domingo, 4 de junio de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 244: Acerca de la sexualidad humana (y II)


 Algunos sábados, luego de bañarse, Gitty se paraba frente al espejo del closet y se veía de cuerpo entero mientras yo estaba recostado en la cama leyendo o viendo la TV y me decía:

- ¿Cómo me veo?

- Te veo muy bien, no te ves igual a como cuando tenías 20 años pero eso nos pasa a todos a medida que pasa el tiempo, además aun te ves mejor que muchas mujeres de menor edad.

- Bueno, esto es lo que queda de mí.

- Pues queda mucho entonces, porque tu cuerpo no se ve tan golpeado, y eso que el cáncer ha echado bastante vaina.

- ¿Y tú de verdad crees eso?

- Pues claro que sí, te sigues viendo atractiva y cuando te arreglas te ves espectacular.

- Eso lo dices porque me ves con los ojos del alma.

- A lo mejor, porque siempre te he querido y cada vez que te toco siento tu piel igual que cuando tenías 18 años, sigue estando igual de suave.

- Esas son vainas tuyas, eso no puede ser.

- Pues sí lo es, tienes que dejar de verte mal porque te ves mucho mejor de lo que crees. cuando te vistas y estés lista me dices para ir a la sala.

- Debiéramos quedarnos en el cuarto.

- Y así cuando se me caiga una miga de Doritos o de chicharrón en la cama voy a poder decir que sé como volverte loca en la cama.

- Bueno, sí, tienes razón.

Al rato nos fuimos a la sala y ella retomó la conversación donde la habíamos dejado.

- ¿Cómo es eso de que tengo la piel igual que cuando tenía 18?

- Porque la siento igual de suave, mira - y procedí a acariciar su muslo izquierdo, luego su brazo del mismo lado y la mejilla- ¿ves?, la siento idéntica y siento las mismas sensaciones que entonces, así que la tienes igual de suave.

- ¡Y tú dices que no sabes como enamorar a una mujer!

- Sé como mantenerte enamorada, pero con las demás no tengo ni idea. Te enamoré porque eras una muchacha muy aparte del resto, si no también habrías sido como todas, que me veían como una protuberancia en el tronco de un árbol.

- Tú si eres exagerado, en aquellos tiempos eras buenmozo, tenías tamaño, porte y presencia y tremendo cuerpo, eras delgado pero fuerte.

- Ahora eres tú la que me ve con los ojos del alma por la nostalgia.

- Es que tú eres muy acomplejado, y de paso esos ojos que te gastas. Mas bien tuve suerte que no se enamoraron de ti antes.

- Está bien, voy a dejarlo así. Al menos me sigues viendo bien, con todo y lo gordo y viejo.

- No estás tan gordo, lo que estás es fuerte, mira esos brazos lo duros que están - y empezó a palparme los brazos - y la barriga también está dura, no es un montón de grasa - y me agarró la panza también - todavía tienes con qué.

- Bueno, mientras el susodicho no me haga quedar mal todo estará bien.

- Hasta ahora no me ha fallado eso que me hace tan feliz.

- Oye, no te me vayas a poner fresca.

- A pues, no puedo hablar de esas cosas en privado tampoco, ahora sí que estamos hechos.

- No, está bien, pero es que a veces coges vuelo y sueltas cada vaina que siento que la cara se me calienta.

- ¿Y cómo hablo de sexo de forma elegante?

- Sin referencias explícitas, mas bien eróticas.

- ¿Algo así como que se me pone la piel de gallina cuando me acaricias?

- Puede ser, o como decir que siento que estoy entre las nubes cuando nos abrazamos desnudos.

- O que cuando acaricias todo mi cuerpo me falta la respiración.

- Exactamente. Ya entendiste el punto, es hablar de manera elegante sin caer en la pornografía.

- ¿Y cómo hablo de las cosas cuando se ponen mas salvajes?

- No sé, puede ser usando símiles, ¿te acuerdas de la película de Frankenstein Junior?

- Claro que me acuerdo, fuimos a verla a la casa de Rómulo Gallegos hace como 30 años.

- Bueno, ¿no te acuerdas que cuando el monstruo lograba abrirle las piernas a la mujer que era la prometida del doctor Frankenstein la cámara se apartaba de los actores y en ese momento ella se ponía a cantar?

- Sí, me acuerdo.

- Porque en ese momento sucedía lo que tenía que suceder luego de todos los esfuerzos anteriores y la mujer estaba tan feliz y complacida que arrancaba a cantar.

- Pero yo no canto.

- Claro que no, simplemente pongo un símil.

-Ahora te sigo, es como decir que cuando Dick y Pusy se juntan me siento entre nubes.

- Sí, pero creo que escuché o leí eso en otra parte.

- Una obra de teatro en Miami que se llamaba así, Dick y Pusy se aman, y yo le echaba vaina a Graciela con eso y ella se me arrechaba.

- Ya me acuerdo, bueno, esa es la clave.

- Ahora sí te seguí, entonces sí, esa es la manera de decirlo, cuando lo hacemos el mundo me da vueltas y me siento como si estuviera en el paraíso. Pero a veces no me gusta porque te pones a jugar con mi...

- Ya va, ya va, así no es la cosa, te estás yendo por el lado pornográfico. Eso no se dice así.

- Pero si es verdad, que te pones a jugar con mi...

- Que no, vale, que no. Así no es.

- ¿Y entonces?

- Así no se puede, te vas por lo porno casi de inmediato, es mejor que paremos esto aquí.

- No, no se va a parar, con todo esto me calentaste la sangre, así que tienes que apagar el incendio, no me voy a dormir de esta forma.

- Bueno, vamos a darle, es mejor hacer que decir. Igual no vas a darle la vuelta erótica a la cosa.


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