lunes, 31 de julio de 2023

Nuestra historia de amor: Epílogo: Y la vida continúa...


 "Y vivieron felices para siempre." Así terminaban los cuentos de hadas, cuentos que me leí casi en su totalidad durante mi infancia, y como cosa del destino, esa frase está inscrita en el marco que Gitty compró para poner tres fotografías de cuando nos graduamos en la universidad.

Cuando alguien muere antes de llegar a la ancianidad, no muere solamente esa persona, mueren también sus sueños, esperanzas y planes; al igual que mueren los sueños, esperanzas y planes de sus personas mas cercanas. Tantas cosas que se iban a hacer en el futuro se desvanecen, como si se tratara de humo que el viento se lleva, y quedan muchas asignaturas pendientes.

Gitty tenía muchos planes que se quedaron inconclusos, viajes, manualidades, hasta comidas que pensaba hacer; todo eso se ha ido para no volver. Buscaré, dentro de mis limitaciones porque no soy ni remotamente alguien como ella, cumplir con algunas de las cosas que siempre soñó, que si el mas allá existe, mis ojos sean el medio por el que su alma o su espíritu puedan ver esos lugares donde ella quiso ir.

Debo viajar a Turquía, debo ir a Estambul y tengo que ir a ese parque. Lo único que sé es que está cerca del Bósforo y que tiene vista al puente nuevo que cruza el estrecho. Cuando llegue el tiempo con esa información debo encontrar ese parque y llegar a ese punto exacto.

La imagen es un fotograma de la película de Netflix "El violín de mi padre," la vimos juntos en algún momento del año 2020, ella quedó fascinada con las vistas de ese parque y me dijo:

- Cuando me cure del cáncer vamos a ir a ese parque, se ve tan bello que lo quiero conocer y caminar por sus senderos.

- Bueno, esa es una asignatura pendiente, después de todo eso era lo que pensábamos hacer antes de que te diagnosticaran el cáncer, así que apenas te declaren libre de cáncer arreglamos todo para arrancar para allá.

- ¿Y de verdad vamos a ir?

- Claro, no faltaba mas, sin los gastos de los tratamientos uno se puede pagar un viaje a Europa, incluyendo Grecia y Turquía.

- Entonces vamos a ir para allá cuando me cure.

- Sí, y para que te pongas con la ladilla con la que te pones cuando te vas a tomar fotos.

Desgraciadamente no tuvo esa oportunidad, pero tengo que cumplir con ella y debo ir a ese parque en su memoria.

Hay palabras que no alcanzan a expresar los sentimientos. Decir que la extraño o que me hace falta no llega ni a rasguñar la superficie de lo que siento; la única forma en que puedo describir mi estado actual es la del vacío, como si toda mi esencia vital se hubiese ido con ella y solo queda un agujero, algo completamente vacío.

Alguien que se limita a cumplir con su rutina y tratar de rellenar el tiempo que le queda en este planeta hasta que llegue la muerte y termine con este sufrimiento, porque al final cada día es duro y doloroso en su ausencia; mi único plan de vida es el de ser el custodio de su legado y que la mayor cantidad de gente posible conozca que ella existió y que fue un ser extraordinario, que mereció vivir muchos mas años.

Gitty pudo haber sido todo lo que ella hubiera querido ser, tenía todo para haber llegado mucho mas allá de lo que llegó; pero escogió ser mi esposa, y todavía no entiendo por qué, si pudo encontrar alguien mucho mejor que yo si ese era el caso, y a lo mejor entre los otros muchachos que la pretendían había por lo menos uno que le habría dado mucho mas que lo que yo le pude dar.

Al final lo que me queda es seguir viviendo, no hay otra alternativa. El universo no se detiene cuando alguien muere, continúa su camino sin que tal cosa le importe; al final eso es lo que nos iguala a todos, sin importar si fuimos reyes, potentados, millonarios, policías, ladrones, generales, soldados o simples personas del común. Al nosotros morir la vida sigue su rumbo.

Apenas estamos en un punto azul muy pálido en los suburbios de la Vía Láctea, absolutamente insignificante para el resto del universo.

Como lo dijo el propio Carl Sagan cuando esta fotografía fue tomada por la Sonda Voyager I en 1990: "Look again at that dot. That's here. That's home. That's us."

Nosotros no influimos para nada en el universo y cuando dejamos de existir ese universo ni se entera de tal cosa. Solamente quienes nos aman son los que sienten nuestra ausencia, pero aun ellos deben seguir viviendo.

Graciela para ayudarse un poco con el duelo adoptó una cachorrita que luego se ha transformado en una perra enorme, aunque lo que tiene es puro tamaño, porque sigue siendo una bebé gigante que responde al nombre de Vida y es algo así como un pequeño terremoto.

Yo, mientras tanto, me refugio en el trabajo y los fines de semana siempre son difíciles porque eran nuestros días favoritos. Durante los últimos años Gitty me llamaba por teléfono al trabajo los viernes en la noche cuando no íbamos a lavar y me decía siempre lo mismo:

- ¡Yupii! ¡Es viernes en la noche, vamos a pasar el fin de semana juntos!

- Sí, ya lo sé, si estás dormida buscaré no despertarte para que descanses.

- ¡No importa, luego me levanto y te saludo, mi negro!

Entonces esos días me resultan muy duros, al menos una vez al mes voy a algún espectáculo musical o al cine para no aislarme por completo, y si las noches están despejadas me pongo a hacer de astrónomo aficionado en un parque de Issaquah.

Durante los primeros días de su ausencia prácticamente no podía dormir, hasta que leí un artículo acerca de que uno se acostumbra de manera inconsciente al olor de la persona con quien uno duerme y por eso es tan difícil dormir cuando esa persona no está; lo que me hizo comprender el por qué Gitty siempre me decía que no podía dormir cómoda hasta que yo no me acostaba en la cama. Por suerte, no lavé su ropa usada, sino que la dejé en la cesta de la ropa sucia, y así se conservó su olor, al igual que en sus cobijas; ahora uso una blusa, bata o dormilona de ella junto con una de sus cobijas para dormir y así puedo pasar las noches.

Mi vida ha pasado por tres etapas: Antes de Gitty, Con Gitty y Después de Gitty.

No habrá mas etapas, esta será mi única historia de amor, historia que termina aquí.


sábado, 29 de julio de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 291: El golpe de la realidad.

 


El viernes 23 de septiembre iniciamos los novenarios de Gitty. Graciela y yo desde el apartamento y varios familiares y amigos a través de WhatsApp. El rezo de los novenarios es una costumbre de los católicos hispanoamericanos que consiste en rezar un rosario por el eterno descanso de la persona fallecida a lo largo de nueve noches, uno por noche, este rito se inicia al día siguiente de la disposición del cuerpo de la persona, bien sea a través de una sepultura o cremación, que son las maneras mas comunes.

El día lunes 25, 10 días después de su deceso, recibimos sus cenizas y las pusimos en su mesa de noche, así rezamos los seis últimos rosarios con ellas presentes, como si en cierta forma Gitty también se encontrara en sus propios rituales de despedida. La decisión acerca de donde se iban a conservar sus cenizas corrió por mi cuenta, si bien lo ideal habría sido llevarlas a un cementerio, todavía no estamos seguros de cuál será el lugar donde Graciela echará raíces, si bien es muy probable que se quede aquí; tal cosa se sabrá luego que termine todos sus estudios, cree su propia familia si decide tal cosa y se consolide profesionalmente.

