Se suponía que ese martes iba a lavar la ropa según la planificación que habíamos hecho, luego de las reuniones con los médicos debía ir a la lavandería. Claro que no teníamos en mente una noticia de este tipo que puso nuestro mundo completamente patas arriba.
Obviamente que la lavada desapareció por completo de mis prioridades y me vine a ocupar de tal tarea casi tres semanas después.
Lo que sí se hacía necesario era el tener que ir al apartamento a buscar algunas cosas, bañarme y cambiarme de ropa, porque mientras Gitty estuviera viva mi lugar de residencia iba a ser el hospital y solamente pasaría por nuestro hogar para ocuparme de mi aseo personal.
Por el momento habíamos llegado al arreglo de que ella permanecería en el hospital hasta que se abriera un cupo en alguna de las localidades existentes que brindaban cuidados de hospicio. No sabíamos cuándo iba a pasar eso aunque sabíamos que a Gitty no le quedaban mas de unas pocas semanas de vida.
Si hubiésemos tenido mas familiares con nosotros, tal vez alguien me habría llevado a casa, porque mi estado mental para el momento no era el mejor y podía tener un accidente, pero como no había nadie a mano pues tuve que hacer de tripas corazón y manejar solo mientras Graciela se quedaba con Gitty. Al quedarme solo fue que pude empezar a procesar la noticia, y ese tiempo de soledad fue terrible, porque todos los recuerdos de nuestra vida en común se me vinieron encima de un solo golpe, mientras pensaba -¿por qué le tenía que pasar esto a ella?- Una pregunta que no tenía respuesta porque no existía quien pudiera responderla.
Gitty tenía defectos, como todos nosotros, había hecho cosas malas, como todos nosotros. No era una mujer perfecta, pero cumplió con sus deberes siempre, trabajó muy duro y sacrificó mucho de su vida a cambio de que su hija saliera adelante. No existía ninguna razón como para que ella mereciera una muerte tan prematura y se perdiera de tantas cosas que las personas disfrutan durante la vejez como los nietos y el merecido descanso luego de toda una vida de trabajo; al final todo eso le iba a ser negado sin justificación alguna.
No dejaba de ser irónico que para el momento en que emigramos ella me dijo que una de las razones por las que se había decidido fue porque pensaba que si no lo hacía yo no iba a llegar a los 40 años de vida. Si lo de morirse hubiese sido una rifa, yo habría tenido todos los números para ganarla excepto uno y resulta que la poseedora de ese único número fue quien se llevó el premio.
Así estuve pensando todo el tiempo en el que estuve solo mientras las lágrimas me corrían libremente por la cara porque el dolor que sentía era indescriptible. Para el tiempo que regresé al hospital Graciela había corrido la voz y estaban empezando a llegar visitas, que se mantendrían durante el par de días que le restaban de vida a Gitty.
Había algunos problemas prácticos que resolver, como el de la extremaunción, porque era una católica muy devota y había que administrarle ese sacramento; todavía ese martes tuvo apetito y comió un almuerzo a media tarde. Afortunadamente Jeff nos ayudaba con las diligencias que había que hacer y realmente su asistencia fue invalorable durante todo ese tiempo.
Al finalizar la tarde una enfermera llevó una cama portátil a la habitación porque la sillita de la noche anterior no iba a servir para una estancia por tiempo indeterminado. Para ese entonces estaba claro en cuál iba a ser mi rutina mientras Gitty se mantuviera con vida.
Como el estatus de Gitty había cambiado de paciente a hospicio, ya no se le iba a dar ningún tratamiento, solamente medicinas para el dolor y oxígeno para que respirara con mayor comodidad. Al principio se le administraban los analgésicos vía oral, pero luego cambiaron a dosis intravenosas con suero, ella se la podía dar simplemente apretando un botón en un control manual que le había dado una enfermera.
Al anochecer tuvo un episodio de delirio, cuando se puso a comentar que estaba en una fiesta y me llegó a preguntar si no me iba a ir a vestir mejor, porque la ropa que tenía no era como para una ocasión tan especial, luego de eso se quedó dormida y al despertar volvió a lo que se podría llamar como la nueva normalidad.
Mas tarde en la noche llegó un cura y le administró la extremaunción, cosa que la alegró porque no quería quedarse sin su sacramento. Así llegó la hora en que Graciela se iba a dormir a su apartamento y yo me quedaría con Gitty junto con Jeff, que nos acompañaría después de medianoche durante algunas horas; esa madrugada ella necesitó ir al baño y las enfermeras de guardia la auxiliaron, así pudo dormir sin novedad el resto de la noche.
Pasara lo que pasara debía estar con Gitty hasta el amargo final, cuando tendríamos que dejarnos porque no podía acompañarla en su viaje y ella no podía quedarse conmigo. No había mas nada que hacer.
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