El martes 20 a las 10 de la mañana había sido programada la misa, el oficio de difuntos. Tal ceremonia debió haber sido celebrada en la funeraria, pero debido al poco tiempo transcurrido, ya el cura párroco tenía otros compromisos el lunes, por lo que no quedó mas remedio que hacerla el martes en la propia iglesia.
El cuerpo de Gitty debía salir de la funeraria en South Seattle a la iglesia parroquial de Tukwila (iglesia de Santo Tomás) a mas tardar a las 9:15 de la mañana, para que así llegara a tiempo y no se presentaran retrasos de ningún tipo.
Así las cosas, salimos temprano del apartamento para estar en la funeraria a las 9:00 a mas tardar y de allí salir con la carroza fúnebre a la iglesia; todo salió según lo planeado y a las 9:45 habíamos llegado. Se preparó el féretro y lo llevamos frente al altar mayor para que estuviese listo.
Poco antes de iniciarse la misa, el padre y una auxiliar de la parroquia prepararon los equipos de filmación que habían sido instalados desde la pandemia para hacer streaming de las misas, probaron las conexiones y todo funcionaba correctamente. Con todo listo, se inició la misa, pero extrañamente no había sonido alguno en la grabación, de lo que nos enteramos al terminar la ceremonia, porque durante el oficio religioso no podíamos revisar nuestros teléfonos.
Para ese momento ya no podíamos hacer mucho y la grabación quedó así, muda, a pesar de que todas las conexiones estaban bien y el sistema había funcionado correctamente durante las pruebas hechas antes de la misa.
Mención aparte merecen todos los asistentes a la ceremonia, especialmente aquellos que no profesan la fe católica; que hayan acompañado a Gitty a pesar de tal situación revela el aprecio que le tenían y siempre les estaré agradecido por ese gesto, y eso se hace extensivo también a los demás asistentes, quienes estuvieron a su lado ese día.
Al terminar la misa, luego de cumplidos los ritos, tocaba regresar a la funeraria, donde su cuerpo descansaría hasta el jueves, cuando se procedería a ejecutar el procedimiento de hidrólisis alcalina. Se devolvió el féretro a la carroza fúnebre, donde el padre procedió a rociarlo de agua bendita y le entregó la cruz que estaba encima de la urna a Graciela.
Luego recibimos las condolencias de todos los asistentes y nos dispusimos a salir cuando sucedió otra cosa extraña: La carroza no arrancaba, a pesar de ser nueva se había quedado sin batería y habría que auxiliarla para que pudiera arrancar.
Por suerte yo tenía cables auxiliares en el carro y la hermana de la señora Isabel movió el suyo para conectarlo al vehículo accidentado. Luego de un par de intentos pudo resolverse el inconveniente y así se pudo ir la carroza con el cuerpo de Gitty.
Lo que restaba era la despedida, el jueves 22 en la mañana, casi una semana después de su deceso.
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