Mientras tanto, es mejor que las cenizas de Gitty permanezcan conmigo, en su mesa de noche, con su juego de dormitorio que tanto le gustaba y que pudo disfrutar por tan poco tiempo. Asimismo, siempre están acompañadas y no se encuentran lejos de sus seres queridos, ya que todos los días estoy pendiente de ellas, con el altar que ella había hecho al lado y pétalos de rosas al pie de la mesa. Muy posiblemente todo se resuelva cuando me llegue la hora de reunirme con ella en el mas allá y Graciela ya sabe que hacer cuando se presente ese momento.

El sábado 30 de septiembre terminaron los rosarios, ese día rezamos el que correspondía y terminamos con los 100 réquiem para así cerrar el ritual. Esa noche se le dio punto final al proceso fúnebre y era en cierta forma el inicio del regreso a "la normalidad," una nueva etapa que nada tenía de normal.

Durante el tiempo que duran los rituales funerarios uno se encuentra un poco como anestesiado, debido a la cantidad de cosas que hay que hacer y la completa disrupción de la vida cotidiana no hay tiempo para procesar el terrible dolor de la pérdida y siempre se está trabajando en algo, así que la mente y el cuerpo se mantienen muy ocupados.

Había dicho en el trabajo que regresaría el lunes 2 de octubre, lo que el jefe consideró algo prematuro y así me lo hizo saber.

- El 2 de octubre es muy temprano, necesitas una o dos semanas mas para estar en condiciones. Si quieres te das una vuelta, pero si no puedes igual estará bien.

Le respondí que no había problema, que trabajar me ayudaría a despejar la mente y tenerla ocupada.

Al final las cosas no salieron como esperaba que pasaran. Ese lunes todo empezó mal, no sabía como iniciar una nueva rutina, y ya para entonces Graciela había regresado a su apartamento, no podía estar pagando por algo que no estaba usando, además todas sus cosas estaban allá y debía ocuparse de sus asuntos; entonces esa mañana me hallaba solo por primera vez en mi vida adulta al levantarme para ir al trabajo. El problema no era el de las tareas domésticas porque sé hacerlas todas, el problema era la soledad y el tener que hacerlas todas, no por el hecho de ellas en sí, sino porque no tenía a mi lado a esa mujer con quien compartía responsabilidades.

Como sea logré salir airoso del compromiso y me preparé para salir, me monté en el carro, lo encendí y me fui a trabajar, o al menos eso era lo que esperaba hacer. Había sido advertido que en algún momento la realidad me iba a alcanzar y eso podía ocasionarme un colapso nervioso o un quiebre emocional y debía estar atento a los síntomas, porque esa experiencia podía ser muy fuerte; sin embargo pensé que eso sucedería en algún momento futuro.

No fue así.

Cuando entré a la autopista, tenía puesta la música favorita de ella, y empezó a sonar esta canción:


Fue como estrellarme contra un muro de concreto armado. Eran aproximadamente las 10:45 de la mañana y empecé a llorar, no sollozando como hasta entonces, sino con un llanto incontenible, apenas alcancé a pararme en el hombrillo de la autopista para darle rienda suelta a ese llanto, fue algo terrible, era como el lamento de un animal herido, no puedo decir cuánto duró. En algún momento puse la canción en repetición automática mientras seguía llorando. Ignoro cuánto tiempo me duró el colapso, supongo que mas de dos horas, porque cuando logré calmarme y llamar al trabajo para decir que durante esa semana no podría ir, era mas de la una de la tarde.

Durante toda una semana estuve escuchando esa versión de "Solamente una vez" que cantó Julio Iglesias, y no me arrepiento de reconocer tal cosa. A partir de ese día lloraba prácticamente a toda hora, sentía un dolor semejante a como si me estuvieran desgarrando las entrañas, algo indescriptible.

El 2020 o 2021, no recuerdo bien, le comenté a Gitty un artículo que había leído de un periodista de la BBC donde plasmaba la crónica del suicidio de su padre luego de haber quedado viudo. El hombre constantemente le decía a sus hijos que estaba bien y que podía vivir solo, lo que al final resultó falso y terminó ahorcándose en el garaje de la casa.

En esa crónica el periodista comentaba que no había leído las señales de alarma que su padre estaba enviando y cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde. Luego Gitty me diría.

- Si yo me llego a morir primero que tú tengo que decirle a Graciela que esté pendiente de ti no sea que te vayas a suicidar.

- No, olvídate, no me voy a poner en esas vainas porque ella me va a odiar por toda la eternidad, así que tengo que aguantar, y lo mas probable es que me muera yo primero.

 Esa semana de octubre de 2022 fue el tiempo en el que estuve mas cerca del suicidio en toda mi vida. Sin embargo me di cuenta que tenía que sacar fuerzas de algún lugar porque a Gitty no le habría gustado que yo fuera tan débil y que si bien había perdido por completo las esperanzas y alegría de vivir, lo mejor que podía hacer era esperar a que me llegara mi turno y que preferiblemente fuese de manera natural debido a algún tipo de enfermedad.

Luego completé mi razonamiento pensando que no sabemos si el mas allá existe, y si existe tampoco tenemos idea de como son las cosas; si por ejemplo las almas están separadas dependiendo de la forma en que hayan muerto sus poseedores, si hay un mas allá para quienes hayan perecido de forma violenta y ese mas allá no se comunica con el de los que dejaron este mundo por causas naturales; así que como Gitty murió por problemas de salud, lo mejor es que yo muera de la misma manera para así asegurarme de estar en el mismo lugar que ella. 


Y por último tuve que poner su fotografía en la pared que ella había decidido usar para colgar las de nuestros seres queridos que nos habían dejado. La última que será puesta en ese lugar.


jueves, 27 de julio de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 290: El adiós.


El jueves 22 amaneció nublado, frío y con una ligera llovizna; era como que si el cielo supiera que este era el día en que el cuerpo de Gitty iba a ser llevado al lugar donde iba a ser convertido en cenizas, tal como había sido su deseo, pero no a través del fuego sino del agua.

La cita era a las once de la mañana en un galpón ubicado en la zona industrial de Kent, aproximadamente a cinco kilómetros del apartamento (tres millas), sin embargo íbamos a hacer lo mismo que hicimos cuando fue la misa; en vez de irnos directamente al lugar, nos dirigiríamos a la funeraria y de allí saldríamos con la camioneta que transportaba el cuerpo de Gitty, ya que en esta ocasión no se necesitaba la urna y por tanto la carroza fúnebre no hacía falta.

A las 10:30 salimos de la funeraria y llegamos poco antes de las 11 de la mañana a las instalaciones industriales donde se efectuaría el procedimiento; la camioneta entró al edificio, donde descargaron el cuerpo de Gitty y lo llevaron a un salón especial al que nosotros podríamos entrar y sentarnos por aproximadamente 30 minutos para darle el último adiós. 


Allí estuvimos Graciela y yo sentados frente a ella, sería la última vez que veríamos su rostro y tomamos un par de fotografías para recordar como se veía en ese momento, porque no la volveríamos a ver mas. Fue un rato sumamente doloroso porque era nuestro último adiós a la persona que mas habíamos amado.

Luego entraron al salón las muchachas de la funeraria para decirnos que había llegado la hora y que iban a llevar al cuerpo de Gitty al salón en el que se iba a efectuar el procedimiento. Respecto a éste, un familiar podía iniciarlo si así lo deseaba o los deudos podían irse y el personal de la empresa se encargaría de esa tarea; para mí era un deber moral el estar con ella hasta su último momento sobre este planeta y no podía sencillamente irme, así que les dije a las jóvenes de la funeraria que yo iniciaría el proceso de hidrólisis alcalina.

Se fueron empujando la camilla y aproximadamente diez minutos después regresaron para llevarme al lugar donde estaba la maquinaria. Había tres hornos crematorios y una cámara de hidrólisis, que vista de lejos se asemejaba a una cámara hiperbárica. 

