Gitty durmió durante buena parte de la mañana, solamente se despertó cuando las enfermeras fueron a revisar el dispensador del analgésico y la conexión con el suero, además del nivel de oxígeno que estaba recibiendo. Luego de la visita y haber respondido con monosílabos las preguntas que le hicieron, siguió durmiendo.
Ella estaba acostada en su cama hospitalaria que había puesto reclinada en un ángulo de aproximadamente 45 grados mientras que yo estaba sentado en la cama portátil que estaba a su izquierda, pegada de la ventana, donde tenía apoyada la espalda. Esa posición me permitía tener una visión completa de Gitty y poder detectar cualquier movimiento que hiciera, porque suponía que si en algún momento no le alcanzaban las energías para hablar, podría estar pendiente de lo que necesitara al moverse.
A las 11:30 de la mañana, hora exacta porque vi el reloj en ese momento, me llamó por mi nombre con una voz muy suave, casi ininteligible.
- Ramón, ven, por favor.
- Aquí estoy, le respondí de inmediato, mientras me incorporaba y ubicaba a su izquierda.
Acerqué mi rostro al suyo, ella levantó sus brazos, rodeó con ellos mi cuello y me atrajo mientras levantaba un poco su cabeza y acercaba sus labios a los míos. Nos besamos muy suavemente durante varios instantes y luego ella dejó caer la cabeza sobre la almohada; entonces le pregunté:
- ¿Quieres sentarte un rato?
Ella asintió y busqué ayudarla a sentarse, así como había hecho los últimos días; pero aquí se presentó una diferencia, su cuerpo estaba rígido y prácticamente no podía moverse, así que tenía que acostarla de nuevo, pero se me hizo muy difícil porque apretó las manos muy fuerte mientras se agarraba de las sábanas, y me di cuenta que iba a necesitar ayuda. Apreté el botón para alertar a las enfermeras y llegaron dos que me ayudaron a poner a Gitty en posición otra vez.
Sin embargo, algo había cambiado en ella, y las enfermeras se dieron cuenta de inmediato; fue cuando una de ellas me dijo que posiblemente Gitty estaba ingresando a su fase final.
En ese momento me di cuenta que al sentir que las fuerzas y la vida le abandonaban, usó sus últimas energías para besarme y entregarme todo su amor; no podía abandonar este mundo sin antes darme un beso y así sentir el contacto de mis labios para poder irse en paz, partiría con ese último recuerdo del amor que nos unió durante tantos años.
Ese fue el momento en que empecé a llorar en silencio, porque supe que ese fue su beso de despedida y no volvería a sentir el calor y sabor de sus labios.
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