martes, 25 de julio de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 288: El velorio.


 Durante el fin de semana la especialista de la funeraria se encargó de preparar el cuerpo de Gitty para que se viera lo mas natural posible. A pesar de que su principal falla orgánica fue la del hígado, nunca llegó a tener ictericia en vida, recién varias horas después de su fallecimiento fue que la piel se le puso amarilla; de la misma forma, no perdió peso antes de morir, por lo que tampoco su rostro estaba demacrado.

Su aspecto era el de alguien que se quedó dormido para no volver a despertar, no quedaron grabadas muecas ni rictus de ningún tipo, sus ojos estaban completamente cerrados y la boca un poco abierta, donde apenas se vislumbraban las puntas de los dientes. Esta apariencia hizo el trabajo técnico un poco mas fácil y permitió que el féretro de exhibición pudiese estar abierto, asimismo la vistieron y maquillaron muy bien junto con un detalle adicional, un rosario entre sus manos.

La capilla iba a ser abierta a las 10 de la mañana, por lo que Graciela, Yelitza, Jeff y yo llegamos media hora antes.


Poco después de abrirse la capilla empezaron a llegar los amigos, conocidos, allegados y compañeros de trabajo a presentar sus condolencias y muchas flores, tantas, que tuvimos que habilitar floreros adicionales de la funeraria para tenerlas bien arregladas. Como existía la oportunidad de reproducir música y videos, Jeff preparó una presentación sobre la marcha; no hice mayor cosa al respecto porque la cabeza no me daba para eso, pero él hizo un muy buen trabajo con fotos del teléfono de Graciela y alguna de la música que Gitty tenía en el suyo.


Fue un día muy difícil, pero era necesario para que todos los que quisieran despedirse de ella pudiesen hacerlo. Todavía habría otra oportunidad el martes cuando se celebrara la misa de cuerpo presente, rito necesario porque Gitty era muy católica.

Si bien Yelitza, su amiga, no tuvo la oportunidad de despedirse de ella en vida, al menos pudo estar presente en su velorio, y eso fue porque extendió su estancia en Seattle un día mas para asistir al ceremonial, ya que estaba supuesta a regresar el domingo a Miami; pero debido a que sus jefes entendieron la situación, le dieron el permiso necesario para que pudiera estar presente en la funeraria.

Y nos llegó la hora de partir, las cinco de la tarde; no quería irme, pero tenía que cumplir con las reglas. Luego de tantos años juntos era muy difícil aceptar que ya su esencia vital no estaba en su cuerpo y que teníamos que abandonarla en ese lugar, que no podíamos llevarla al hogar porque su vida había terminado.

Ese conocimiento era muy duro de asumir, pero al final no nos quedaba otra cosa por hacer; la vida tiene momentos duros por los que no se quiere pasar, pero muchas veces su lotería nos obliga a vivirlos. Teníamos que dejar a Gitty atrás a sabiendas que la despedida definitiva sería el jueves 22 en la mañana, día en que veríamos su rostro por última vez.
 

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