Ya el cuerpo de Gitty estaba puesto en la plancha que sería introducida en la cámara que se cerraría herméticamente, llegué a su lado y recé un Padrenuestro, una Avemaría y un Gloria, finalizando con el Réquiem Aeternam:

"Dale, Señor, el descanso eterno
Y brille para ella la luz perpetua.
De las puertas del infierno.
Saca, Señor, su alma,
descanse en paz.
Amén."

Luego me retiré y esa fue la señal para que la operaria introdujera el cuerpo, cubierto por una sábana biodegradable, dentro de la cámara y cerrara la puerta que luego se sellaba herméticamente, se dirigió a los controles que estaban al lado derecho de la máquina y me hizo una señal para que me pusiera a su lado.

En la pantalla táctil estaba una palabra en letras negras dentro de un cuadrado:

CONFIRM

Tenía que tocar esa palabra para que se iniciara el procedimiento.

Me hice la señal de la cruz y procedí a tocar esa palabra. Inmediatamente se empezó a escuchar el sonido de agua corriendo y eso indicaba que el trabajo se había iniciado.

En aproximadamente seis horas el cuerpo de Gitty quedaría reducido a cenizas.


Salí del lugar con las empleadas de la funeraria, mientras sentía una tristeza tan grande que no puede ser expresada en palabras y nos reunimos con Graciela en el otro salón. De allí nos dirigimos al estacionamiento del edificio, con el cielo todavía gris y el rocío que había estado cayendo durante toda la mañana, nos despedimos de las muchachas de la funeraria, no antes de que nos dieran todas las flores que habían quedado del velorio, porque Gitty hizo su último viaje rodeada de flores.

Nos fuimos al apartamento y las subimos, porque todavía durarían unos cuantos días mas.


A mediados de los años 90 hubo una canción de Tito Rojas, cantante de salsa puertorriqueño, que se hizo muy popular en Venezuela. Desventuradamente, los delincuentes del país la escogieron como el tema favorito que deseaban que fuera reproducido en sus velorios y funerales, pero recuerdo que Gitty me decía que esa canción sería bien buena para que se escuchara en los nuestros, sin importar el hecho de que esos sujetos la hubiesen secuestrado; al final me decía que eso no importaba, que igual le gustaría. Como cosa curiosa, el cantante falleció en las navidades del año 2020, luego de haber dado un concierto virtual que Gitty y yo vimos por YouTube.

Así que cierro este capítulo con esa canción.



 

miércoles, 26 de julio de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 289: La misa de cuerpo presente.


 El martes 20 a las 10 de la mañana había sido programada la misa, el oficio de difuntos. Tal ceremonia debió haber sido celebrada en la funeraria, pero debido al poco tiempo transcurrido, ya el cura párroco tenía otros compromisos el lunes, por lo que no quedó mas remedio que hacerla el martes en la propia iglesia.

El cuerpo de Gitty debía salir de la funeraria en South Seattle a la iglesia parroquial de Tukwila (iglesia de Santo Tomás) a mas tardar a las 9:15 de la mañana, para que así llegara a tiempo y no se presentaran retrasos de ningún tipo.

Así las cosas, salimos temprano del apartamento para estar en la funeraria a las 9:00 a mas tardar y de allí salir con la carroza fúnebre a la iglesia; todo salió según lo planeado y a las 9:45 habíamos llegado. Se preparó el féretro y lo llevamos frente al altar mayor para que estuviese listo.


Poco antes de iniciarse la misa, el padre y una auxiliar de la parroquia prepararon los equipos de filmación que habían sido instalados desde la pandemia para hacer streaming de las misas, probaron las conexiones y todo funcionaba correctamente. Con todo listo, se inició la misa, pero extrañamente no había sonido alguno en la grabación, de lo que nos enteramos al terminar la ceremonia, porque durante el oficio religioso no podíamos revisar nuestros teléfonos.


Para ese momento ya no podíamos hacer mucho y la grabación quedó así, muda, a pesar de que todas las conexiones estaban bien y el sistema había funcionado correctamente durante las pruebas hechas antes de la misa.

Mención aparte merecen todos los asistentes a la ceremonia, especialmente aquellos que no profesan la fe católica; que hayan acompañado a Gitty a pesar de tal situación revela el aprecio que le tenían y siempre les estaré agradecido por ese gesto, y eso se hace extensivo también a los demás asistentes, quienes estuvieron a su lado ese día.

Al terminar la misa, luego de cumplidos los ritos, tocaba regresar a la funeraria, donde su cuerpo descansaría hasta el jueves, cuando se procedería a ejecutar el procedimiento de hidrólisis alcalina. Se devolvió el féretro a la carroza fúnebre, donde el padre procedió a rociarlo de agua bendita y le entregó la cruz que estaba encima de la urna a Graciela.


Luego recibimos las condolencias de todos los asistentes y nos dispusimos a salir cuando sucedió otra cosa extraña: La carroza no arrancaba, a pesar de ser nueva se había quedado sin batería y habría que auxiliarla para que pudiera arrancar.

Por suerte yo tenía cables auxiliares en el carro y la hermana de la señora Isabel movió el suyo para conectarlo al vehículo accidentado. Luego de un par de intentos pudo resolverse el inconveniente y así se pudo ir la carroza con el cuerpo de Gitty.

Lo que restaba era la despedida, el jueves 22 en la mañana, casi una semana después de su deceso.

martes, 25 de julio de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 288: El velorio.


 Durante el fin de semana la especialista de la funeraria se encargó de preparar el cuerpo de Gitty para que se viera lo mas natural posible. A pesar de que su principal falla orgánica fue la del hígado, nunca llegó a tener ictericia en vida, recién varias horas después de su fallecimiento fue que la piel se le puso amarilla; de la misma forma, no perdió peso antes de morir, por lo que tampoco su rostro estaba demacrado.

Su aspecto era el de alguien que se quedó dormido para no volver a despertar, no quedaron grabadas muecas ni rictus de ningún tipo, sus ojos estaban completamente cerrados y la boca un poco abierta, donde apenas se vislumbraban las puntas de los dientes. Esta apariencia hizo el trabajo técnico un poco mas fácil y permitió que el féretro de exhibición pudiese estar abierto, asimismo la vistieron y maquillaron muy bien junto con un detalle adicional, un rosario entre sus manos.

La capilla iba a ser abierta a las 10 de la mañana, por lo que Graciela, Yelitza, Jeff y yo llegamos media hora antes.


Poco después de abrirse la capilla empezaron a llegar los amigos, conocidos, allegados y compañeros de trabajo a presentar sus condolencias y muchas flores, tantas, que tuvimos que habilitar floreros adicionales de la funeraria para tenerlas bien arregladas. Como existía la oportunidad de reproducir música y videos, Jeff preparó una presentación sobre la marcha; no hice mayor cosa al respecto porque la cabeza no me daba para eso, pero él hizo un muy buen trabajo con fotos del teléfono de Graciela y alguna de la música que Gitty tenía en el suyo.


Fue un día muy difícil, pero era necesario para que todos los que quisieran despedirse de ella pudiesen hacerlo. Todavía habría otra oportunidad el martes cuando se celebrara la misa de cuerpo presente, rito necesario porque Gitty era muy católica.

Si bien Yelitza, su amiga, no tuvo la oportunidad de despedirse de ella en vida, al menos pudo estar presente en su velorio, y eso fue porque extendió su estancia en Seattle un día mas para asistir al ceremonial, ya que estaba supuesta a regresar el domingo a Miami; pero debido a que sus jefes entendieron la situación, le dieron el permiso necesario para que pudiera estar presente en la funeraria.

