Temprano en la mañana, las enfermeras del piso nos regalaron esta bonita manta con la finalidad de que Gitty pudiese usarla para adornar la cama, que para ese entonces todos sabíamos que muy posiblemente iba a ser su lecho de muerte.
Esa mañana también recibió una extremaunción, que sería la segunda, así que en cierta forma sus cuentas pendientes con el creador, si acaso tenía alguna, ya habían sido saldadas. Asimismo, la doctora venezolana nos llevó una bolsa de bombones de chocolate muy populares en Venezuela, llamados Toronto. No le dije que ni Gitty ni yo podíamos comer chocolates, así que les quedarían a Graciela y Jeff.
También llegaron muchas visitas, con comida o flores. Mucha gente fue a ver a Gitty, y los que no podían ir llamaron por teléfono, fue un día bastante movido porque bastantes amigos querían despedirse de ella. Desafortunadamente, una de sus mejores amigas, Yelitza, a quien conocía desde su adolescencia en Venezuela, no pudo encontrar un vuelo disponible en Miami sino el día viernes como lo mas próximo.
Ese mediodía, una vez que llegó Graciela a relevarme me despedí de Gitty con un beso para ir a lo que suponía sería mi rutina a lo largo de un tiempo indeterminado, bañarme y cambiarme de ropa. El martes había llamado al trabajo para explicar la situación y el jefe me dijo:
- No te preocupes por nada, toma el tiempo que necesites y estamos disponibles para todo lo que sea necesario.
De hecho, varios de mis compañeros fueron el miércoles al final de la tarde para visitar a Gitty.
En principio se podía decir que ese día era el del inicio de una nueva rutina que duraría, o así lo esperábamos, varias semanas; tan así que Graciela se había comunicado con su jefe y al explicarle la situación él le dijo lo mismo que me dijeron a mí, que no se preocupara, lo importante era su mamá.
Entonces establecimos una rutina que sería la siguiente: Yo me quedaría toda la noche y me relevaría después de mediodía, momento en el que iría a casa para ocuparme de mi aseo personal. Luego regresaría al hospital y ella podría volver a su apartamento a descansar para reanudar la rutina al día siguiente.
Cuando regresé a la habitación, Graciela me comentó que el papá de Jeff había visitado a Gitty en mi ausencia y que conversaron un rato. No me puedo imaginar lo embarazoso que debió haber sido para ese señor conocer a la madre de la novia de su hijo bajo semejantes circunstancias, donde una persona no sabe que decir; a pesar de ese tremendo problema todo transcurrió de muy buena forma y al menos pudo conocerlo antes de su deceso.
Esa tarde también se bañó aunque no como el día anterior, fue un baño de los que se hacen en los hospitales a los pacientes que no están en condiciones de hacer tal cosa por sí mismos. En la mañana también había pedido desayuno y se comió la mitad, teniendo yo que finalizarlo; luego durante el día mostró algo de apetito y pudo comer unas cucharaditas de las comidas que nos habían llevado, incluido un pozole que le llevó su amiga, la señora Isabel.
La señora Isabel llegó como a las siete de la noche, junto con su hija, Isabela y su nieto, Forrest, a quien Gitty quería mucho. Cuando llegaron me tocó irme del cuarto porque estaba de guardia una enfermera muy enérgica que deseaba cumplir con las restricciones puestas debido al COVID-19 de la manera mas estricta posible; como esas restricciones indicaban que no podía haber mas de dos personas con la paciente en la habitación, a pesar de ser en este caso una paciente desahuciada, pues yo sobraba y debía largarme.
Ante tal situación hice lo único que se podía hacer, irme mientras le explicaba a Gitty el problema. Casi todas las enfermeras se habían hecho de la vista gorda porque sabían que mucha gente iría a presentarle sus respetos a la paciente y que este era un tipo de circunstancia muy excepcional donde era mejor dejar de lado el reglamento; pero como este estaba vigente, pues ni modo, si alguien quería hacerlo cumplir a rajatabla pues había que aceptarlo.
Graciela, dos amigos que estaban con ella y yo bajamos al primer piso para esperar allí a que la señora Isabel terminara su visita aunque para nada quería apurarla, que se tomara el tiempo que quisiera y luego subiría al cuarto. Aproximadamente diez minutos después que habíamos llegado al salón del primer piso y conversábamos acerca de diversos temas, la señora Isabel le envió un mensaje de texto a Graciela para avisarle que Gitty estaba preguntando por mí y que debía subir a la habitación.
No me quedó otro remedio que hacer tal cosa y cuando llegué Gitty me preguntó que por qué la había dejado y le volví a explicar que era debido a las reglas que estaban haciendo cumplir y que no tenía para donde coger, si no no habría podido ver al niño y echarle la bendición, pero que ya estaba a su lado y no la iba a dejar. Estaba sentada en la cama para ese momento y acto seguido se volvió a acostar; nos quedamos conversando otro rato con la señora Isabel hasta que le tocó despedirse, si bien esperaban volver a verse, eso no pudo ocurrir.
Mas tarde subió Graciela con Jeff y nos quedamos los cuatro durante algún tiempo, luego Jeff fue a llevar a Graciela a su apartamento para que descansara y así cerramos el día, recuerdo que la besé cerca de las once de la noche y le dije que durmiera, que yo estaría en la cama de al lado pendiente de ella.
No había forma de saber que esa sería su última noche en este mundo.
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