- Me haces el favor de ir al médico a ver qué carajo es lo que te pasa. Ahora no me vengas con pendejadas que sí que sí, que no que no, que yo que yo y que tú que tú; no me vas a venir a quitar una de las pocas alegrías que tengo porque no te da la gana de ir al médico, así que ponte las pilas que tú eres el único hombre que hay en la casa y no me vas a dejar así. Luego que pasen los calores vas y pides cita.
. Está bien, pero no te arreches.
- Claro que me arrecho porque eso no puede ser, que tú seas tan descuidado.
- Bueno, sí, voy a ir al médico.
Tuve suerte y me dieron cita para la segunda semana de julio, cuando llegué a consulta en la clínica de la familia en Harborview el doctor me dijo:
- ¿A qué se debe su visita? Hace algún tiempo que no viene.
- Bueno, es que tengo un problema muy serio que afecta mi vida conyugal y mi esposa no está nada feliz con eso.
Entonces procedí a explicarle lo que me estaba pasando.
- ¿Cuándo empezaron los síntomas?
- A mediados de abril. Hasta marzo todo iba bien, pero luego todo se derrumbó, literalmente.
Luego de hacerme varias preguntas me dijo:
- Es muy posible que se deba a que los índices de testosterona están muy bajos, pero hay que descartar otras causas como hipertensión y diabetes, porque ese puede ser un síntoma de algo mucho mas grave. Va a tener que hacerse varios exámenes de sangre para determinar sus niveles de hormonas, glicemia y colesterol. ¿Ha comido hoy?
- No, por si acaso me vine en ayunas.
- Muy bien, entonces voy a dar la orden al laboratorio y en una semana regresa para ver los resultados y analizar los potenciales tratamientos si es el caso.
-Gracias, doctor.
Al final me sacaron cinco tubos de sangre. Cuando ese día regresé al apartamento Gitty me preguntó:
- ¿Y qué te dijo el médico?
- Que tenía que ver mis niveles de testosterona porque muy posiblemente esa es la causa, pero hay que descartar otras para estar seguros.
- ¿Y cuándo vuelves?
- En una semana, pero los resultados deben estar listos porque tengo el mensaje en MyChart.
- Bueno, vamos a verlos.
Resultó que la testosterona estaba sumamente baja, a poco mas de un tercio de su nivel normal, mientras que todos los demás indicadores estaban dentro del rango aceptable. Así las cosas, regresé la semana siguiente y el doctor me dijo, luego de los saludos de rigor:
- Sus niveles de testosterona están sumamente bajos, mientras que los de prolactina están por las nubes, hay que subir los primeros y bajar los segundos. Muy posiblemente esto se deba a problemas emocionales y estrés, pero lo que hay que hacer es trabajar en esas dos hormonas en específico.
- ¿Y cómo se hace en ese caso?
- Va a tener que tomar un reemplazo hormonal de testosterona y una medicación específica que bloquea la producción de prolactina, ambas por vía oral en ayunas todas las mañanas al levantarse.
- ¿Y por cuánto tiempo?
- La de prolactina por treinta días, la otra por cuatro meses.
- ¿Y por qué tanto tiempo?
- Porque la testosterona no se levanta de la noche a la mañana, llevarla a niveles normales desde donde está ahora puede llevar tres meses.
- ¿Tres meses? Eso es mucho tiempo. ¿Y qué le digo a mi esposa? ¿que se espere tres meses mientras el tratamiento me hace efecto?
- Bueno, esa es una situación difícil, pero en este caso tengo que hacerle una pregunta difícil también. ¿Con qué frecuencia ustedes tienen relaciones mensualmente?
- Lo máximo es tres veces al mes, porque debido a su condición ella no puede abusar de su cuerpo.
- Bueno, ahora tendrán que planificar sus encuentros. Voy a recetarle el equivalente a 10 dosis de citrato de sildenafil. Con esto va a poder cumplir con su señora, no debe mezclar las pastillas con bebidas alcohólicas y no debe tomar mas de una dosis durante 24 horas. Luego de estos poco mas de tres meses debe haber vuelto a la normalidad. Las tres medicinas las debe pasar buscando por la farmacia de la novena avenida y Jefferson.
- ¿Y cuándo toca la próxima consulta?
- En cuatro meses, para la tercera semana de noviembre, pero una semana antes debe hacerse los exámenes de sangre para determinar sus niveles de testosterona y prolactina.
- Bueno, muchas gracias, doctor. ¿Entonces voy a la farmacia ahora?
- Sí, ya hice la orden.
- Bueno, gracias por todo y buenas tardes.
Me fui a la farmacia y recogí todas las medicinas. 120 pastillas de una, 30 de la otra y 10 de la última.
Esa noche, al llegar, Gitty me esperaba y me pidió los frascos para administrar las pastillas. Como ella era experta manejando sus dosis y sabía muy bien que yo soy muy torpe, pues decidió manejar mis tratamientos para estar segura de que iba a tomar las medicinas de manera correcta, me dio un pastillero, me dijo que debía tomar todo antes del desayuno y que se iba a asegurar de que lo hiciera.
Cuando vio el último frasco puso mala cara y me dijo:
- Cuando hice las pasantías en el hospital Panamericano allá en Miami los viejos llegaban cagados y vomitados después de tomarse esas pastillas. A ti te va a pasar lo mismo, mejor no las tomes.
- El doctor me explicó como las debo tomar, no tengo contraindicación alguna y es necesario porque la testosterona tarda en arrancar tres meses. No debo consumir alcohol de ningún tipo, no puedo tomar mas de una dosis en 24 horas y debo tomarme las pepas entre tres horas y una hora antes de darle gusto al cuerpo; si lo hago todo según como el doctor me dijo ni me voy a cagar, ni me voy a mear ni me voy a vomitar y tú vas a ser feliz otra vez.
- Bueno, vamos a hacer la prueba entonces, a ver si no te da un beriberi. ¿Y cuándo vuelves?
- La tercera semana de noviembre, pero la anterior debo ir a que me saquen la sangre para ver mis niveles de hormonas.
- Bueno, vamos a ver si esto soluciona el problema, porque yo soy una mujer que siente y padece.
Al final los tratamientos dieron resultado y las aguas volvieron a su cauce, por lo menos Gitty pudo disfrutar de una sexualidad sana y placentera hasta pocas semanas antes de su deceso. Muy triste hubiese sido que además del cáncer y todos los malestares y molestias de sus tratamientos ni siquiera se le pudiera presentar la oportunidad de darle gusto a su cuerpo debido a un marido sano sanote puro machote que se niega a ir al médico cuando se le presentan problemas de ese tipo.
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