Y nos llegó la hora de partir, las cinco de la tarde; no quería irme, pero tenía que cumplir con las reglas. Luego de tantos años juntos era muy difícil aceptar que ya su esencia vital no estaba en su cuerpo y que teníamos que abandonarla en ese lugar, que no podíamos llevarla al hogar porque su vida había terminado.

Ese conocimiento era muy duro de asumir, pero al final no nos quedaba otra cosa por hacer; la vida tiene momentos duros por los que no se quiere pasar, pero muchas veces su lotería nos obliga a vivirlos. Teníamos que dejar a Gitty atrás a sabiendas que la despedida definitiva sería el jueves 22 en la mañana, día en que veríamos su rostro por última vez.
 

domingo, 23 de julio de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 287: La soledad.


Anoche, mientras estaba en el parque Grand View de Issaquah, tomando algunas fotos del cielo profundo, me puse a ver algunos cuerpos celestes con el ojo desnudo: Las Pléyades por un lado, Júpiter por el otro, Saturno mas allá, la sombra de Andrómeda por encima de Neptuno y así. Mientras hacía tales cosas pensaba acerca del verdadero significado de la soledad, que no es el estar solo, ni siquiera el de vivir solo, sino que es el de no tener nadie con quien hablar.

Así es, cuando no se tiene con quien conversar acerca de cosas como las que vi anoche, cosas sencillas que esa persona especial está dispuesta a escuchar porque te ama y ama cuando hablas acerca de lo que te gusta y pueden compartir esos pequeños momentos, esa es la verdadera soledad.

Aquella tarde del 15 de septiembre el grupo llegó al apartamento, estábamos cargados con las cosas de Gitty y un montón de comida que nos habían llevado a la habitación (de hecho no tuve que cocinar durante mas de un mes debido a la cantidad de alimentos que recibí de todos los amigos). Esa fue la primera vez que llegaba al hogar a sabiendas de que Gitty se había quedado en otro sitio y que no volvería, que esa noche iba a ser la primera de una nueva etapa en mi vida, en la que no íbamos a dormir juntos.

Siempre, desde que compartimos cama, ella se iba primero porque era una gallina, mientras que yo toda la vida he sido un gato, por lo que mi hora de dormir siempre ha sido tardía; pero cada vez que me iba a acostar recordaba todo por lo que habíamos pasado para llegar a vivir juntos y el esfuerzo de lograr compartir un lecho, entonces me daba un ligero estremecimiento mientras la veía dormida y procedía a acostarme con el mayor cuidado posible para no despertarla.

Esos tiempos habían terminado, ya nunca volvería a verla durmiendo y me tocaba enfrentar el resto de mis días solo.

Sin embargo, al menos no tuve que enfrentar la soledad de forma brusca y que varias personas nos acompañaran ayudó tremendamente a disminuir la potencia del shock. Esa noche Graciela se acostó conmigo porque tampoco quería dormir sola, mientras Jeff dormía en el otro cuarto, si bien decir dormir es una exageración, porque casi no pegamos ojo.

La mañana siguiente tocaba ir a la funeraria a firmar los documentos y pagar los gastos fúnebres. Como Gitty quiso ser cremada respetaríamos su voluntad, aunque con un cambio; existe un procedimiento similar a la cremación pero mucho menos traumático y que asegura que el 100% de los restos de la persona fallecida son entregados a sus deudos, además de que impide confusión alguna respecto acerca de quién está siendo procesado, porque cada procedimiento se hace para una persona en particular y debe ser completamente finalizado antes de poder iniciarlo con otro cuerpo.

Esta técnica es conocida como hidrólisis alcalina y a Gitty le gustó cuando se la hicimos a Lucy, porque evitaba el trauma de pensar en su pequeño cuerpo quemándose y podíamos imaginarlo mas como una transición de la vida a la eternidad pasando a través del agua, aunque no sabíamos que estaba disponible para humanos.

Así, en la mañana, Graciela y Jeff se fueron a la funeraria mientras me dejaban al cuidado del señor Barry, que con gusto se ofreció a acompañarme mientras ellos hacían las diligencias; de hecho el señor Barry se quedó con nosotros desde las 10 de la mañana hasta las tres de la tarde, compró comida, comimos juntos, y mientras estuvimos solos me contó un montón de anécdotas familiares que me ayudaron muchísimo a mantener la mente ocupada.

Los muchachos lograron hasta obtener una rebaja en el precio de la funeraria y también pudieron conseguir que el cuerpo de Gitty fuese recogido del hospital al final de la tarde de ese viernes, y cuando los empleados lo recogieron le enviaron un mensaje de texto a Graciela para que supiera que habían cumplido con la misión.

Esa tarde también fueron a buscar a Yelitza al aeropuerto, que desgraciadamente no pudo llegar a tiempo para ver a su amiga con vida, pero que al menos podría estar presente en su funeral.

También había otra cosa; desde hacía varios años me acostumbré a ir un fin de semana al autódromo para manejar carros de carrera, en septiembre de 2021 suspendieron todo porque para el tiempo cuando se reservó la pista llovió torrencialmente y hubo que posponer la jornada entera para el 2022. Como iba a manejar un Porsche 911 GT Pro había pagado 500 dólares por la experiencia y reservé mi turno para el 16 de septiembre en la tarde.

En ese entonces no había forma ni manera de saber lo que iba a pasar 12 meses después, ni siquiera en mis peores pesadillas. Así llegamos al 16 y yo ni pendiente, pero el sábado 17, mientras revisaba mis mensajes de texto me encontré conque si no iba a mas tardar el domingo, perdería el dinero. En realidad no deseaba ir, pero recordé como era Gitty respecto a esas cosas y sabía que su alma no me perdonaría si dejaba que se perdiera esa plata.

El sábado en la tarde fuimos a la funeraria a llevar la ropa y maquillaje que le iban a poner a Gitty, ropa y maquillaje que afortunadamente tuvo tiempo de escoger, y cumplimos con su último deseo, que su servicio no tuviera flores, a pesar de lo mucho que le gustaban y de que al final las flores sobraron porque todo el mundo envió arreglos florales.

El domingo me levanté temprano para cumplir con mi compromiso, sin emoción alguna; simplemente fui a hacer algo por lo que había pagado año y medio antes, regresé al apartamento y esperé a que llegara el lunes 19, el día del velorio, entre 10 de la mañana y 6 de la tarde. El martes 20 sería la misa de cuerpo presente y el jueves 22 se procedería a sumergir su cuerpo en agua alcalina, completo, porque respetando sus deseos, el mismo día que falleció le dije a las autoridades del hospital que como ella nunca supo que se podían donar órganos aunque uno muriera de cáncer, pues nunca consintió tal cosa porque pensaba que no servían para nada, así que tenía que respetar su última voluntad.  

Así nos amaneció el lunes 19 de septiembre, día del velorio.


viernes, 21 de julio de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 286: Consummatum est.


 El Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart, la canción fúnebre mas sublime jamás compuesta y el pináculo de su creación, que no llegó a escuchar completa; es la única pieza musical que puede iniciar este capítulo, luego que el soplo vital de Gitty había abandonado su cuerpo.

Nos había hecho prometer, a pesar de nuestras protestas que buscaban convencerla de que cambiara esa posición tan radical, que su familia se enterara de su cáncer después de su muerte, y que bajo ninguna circunstancia le comentáramos nada a nadie, que ella era la única que podía decidir sobre tal tema. A pesar de no estar de acuerdo, a regañadientes aceptamos su decisión y no dijimos nada a nadie acerca de su enfermedad.

Las especialistas de cuidados paliativos y el consejero espiritual del hospital fueron muy útiles durante esos momentos, cumplieron su trabajo de manera muy profesional y completamente impecable; también nos indicaron que podíamos pasar cuatro horas, contadas desde el momento del deceso, con el cuerpo de Gitty antes de que lo llevaran a la morgue del hospital, donde estaría hasta que lo fuera a buscar el personal de la funeraria.

