- Como van las cosas vamos a terminar tomando agua de manzanilla, esas prohibiciones de beber alcohol son una cosa seria, con todo y que no soy bebedora de vez en cuando me gusta tomarme una copa de Cabernet Sauvignon o aunque sea una cervecita.
- Vendrán tiempos mejores, además, al menos tenemos cerveza sin alcohol que sabe casi igual a la que lo tiene, y lo bueno es que no da ratón; las primeras que sacaron en los 90 esas sí sabían a sopa, eran horribles.
- Sí, algo es algo. ¿Y qué vas a poner hoy, discjockey?
- No sé, ¿quieres baladas?
- Es que después de una hora se ponen fastidiosas, prefiero algo mas movido, no sé.
- ¿Quieres oír a la Billo's?
- Bueno, sí, así recordamos nuestra infancia.
- De esos tiempos cuando éramos niños, que me la pasaba jodiendo a mis hermanas con los concursos de belleza de las muñecas.
- ¿Se ponían a hacer un Miss Venezuela de muñecas?
- Sí, y la mía siempre ganaba porque yo era la jueza, era la que estaba mas fea y esguañangá pero era la que ganaba.
- Eso me huele a trampa, cobrabas y te dabas los vueltos, ¿y no te reclamaban?
- Claro, se arrechaban porque decían que les estaba haciendo trampa, pero entonces les decía que estaba bien, que íbamos a repetir el concurso y ahora sí iba a ganar una de las suyas.
- ¿Y qué pasaba entonces con la repetición?
- Que volvía a ganar la mía.
- ¿Y nunca te entraron a coñazos por tramposa?
- No, lo que hacían era que se arrechaban y se iban.
- Que milagro, eran bien pacientes tus hermanas, con todo y lo que te quejas, en otro caso te habrían madurado a coñazos por tramposa.
- No, pero yo sí coñacee una vez a Verónica.
- ¿Y cómo fue eso?
- Estábamos jugando con un juego de construcción que tenía un martillo y yo lo estaba usando, en eso apagué la luz y le mandé un martillazo a Verónica por todo el coco que casi que le rompo la cabeza.
- ¡Coño! ¿y fue que no la viste o aplicaste la del Chavo, fue sin querer queriendo?
- Mas lo segundo que lo primero, porque le tenía ganas y me desquité con ese martillazo que le dejó tremendo chichón.
- Y supongo que se armó tremendo peo cuando le clavaste semejante martillazo.
- Pues sí, salió corriendo a decirle a mi mamá y luego mi mamá me agarró y me dijo: ¡Me ibas a matar a mi hija!
- Bueno, razón no le faltaba, pero es que creo que la afición cinegética no se debe dar mucho en las niñas, y creo que tampoco en los niños.
. Es que mi papá quería tener un hijo varón, pero se le vino a dar fue con el último.
- A veces así pasa. Que el hombre quiere tener hijos varones y lo que le vienen son niñas, así como le pasa a tu jefe, que quiere tener un varón y lleva tres chamas, y luego se ponen a echarle la culpa a la mujer siendo que uno el hombre es el que pone el sexo del bebé.
- Pues sí, pero así son los hombres. Y tú casi no cuentas episodios de tu infancia.
- Es que tengo muy pocos, me crié solo, debido a la diferencia de edad con mi hermano y al no ser de familia numerosa casi siempre me la pasaba en casa leyendo o jugando, y de paso tuve una primera infancia muy enfermiza, cosa que no ayuda al anecdotario.
- De todas formas échame algún cuento de esos tiempos.
- Bueno, yo recuerdo que mi mamá trabajaba en una clínica y me quedaba solo con José y el pobre como estaba en pleno inicio de la adolescencia quería ir a fiestas y una noche recuerdo que estaba caminando con él por Quinta Crespo, pero no recuerdo nada mas.
- ¿Y se fueron caminando hasta allá desde la Fuerzas Armadas?
- Supongo, o a lo mejor tomamos un autobús. Otra cosa que recuerdo era cuando íbamos a casa de mi tío, que vivía en uno de los bloques de las Lomas de Urdaneta, en el último piso. Desde la ventana de la cocina se podía ver el mar, porque ese edificio era el último de la loma y el apartamento estaba en la esquina norte que estaba en todo el frente de una apertura entre las montañas de la costa y esa apertura daba hacia Catia La Mar.
- Debía ser bien bonito.
- Bueno, que hacía de niñera cuando a mi mamá le dejaban chamos para que los cuidara; a veces ella tenía que hacer diligencias y yo me quedaba a cargo del simio hasta que ella regresaba. A lo que siempre me negué de forma terminante y definitiva fue a cambiar pañales porque yo no quería estar recogiendo 💩.
- ¿Y cómo ibas a hacer si tenías hijos?
- Bueno, no iba a tener mas remedio, pero no lo iba a hacer con muchachos ajenos. De ahí en resto hacía de todo, ponerlos a dormir, despertarlos, darles comida, etc.
- Por eso cuando nació Graciela tú ya estabas aprendido.
- Claro, mi único noviciado fue el de los pañales, o mas "pior," tener que lavarle el rabo hasta casi la adolescencia, cosa que nunca me hizo la mas mínima gracia.
- Que se metía en el baño y luego de hacer lo que tenía que hacer gritaba...
- ¡Ya! Y tenía que ir a lavarle el fundillo si no estabas tú. Y la carajita pretendía seguir en eso per secula seculorum.
- ¿Y te acuerdas de la vez que tu mamá cuando Graciela estaba bebé la fue a limpiar después que ella hizo pupú y le fue a enseñar los mojoncitos con mucho orgullo al Nelson?
- Claro, y la cara que el pobre puso, y mi mamá le preguntó que por qué se ponía así y el dijo: "mierda es mierda."
- 😄😄😄😄😄 Esa vaina sí fue cómica.
- 😄😄😄 Y que lo digas.
- Es que tu mamá estaba muy orgullosa de Graciela y todo se lo celebraba, hasta las cagadas.
- Sí fue una abuela muy consentidora, cumplió el papel a plenitud.
- Casi las dos de la mañana.
- No tengo sueño, pero quiero ver la televisión a ver si me da sueño.
- Bueno, vamos al cuarto a ver que vemos.
- Vamos entonces.
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