Acerca de cómo sobrevivir a la pérdida de la única mujer que he amado mientras me dedico a escribir tonterías para encontrar algún sentido a la vida que no es vida sin ella.
lunes, 8 de mayo de 2023
Nuestra historia de amor: Capítulo 220: El verano de 2019.
Para ese año Gitty oficialmente no tenía cáncer y recibía dosis de Keytruda una vez cada cuatro semanas. Claro está que tenía que tomar un montón de medicinas diversas; para la tiroides, los dolores de artritis que causaba el tratamiento, anticoagulante, para los dolores musculares y calambres, para la hipertensión causada por el tratamiento, antihistamínicos, etc. Todo ese montón de medicamentos los pasaba buscando por la farmacia del hospital Harborview cuando regresaba de su trabajo y yo se las pedía a través del teléfono cuando se le estaban terminando.
En cuanto al diferencial de pagos, todos los meses me llegaba la factura detallada de todos los saldos pendientes y su total consolidado, factura que pagaba con una de las tarjetas de crédito. Habíamos construido una rutina que suponíamos se mantendría por tiempo indefinido ya que la doctora nos había dicho que la Keytruda se usaría hasta que el cáncer se hubiese ido de un todo o hasta que no funcionara mas.
Por esas razones, le había dicho a Gitty que debíamos borrar de nuestras mentes la frase "vamos a dejarlo para mas tarde" o su variación mas común "otra vez será" porque no sabíamos que nos deparaba el futuro y solamente existía el aquí y ahora. Si por alguna razón ella quería hacer algo y yo no podía en el momento, pues que le diera plomo ella sola, que no esperara por mí, que tiempo que se va no vuelve.
Ella, por suerte, me hizo caso, especialmente porque ese verano por fin estaba terminando todos los cursos que me pusieron a hacer en mi empleo desde que empecé y para completar todo tenía que presentar un trabajo de investigación y así cerrar el periodo académico; por esta razón a veces no podría estar disponible.
Aquí salieron adelante algunas personas, especialmente la señora Isabel, que llevó a Gitty a un par de espectáculos a los que no pude ir y ella fue a otros dos por su cuenta. Sin embargo, pudimos ir al museo de arte de Tacoma, donde estaban presentando una exposición de "Los Simpsons" y ambos queríamos ir a verla, lo que hicimos un sábado de julio. Nos cansamos de tomar fotos de la muestra y aprendimos un montón sobre el proceso creativo que llevó esos dibujos animados a la televisión, desde su primera aparición en "El show de Tracey Ullman" hasta tener su propio espacio diario desde 1989.
Luego, el 14 de agosto, fue la presentación de los Rolling Stones en Seattle; había comprado dos entradas pero Gitty me dijo que no quería ir al estadio porque iba a quedar sorda con todo el escándalo, así que Graciela cogió golilla y me acompañó al CenturyLink Field (ahora Lumen) a ver y escuchar el apoteósico espectáculo.
Lo último que hicimos ese verano fue ir al autódromo de Portland, eso fue porque pagué por la oportunidad de manejar un carro deportivo modificado. Se suponía que lo iba a hacer en una pista de carreras ubicada en Kent, cerca de la casa, pero como ya para septiembre empieza a llover mucho en Seattle y sus alrededores, no pude cumplir la actividad en el lugar original y tuvimos que rodar a Portland.
Gitty logró tomarme algunas fotos y hasta grabar un pedacito de video cuando pasé manejando el Dodge Challenger Demon por la recta principal en una de las vueltas que di.
A principios de octubre terminé por fin todo el ciclo académico y pude volver a trabajar en un horario mas racional, de 11:30 de la mañana a 9:00 de la noche. Cuando se lo dije a Gitty se puso de lo mas feliz porque al fin íbamos a estar juntos en las noches y ella no iba a seguir durmiendo sola de lunes a viernes.
Y sí, en nuestro aniversario de boda eclesiástica y de habernos conocido, me envió un mensaje de texto.
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