Esto me trajo bruscamente a la realidad; a pesar de mi condición emocional, debía buscar solución inmediata al problema de las exequias de Gitty, nunca habíamos pensado ni hablado acerca de ello sino solo de manera tangencial: No ser enterrada y no donar órganos por lo del cáncer. Bajo esas únicas premisas teníamos que encontrar una funeraria y que además pudiese buscar su cuerpo rápido para que pasara en la morgue la menor cantidad de tiempo posible.

A las dos de la tarde Graciela empezó a llamar a los familiares que no tenían idea de nada, para su mayúscula sorpresa y terrible dolor y tristeza. Al mismo tiempo, Jeff empezó a contactar empresas fúnebres para ver cuál podía hacerse cargo de nuestro caso. Había muchas cosas que hacer y poco tiempo disponible, y yo no estaba en posición de ser útil para nada, estaba tan abatido que no podía pensar con claridad, lo único que ocupaba mi cerebro era que ella pasara en la morgue un tiempo mínimo, porque no me la podía imaginar metida dentro de una de esas neveras, cubierta por una sábana.

Una vez que Graciela terminó con el duro compromiso de comunicar la mala nueva a los familiares inmediatos, se unió a Jeff para buscar la funeraria y encontraron una antes de las cuatro de la tarde. Columbia Funeral Home sería la empresa con la que nos quedamos, especialmente porque tenían la capacidad de buscar el cuerpo el viernes en la tarde, lo que significaba que los restos de Gitty no pasarían mas de 24 horas en la morgue.

Aproximadamente a las cuatro de la tarde, llegó parte de nuestra familia adoptiva desde que llegamos a Seattle; la holandesa, su mamá y esposo, que nos acompañarían al apartamento cuando llegara el momento de irnos.

Graciela y Jeff habían resuelto los dos problemas críticos que tenían que ser arreglados lo mas rápidamente posible, ahora nos quedaba un tiempo libre para estar con el cuerpo de Gitty hasta que llegara el momento de separarnos. 

Como cosa extraña, y por eso nunca pensamos que ella estaba prácticamente moribunda cuando llegamos al hospital el lunes, nunca perdió peso ni su piel estaba amarilla, algo que es la norma entre las personas que tienen una falla hepática severa; la única señal era el abdomen un poco distendido, pero tampoco era algo en gran escala. Por esas razones nunca se pensó que su estado era terminal, se veía relativamente muy bien como para pensar tal cosa.

También esa tarde se me acabaron las lágrimas.

Nunca había llorado tanto en mi vida, quizás con excepción de cuando estaba en mi mas tierna infancia. En algún momento después de las tres de la tarde me di cuenta que estaba llorando pero no me salían lágrimas  porque simplemente se me habían terminado, no había mas; tal cosa me pasaría varias veces durante los días subsiguientes, cuatro en total.

Así nos dieron las 5:30 de la tarde, cuando llegó el momento de irnos y dejar el cuerpo de Gitty atrás. Poco a poco nos retiramos y fui el último en abandonar la habitación; le acaricié la cabeza con toda la ternura que pude reunir y besé su frente mientras le decía:

- Jamás te olvidaré ni dejaré de amarte.

El momento había llegado, luego de 37 años y seis días, nos separábamos para no volver a estar juntos sino hasta después de mi muerte.


jueves, 20 de julio de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 285: Telón.

 


Desde el martes dos especialistas de la unidad de cuidados paliativos del hospital empezaron a visitarnos, al menos un par de veces al día, dos doctoras expertas en procesos de fin de vida; lo hacían con la finalidad de controlar la salud de Gitty para así determinar cuando se iniciaría su transición de la vida a la muerte y hacer este proceso lo menos traumático posible.

Aparentemente las enfermeras las contactaron apenas terminaron de ayudarme a regresar a Gitty a la cama y llegaron poco después de las 11:40. La examinaron y confirmaron lo que me habían dicho las enfermeras: Gitty estaba iniciando el proceso y le quedaba poco tiempo de vida, había llegado el momento de la despedida.

Sin embargo había un problema, Graciela estaba en su apartamento y posiblemente no estaba lista; así que la llamé y le dije que debía venir urgentemente al hospital para despedirse de su mamá, que se corría el riesgo de que llegara tarde y tenía que correr. Para evitar accidentes que pidiera un Uber o le dijera a Jeff que la trajera, pero tenía que ser lo mas rápidamente posible, si no su mamá podía irse y no tendría la oportunidad de despedirla.

A medida que transcurría el tiempo se veía que la salud de Gitty se deterioraba rápidamente y su respiración se hacía mas trabajosa, mientras yo seguía llamando a Graciela para saber por donde andaba. Por fin, poco antes de las 12:15 Jeff la recogió y logró llegar en menos de media hora. Entró corriendo a la habitación y abrazó a su madre mientras le decía:

- ¡Mamá, te amo!

Yo estaba sentado al lado derecho de Gitty, tomándole la mano derecha y por recomendación de las especialistas de cuidados paliativos, que para ese momento estaban acompañadas por el consejero espiritual del hospital, le puse música, ya que según me explicaron, el último sentido que se va al uno morir es el del oído.

La primera canción que le puse fue aquella que ella me hizo escuchar cuando la visité por primera vez en su casa, África de Toto.

La segunda fue la que escuchamos en el taxi aquella vez que fuimos a la fiesta en la que le pedí que fuera mi novia.


La tercera fue la primera que bailamos juntos, en esa fiesta.


Y la última fue la que bailamos aquella noche en la zona de descanso de la autopista I-5 cuando regresamos de Portland en septiembre de 2015.


 Poco antes de la una de la tarde llegó Jeff y para entonces yo había puesto la música que Gitty tenía en su teléfono para que se reprodujera aleatoriamente y y lo ubiqué cerca de su oído derecho. Recuerdo que la primera canción fue una de Julio Iglesias:

Mientras le tomaba de la mano, busqué el salmo 23, versículo 4 del libro de David; ese salmo se lo había recordado muchas veces porque le decía:

- El único lugar al que no te podré acompañar es al valle de las sombras, te veré mientras inicias tu travesía, pero no podré estar contigo.

"Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno; porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento."

Su música seguía sonando, mientras que Graciela estaba sentada a su izquierda, tomándole la mano, Jeff estaba sentado a su lado, yo, a la derecha, con su otra mano entre las mías y frente a la cama estaban las dos doctoras y el consejero espiritual.

Poco a poco iba sintiendo como su mano iba perdiendo energías hasta que básicamente quedó completamente relajada entre las mías, mientras que su respiración se iba haciendo cada vez mas superficial y trabajosa.

En esos momentos me desdoblé, una parte de mí estaba absolutamente enloquecida de dolor y en la mas profunda desesperación, mientras que otra estaba pendiente de saber cuándo ella expiraba; cuándo sería el momento en que su alma iniciaría su viaje para rezar el réquiem:

"Dale, Señor, el descanso eterno y brille para ella la luz perpetua." 

Poco después de la 1:10 de la tarde sonó esta canción en su teléfono, una que también nos traía recuerdos, porque esa noche del 28 de septiembre de 1985, cuando nos hicimos novios, la bailamos y recuerdo que le dije:

- Te encontré, tú eres mi guayaba.

Ella tenía los ojos completamente cerrados y parecía como si estuviera durmiendo, con la boca casi cerrada; sin embargo, al empezar la canción movió un poco los labios, como esbozando una sonrisa, y su respiración se hizo mucho mas superficial.

Respiraba cada vez mas despacio y sus inspiraciones eran mas y mas cortas, hasta que dejó de respirar.

