me queda es recordarla y seguir llevando la cuenta de los años que habría cumplido si estuviese entre nosotros, al menos hasta que llegue el momento en que me toque reunirme con ella si todo lo que se dice acerca de lo que ocurre después de la muerte es cierto.

¡Feliz Cumpleaños, Gitty! Ahora los estás cumpliendo en la eternidad.


 

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