El jueves 22 amaneció nublado, frío y con una ligera llovizna; era como que si el cielo supiera que este era el día en que el cuerpo de Gitty iba a ser llevado al lugar donde iba a ser convertido en cenizas, tal como había sido su deseo, pero no a través del fuego sino del agua.
La cita era a las once de la mañana en un galpón ubicado en la zona industrial de Kent, aproximadamente a cinco kilómetros del apartamento (tres millas), sin embargo íbamos a hacer lo mismo que hicimos cuando fue la misa; en vez de irnos directamente al lugar, nos dirigiríamos a la funeraria y de allí saldríamos con la camioneta que transportaba el cuerpo de Gitty, ya que en esta ocasión no se necesitaba la urna y por tanto la carroza fúnebre no hacía falta.
A las 10:30 salimos de la funeraria y llegamos poco antes de las 11 de la mañana a las instalaciones industriales donde se efectuaría el procedimiento; la camioneta entró al edificio, donde descargaron el cuerpo de Gitty y lo llevaron a un salón especial al que nosotros podríamos entrar y sentarnos por aproximadamente 30 minutos para darle el último adiós.
Luego entraron al salón las muchachas de la funeraria para decirnos que había llegado la hora y que iban a llevar al cuerpo de Gitty al salón en el que se iba a efectuar el procedimiento. Respecto a éste, un familiar podía iniciarlo si así lo deseaba o los deudos podían irse y el personal de la empresa se encargaría de esa tarea; para mí era un deber moral el estar con ella hasta su último momento sobre este planeta y no podía sencillamente irme, así que les dije a las jóvenes de la funeraria que yo iniciaría el proceso de hidrólisis alcalina.
Se fueron empujando la camilla y aproximadamente diez minutos después regresaron para llevarme al lugar donde estaba la maquinaria. Había tres hornos crematorios y una cámara de hidrólisis, que vista de lejos se asemejaba a una cámara hiperbárica.
Ya el cuerpo de Gitty estaba puesto en la plancha que sería introducida en la cámara que se cerraría herméticamente, llegué a su lado y recé un Padrenuestro, una Avemaría y un Gloria, finalizando con el Réquiem Aeternam:
"Dale, Señor, el descanso eterno
Y brille para ella la luz perpetua.
De las puertas del infierno.
Saca, Señor, su alma,
descanse en paz.
Amén."
Luego me retiré y esa fue la señal para que la operaria introdujera el cuerpo, cubierto por una sábana biodegradable, dentro de la cámara y cerrara la puerta que luego se sellaba herméticamente, se dirigió a los controles que estaban al lado derecho de la máquina y me hizo una señal para que me pusiera a su lado.
En la pantalla táctil estaba una palabra en letras negras dentro de un cuadrado:
CONFIRM
Tenía que tocar esa palabra para que se iniciara el procedimiento.
Me hice la señal de la cruz y procedí a tocar esa palabra. Inmediatamente se empezó a escuchar el sonido de agua corriendo y eso indicaba que el trabajo se había iniciado.
En aproximadamente seis horas el cuerpo de Gitty quedaría reducido a cenizas.
Nos fuimos al apartamento y las subimos, porque todavía durarían unos cuantos días mas.
A mediados de los años 90 hubo una canción de Tito Rojas, cantante de salsa puertorriqueño, que se hizo muy popular en Venezuela. Desventuradamente, los delincuentes del país la escogieron como el tema favorito que deseaban que fuera reproducido en sus velorios y funerales, pero recuerdo que Gitty me decía que esa canción sería bien buena para que se escuchara en los nuestros, sin importar el hecho de que esos sujetos la hubiesen secuestrado; al final me decía que eso no importaba, que igual le gustaría. Como cosa curiosa, el cantante falleció en las navidades del año 2020, luego de haber dado un concierto virtual que Gitty y yo vimos por YouTube.
Así que cierro este capítulo con esa canción.
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