Era la 1:17 de la tarde.

Y en ese momento cumplí mi promesa:

"Dale, Señor, el descanso eterno y brille para ella la luz perpetua." 

Gitty Pargas Salas había dejado de existir.

Mi gran amor, la mujer que había amado tanto y que seguía amando con todas mis fuerzas, mi alma y corazón, se había ido y mi vida se fue con la suya.

Pedí que llamaran a la enfermera para que certificara su fallecimiento y volví a reunirme conmigo mismo en medio de la mas grande desesperación.

Y así fue como Gitty llegó a su hora final, de manera digna, sin agonía alguna; simplemente se quedó dormida con una leve sonrisa en sus labios.

Y esto es todo por hoy, el sentimiento me ahoga y me impide continuar con esta crónica.


martes, 18 de julio de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 284: El último beso.





Gitty durmió durante buena parte de la mañana, solamente se despertó cuando las enfermeras fueron a revisar el dispensador del analgésico y la conexión con el suero, además del nivel de oxígeno que estaba recibiendo. Luego de la visita y haber respondido con monosílabos las preguntas que le hicieron, siguió durmiendo.

Ella estaba acostada en su cama hospitalaria que había puesto reclinada en un ángulo de aproximadamente 45 grados mientras que yo estaba sentado en la cama portátil que estaba a su izquierda, pegada de la ventana, donde tenía apoyada la espalda. Esa posición me permitía tener una visión completa de Gitty y poder detectar cualquier movimiento que hiciera, porque suponía que si en algún momento no le alcanzaban las energías para hablar, podría estar pendiente de lo que necesitara al moverse.

A las 11:30 de la mañana, hora exacta porque vi el reloj en ese momento, me llamó por mi nombre con una voz muy suave, casi ininteligible.

- Ramón, ven, por favor.

- Aquí estoy, le respondí de inmediato, mientras me incorporaba y ubicaba a su izquierda.

Acerqué mi rostro al suyo, ella levantó sus brazos, rodeó con ellos mi cuello y me atrajo mientras levantaba un poco su cabeza y acercaba sus labios a los míos. Nos besamos muy suavemente durante varios instantes y luego ella dejó caer la cabeza sobre la almohada; entonces le pregunté:

- ¿Quieres sentarte un rato?

Ella asintió y busqué ayudarla a sentarse, así como había hecho los últimos días; pero aquí se presentó una diferencia, su cuerpo estaba rígido y prácticamente no podía moverse, así que tenía que acostarla de nuevo, pero se me hizo muy difícil porque apretó las manos muy fuerte mientras se agarraba de las sábanas, y me di cuenta que iba a necesitar ayuda. Apreté el botón para alertar a las enfermeras y llegaron dos que me ayudaron a poner a Gitty en posición otra vez.

Sin embargo, algo había cambiado en ella, y las enfermeras se dieron cuenta de inmediato; fue cuando una de ellas me dijo que posiblemente Gitty estaba ingresando a su fase final.

En ese momento me di cuenta que al sentir que las fuerzas y la vida le abandonaban, usó sus últimas energías para besarme y entregarme todo su amor; no podía abandonar este mundo sin antes darme un beso y así sentir el contacto de mis labios para poder irse en paz, partiría con ese último recuerdo del amor que nos unió durante tantos años.

Ese fue el momento en que empecé a llorar en silencio, porque supe que ese fue su beso de despedida y no volvería a sentir el calor y sabor de sus labios.

lunes, 17 de julio de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 283: Amanece el 15 de septiembre.

 La noche del 14, mientras Gitty dormía, me puse a ver una película llamada "The Mist" por Netflix, era la adaptación cinematográfica de una novela corta homónima escrita por Stephen King. Como cosa curiosa, la película era protagonizada por Thomas Jane, uno de los actores favoritos de Gitty desde que lo vio actuando en la serie de HBO "Hung" o, por su nombre en español: "Bien dotado;" le encantaba su forma de actuar al igual que la de Julia Louis-Dreyfus y el finado James Gandolfini.

Cuando terminé de ver el filme de terror, revisé a Gitty para ver como dormía y se veía muy relajada y respirando normalmente, ayudada por el oxígeno que le habían puesto; así que decidí dormir un par de horas. Un poco mas tarde Jeff pasó por la habitación y estuvo como por hora y media o algo así y luego se retiró a descansar.

Aproximadamente a las 4:30 me había despertado y fui al baño a cepillarme los dientes y asearme un poco, porque a las cinco de la mañana iba a arreglar el cuarto para que estuviese listo cuando la ronda médica mañanera pasara a revisar a Gitty. Mientras estaba en el baño, de la nada me vino un pensamiento acerca de ella y su próxima muerte, que se expresaba poco mas o menos así: "Ella ha sido una buena mujer, excelente madre y esposa, dedicada a su hogar y siempre pendiente de su hija y su esposo. Fue muy buena estudiante y profesional y siempre tuvo una elevada ética de trabajo; no es justo para ella que tenga que sufrir una larga y dolorosa agonía si nunca cometió ningún crimen ni fue una mujer malvada, así que si tiene que irse de nuestro lado, que lo haga de la forma mas pacífica y natural posible, que pase de la vigilia al sueño eterno con la paz y tranquilidad que ella merece."

También se apoderó de mí la necesidad de hablar con ella antes de que terminara incapacitada debido a la progresión del mal que la estaba matando, tenía que hacer tal cosa lo mas rápidamente posible; lo que para mí no era fácil, porque no soy de esos hombres que tienen el corazón en la punta de la lengua.

Al salir del baño la encontré despierta y me dijo que por favor la sentara, cosa que hacía varias veces al día, si bien desde la tarde anterior ya no caminaba y se levantó de la cama por última vez como a las 10 de la noche del martes.

La obedecí y ayudé a sentarse, y en ese momento le dije que tenía que hablar con ella acerca de lo nuestro, para poder expresarle todos mis sentimientos mientras ella pudiese escucharlos y reaccionar a lo que le dijera. No puedo transcribir exactamente lo que le dije en esos minutos que estuvimos a solas porque debido a la emoción que me embargaba no pude memorizar mi discurso, si se puede llamar así.

Le dije que la había amado antes de conocerla, porque siempre soñé con ella, aunque no la conocía, pero la muchacha que aparecía en mis sueños era exactamente como ella; que si bien había cometido muchos errores y estuve muy lejos de lo que se podría considerar un marido ideal, siempre la había amado y que jamás la había dejado, que si ahora nos separábamos era por la muerte y que no podría acompañarla en su viaje a través del valle de las sombras. Que el amor que sentía por ella era infinito y que no terminaría con su muerte y tampoco con la mía; allí ella me interrumpió y me dijo: 

- Siempre supe eso, que siempre me amaste y ahora te tengo que dejar, a pesar de todo lo que te amo yo también.

Le dije que no importaba, ya con la voz quebrada y un nudo en la garganta, le manifesté que la seguiría amando después de muerto y que mi alma buscaría la suya para seguir juntos y amándonos. Ya en ese momento empecé a llorar como un niño cuando el sentimiento me sobrepasó, lo que me hizo imposible seguir hablando, y en ese instante me dijo:

- Sí, pero no llores.

Acto seguido recostó su cabeza sobre mi hombro izquierdo y nos quedamos así, abrazados en silencio por algunos minutos, cuando ella me pidió que la ayudara a acostarse. Así lo hice y le pregunté si no quería ir al baño antes de hacerlo, me dijo que no y eso me encendió una luz de alarma, por lo que minutos después me comuniqué con la enfermera para decirle que Gitty llevaba mas de 24 horas sin ir al baño, por lo que le revisaron la vejiga con ultrasonido y se confirmó que no tenía suficiente orina como para tener deseos  y que eso podría cambiar en el transcurso del día.

