domingo, 7 de mayo de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 219: Gitty la tejedora.

Gitty aprendió por sí sola a tejer, viendo videos de YouTube y buscando en páginas web se hizo experta en la materia. Desde los tiempos de Miami se dedicó a perfeccionar su estilo y lo logró; tejía de múltiples formas, con una aguja, dos, con unos aparatos que descartaban el uso de agujas y hasta con las manos solamente. Al principio se tardaba bastante para hacer un tejido, pero a medida que fue adquiriendo experiencia lo fue haciendo mas y mas rápido hasta que podía hacer algo sencillo en un día, y algo mas complejo en una semana a mas tardar.

Hacía bufandas, 

bandanas,

bufandas circulares,

y, claro está, servía como modelo de sus creaciones.

Aquí está otra bufanda circular,

con ella modelándola.

Otra bandana que luce puesta

y otra bufanda circular.


 También le hacía suéteres a Lucy, para abrigarla durante los meses fríos, como éste, hecho con dos colores diferentes para que le quedara como el uniforme del equipo de fútbol americano de la ciudad, los Seattle Seahawks.

Gitty tenía unas manos maravillosas y al mismo tiempo le gustaba ponerlas a trabajar, porque ese es otro detalle, no basta con tener el talento sino que se necesita la voluntad de identificarlo y usarlo. Ella poseía esa vena artística que pudo desarrollar aunque el tiempo no le alcanzó para explotarla, se fue demasiado pronto como para ocupar todo su tiempo creando arte, tanto en el tejido como en las artes plásticas y la fotografía.

Es mi deber como divulgador de su legado asegurarme de que la mayor cantidad de gente posible sepa de su enorme talento manual y que vea sus creaciones.

Las fotografías de arriba son apenas una pequeña muestra de los tejidos que ella hizo, porque en total fueron mas de 50, entre bufandas, bandanas, trajecitos para Lucy, gorros de invierno y mantas; tanto para su uso personal como encargos que le pedían amistades y conocidos.

Para alguien como yo, que en vez de manos tiene dos cascos de burro, era algo increíble ver lo que era capaz de crear con sus manos, sin haber hecho cursos sino de forma completamente autodidacta. Era alguien sumamente brillante y con una capacidad de aprendizaje que se perdía de vista; decía que yo era un hombre muy inteligente y que por eso se había enamorado de mí, pero ella también tenía una gran inteligencia y nos complementábamos perfectamente. Juntos hacíamos un equipo perfecto, como acostumbraba a decirle:

- Yo soy el técnico y tú eres la vendedora, mientras me abstraigo y analizo la información, tú eres quien le encuentra el uso práctico. Es como si yo fuera un científico y tú la ingeniera.

En próximos capítulos mostraré algo de sus creaciones plásticas y fotográficas.

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