Luego me dijo que no tenía hambre, que con el suero por ahora le bastaba, aunque sí la ayudé a cepillarse los dientes, al igual que Graciela lo había hecho la noche anterior. De la misma forma, le pasaba un paño húmedo por la cara y el cuello para refrescarla cuando ella me lo pidiera y me mantenía pendiente de todo, incluyendo el activar la dosis de medicamento para el dolor cuando ella me lo pidiera si no tenía a mano el control de la bomba que se lo aplicaba.

Después de la ronda médica me dijo que iba a dormir un rato y Graciela me escribió por mensaje de texto para saber como su mamá había pasado la noche, a lo que le respondí:



Graciela me dijo que no había podido dormir bien durante la noche, así que acordamos que ese día iría al hospital un poco mas tarde porque iba a dormir y se levantaría como a las 11 de la mañana, lo que parecía algo razonable para que de esa forma pudiera recuperar energías. Bajo las circunstancias descritas parecía que el jueves sería tranquilo y rutinario, pero no fue así.

domingo, 16 de julio de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 282: Miércoles 14 de septiembre.

 



Temprano en la mañana, las enfermeras del piso nos regalaron esta bonita manta con la finalidad de que Gitty pudiese usarla para adornar la cama, que para ese entonces todos sabíamos que muy posiblemente iba a ser su lecho de muerte.

Esa mañana también recibió una extremaunción, que sería la segunda, así que en cierta forma sus cuentas pendientes con el creador, si acaso tenía alguna, ya habían sido saldadas. Asimismo, la doctora venezolana nos llevó una bolsa de bombones de chocolate muy populares en Venezuela, llamados Toronto. No le dije que ni Gitty ni yo podíamos comer chocolates, así que les quedarían a Graciela y Jeff.  


También llegaron muchas visitas, con comida o flores. Mucha gente fue a ver a Gitty, y los que no podían ir llamaron por teléfono, fue un día bastante movido porque bastantes amigos querían despedirse de ella. Desafortunadamente, una de sus mejores amigas, Yelitza, a quien conocía desde su adolescencia en Venezuela, no pudo encontrar un vuelo disponible en Miami sino el día viernes como lo mas próximo.

Ese mediodía, una vez que llegó Graciela a relevarme me despedí de Gitty con un beso para ir a lo que suponía sería mi rutina a lo largo de un tiempo indeterminado, bañarme y cambiarme de ropa. El martes había llamado al trabajo para explicar la situación y el jefe me dijo:

- No te preocupes por nada, toma el tiempo que necesites y estamos disponibles para todo lo que sea necesario.

De hecho, varios de mis compañeros fueron el miércoles al final de la tarde para visitar a Gitty.

En principio se podía decir que ese día era el del inicio de una nueva rutina que duraría, o así lo esperábamos, varias semanas; tan así que Graciela se había comunicado con su jefe y al explicarle la situación él le dijo lo mismo que me dijeron a mí, que no se preocupara, lo importante era su mamá.

Entonces establecimos una rutina que sería la siguiente: Yo me quedaría toda la noche y me relevaría después de mediodía, momento en el que iría a casa para ocuparme de mi aseo personal. Luego regresaría al hospital y ella podría volver a su apartamento a descansar para reanudar la rutina al día siguiente.

Cuando regresé a la habitación, Graciela me comentó que el papá de Jeff había visitado a Gitty en mi ausencia y que conversaron un rato. No me puedo imaginar lo embarazoso que debió haber sido para ese señor conocer a la madre de la novia de su hijo bajo semejantes circunstancias, donde una persona no sabe que decir; a pesar de ese tremendo problema todo transcurrió de muy buena forma y al menos pudo conocerlo antes de su deceso.

Esa tarde también se bañó aunque no como el día anterior, fue un baño de los que se hacen en los hospitales a los pacientes que no están en condiciones de hacer tal cosa por sí mismos. En la mañana también había pedido desayuno y se comió la mitad, teniendo yo que finalizarlo; luego durante el día mostró algo de apetito y pudo comer unas cucharaditas de las comidas que nos habían llevado, incluido un pozole que le llevó su amiga, la señora Isabel.

La señora Isabel llegó como a las siete de la noche, junto con su hija, Isabela y su nieto, Forrest, a quien Gitty quería mucho. Cuando llegaron me tocó irme del cuarto porque estaba de guardia una enfermera muy enérgica que deseaba cumplir con las restricciones puestas debido al COVID-19 de la manera mas estricta posible; como esas restricciones indicaban que no podía haber mas de dos personas con la paciente en la habitación, a pesar de ser en este caso una paciente desahuciada, pues yo sobraba y debía largarme.

Ante tal situación hice lo único que se podía hacer, irme mientras le explicaba a Gitty el problema. Casi todas las enfermeras se habían hecho de la vista gorda porque sabían que mucha gente iría a presentarle sus respetos a la paciente y que este era un tipo de circunstancia muy excepcional donde era mejor dejar de lado el reglamento; pero como este estaba vigente, pues ni modo, si alguien quería hacerlo cumplir a rajatabla pues había que aceptarlo.

Graciela, dos amigos que estaban con ella y yo bajamos al primer piso para esperar allí a que la señora Isabel terminara su visita aunque para nada quería apurarla, que se tomara el tiempo que quisiera y luego subiría al cuarto. Aproximadamente diez minutos después que habíamos llegado al salón del primer piso y conversábamos acerca de diversos temas, la señora Isabel le envió un mensaje de texto a Graciela para avisarle que Gitty estaba preguntando por mí y que debía subir a la habitación.

No me quedó otro remedio que hacer tal cosa y cuando llegué Gitty me preguntó que por qué la había dejado y le volví a explicar que era debido a las reglas que estaban haciendo cumplir y que no tenía para donde coger, si no no habría podido ver al niño y echarle la bendición, pero que ya estaba a su lado y no la iba a dejar. Estaba sentada en la cama para ese momento y acto seguido se volvió a acostar; nos quedamos conversando otro rato con la señora Isabel hasta que le tocó despedirse, si bien esperaban volver a verse, eso no pudo ocurrir.

Mas tarde subió Graciela con Jeff y nos quedamos los cuatro durante algún tiempo, luego Jeff fue a llevar a Graciela a su apartamento para que descansara y así cerramos el día, recuerdo que la besé cerca de las once de la noche y le dije que durmiera, que yo estaría en la cama de al lado pendiente de ella.

No había forma de saber que esa sería su última noche en este mundo.

sábado, 15 de julio de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 281: Martes 13 de septiembre, después de mediodía.

Se suponía que ese martes iba a lavar la ropa según la planificación que habíamos hecho, luego de las reuniones con los médicos debía ir a la lavandería. Claro que no teníamos en mente una noticia de este tipo que puso nuestro mundo completamente patas arriba.

Obviamente que la lavada desapareció por completo de mis prioridades y me vine a ocupar de tal tarea casi tres semanas después.

Lo que sí se hacía necesario era el tener que ir al apartamento a buscar algunas cosas, bañarme y cambiarme de ropa, porque mientras Gitty estuviera viva mi lugar de residencia iba a ser el hospital y solamente pasaría por nuestro hogar para ocuparme de mi aseo personal.

Por el momento habíamos llegado al arreglo de que ella permanecería en el hospital hasta que se abriera un cupo en alguna de las localidades existentes que brindaban cuidados de hospicio. No sabíamos cuándo iba a pasar eso aunque sabíamos que a Gitty no le quedaban mas de unas pocas semanas de vida.

Si hubiésemos tenido mas familiares con nosotros, tal vez alguien me habría llevado a casa, porque mi estado mental para el momento no era el mejor y podía tener un accidente, pero como no había nadie a mano pues tuve que hacer de tripas corazón y manejar solo mientras Graciela se quedaba con Gitty. Al quedarme solo fue que pude empezar a procesar la noticia, y ese tiempo de soledad fue terrible, porque todos los recuerdos de nuestra vida en común se me vinieron encima de un solo golpe, mientras pensaba -¿por qué le tenía que pasar esto a ella?- Una pregunta que no tenía respuesta porque no existía quien pudiera responderla.

Gitty tenía defectos, como todos nosotros, había hecho cosas malas, como todos nosotros. No era una mujer perfecta, pero cumplió con sus deberes siempre, trabajó muy duro y sacrificó mucho de su vida a cambio de que su hija saliera adelante. No existía ninguna razón como para que ella mereciera una muerte tan prematura y se perdiera de tantas cosas que las personas disfrutan durante la vejez como los nietos y el merecido descanso luego de toda una vida de trabajo; al final todo eso le iba a ser negado sin justificación alguna.

No dejaba de ser irónico que para el momento en que emigramos ella me dijo que una de las razones por las que se había decidido fue porque pensaba que si no lo hacía yo no iba a llegar a los 40 años de vida. Si lo de morirse hubiese sido una rifa, yo habría tenido todos los números para ganarla excepto uno y resulta que la poseedora de ese único número fue quien se llevó el premio.

Así estuve pensando todo el tiempo en el que estuve solo mientras las lágrimas me corrían libremente por la cara porque el dolor que sentía era indescriptible. Para el tiempo que regresé al hospital Graciela había corrido la voz y estaban empezando a llegar visitas, que se mantendrían durante el par de días que le restaban de vida a Gitty.

Había algunos problemas prácticos que resolver, como el de la extremaunción, porque era una católica muy devota y había que administrarle ese sacramento; todavía ese martes tuvo apetito y comió un almuerzo a media tarde. Afortunadamente Jeff nos ayudaba con las diligencias que había que hacer y realmente su asistencia fue invalorable durante todo ese tiempo.

Al finalizar la tarde una enfermera llevó una cama portátil a la habitación porque la sillita de la noche anterior no iba a servir para una estancia por tiempo indeterminado. Para ese entonces estaba claro en cuál iba a ser mi rutina mientras Gitty se mantuviera con vida.

Como el estatus de Gitty había cambiado de paciente a hospicio, ya no se le iba a dar ningún tratamiento, solamente medicinas para el dolor y oxígeno para que respirara con mayor comodidad. Al principio se le administraban los analgésicos vía oral, pero luego cambiaron a dosis intravenosas con suero, ella se la podía dar simplemente apretando un botón en un control manual que le había dado una enfermera.

Al anochecer tuvo un episodio de delirio, cuando se puso a comentar que estaba en una fiesta y me llegó a preguntar si no me iba a ir a vestir mejor, porque la ropa que tenía no era como para una ocasión tan especial, luego de eso se quedó dormida y al despertar volvió a lo que se podría llamar como la nueva normalidad.

Mas tarde en la noche llegó un cura y le administró la extremaunción, cosa que la alegró porque no quería quedarse sin su sacramento. Así llegó la hora en que Graciela se iba a dormir a su apartamento y yo me quedaría con Gitty junto con Jeff, que nos acompañaría después de medianoche durante algunas horas; esa madrugada ella necesitó ir al baño y las enfermeras de guardia la auxiliaron, así pudo dormir sin novedad el resto de la noche.

Pasara lo que pasara debía estar con Gitty hasta el amargo final, cuando tendríamos que dejarnos porque no podía acompañarla en su viaje y ella no podía quedarse conmigo. No había mas nada que hacer. 

viernes, 14 de julio de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 280: Martes 13 de septiembre: ¿Entonces eso quiere decir que me voy a morir?

Sin importar cuánto uno sea gobernado por el logos siempre hay espacio para lo irracional, a mí me pasa con los martes 13, siempre los he considerado de mala suerte, pavosos y mabitosos, a pesar de que sé que es solamente una superstición. En todo caso, este martes 13 comprobaría mi creencia para siempre.

Esa mañana me activé temprano para ayudar a Gitty en lo que necesitara, le habían conectado la cuarta y última transfusión de sangre que recibiría junto con el suero que la mantenía hidratada. En esa habitación el acompañante lo único que tenía para descansar en la noche era una silla con una banqueta, y como la silla era rígida y no mullida, no estaba hecha para dormir; eso se debe a que se supone que el acompañante está para ayudar al personal de enfermería, no para echarse en las noches.

Gitty quería desayunar, por lo que procedí a llamar a la fuente de sodas del hospital para pedirle el desayuno, en el interín la ayudé a bañarse y arreglarse para que estuviera lista cuando llegaran los médicos; comió una parte del desayuno y me obligó a que comiera el resto, lo que al final tuve que hacer.

Aproximadamente a las 10 de la mañana llegaron las doctoras a cargo del piso para darnos las conclusiones a las que habían llegado luego de analizar los exámenes hechos el día anterior; como cosa curiosa, la médico jefe del piso donde estaba hospitalizada Gitty era venezolana, caraqueña para mas señas, hija de un migrante húngaro que se casó con una venezolana, lo que hacía la cosa un poco mas fácil en el sentido de que podríamos entender todo mejor porque hablábamos el mismo español.

Tengo que decir que cuando vi al personal médico entrar al cuarto tuve un mal presentimiento, porque tenían un aspecto sombrío, lo que hacía sospechar que no eran portadores de buenas noticias. Graciela no había llegado todavía, así que me senté al lado izquierdo de Gitty y le puse la mano en el hombro.

Luego de las cortesías habituales, la doctora venezolana fue la encargada de dar las malas nuevas. En medio de toda una jerigonza técnica básicamente dijo que luego de todos los exámenes que se habían hecho el hígado había dejado de funcionar. Mientras explicaba la situación se apoderó de mí un temblor horrible, temblaba de pies a cabeza, y mas que temblar me sacudía sin control, porque con cada palabra que ella decía me quedaba claro que estaba hablando de una muerte próxima; y cuando la doctora terminó su exposición, Gitty le preguntó:

- ¿Entonces eso quiere decir que me voy a morir? - Y nunca olvidaré el tono de su voz, era triste y resignado al mismo tiempo, como si supiera que no se podía hacer mas nada y que había perdido la partida.

-Sí, así es. -le contestó la doctora con toda honestidad, cosa que se le agradece.

Por un momento todos nos quedamos en silencio mientras yo, de manera completamente irracional, trataba de recordar cuando fue la última vez que había temblado de aquella forma, porque sabía que había tenido un temblor así antes.

Finalmente Gitty rompió el silencio al decir:

- Gracias por su sinceridad y por todo lo que han hecho por mí.

Fue admirable la integridad con la que asumió la noticia de su desahucio, sin drama ni espectáculo, con una enorme dignidad y sin perder el control. Mientras tanto, yo seguía preguntándome cuando fue la última vez que temblé de esa manera hasta que lo recordé: la mañana del 28 de noviembre de 1992.

Un rato mas tarde llegó Graciela y tuvimos que darle la mala nueva:

- Tu mamá acaba de ser desahuciada, ya no se puede hacer nada y su hígado ya está en vías de colapso.

A pesar de todo, supongo que por lo tranquilos que nos veíamos, ella también aceptó esa lamentable noticia de manera digna y sin hacer aspavientos ni escándalos.

Poco después de las 11 de la mañana llegó la doctora Swisher, quien corroboró lo dicho antes por su colega e indicó que a Gitty no le quedaban mas allá de unas pocas semanas de vida. Luego quedaba pendiente el dónde ella pasaría sus últimos días y decidió que deseaba pasarlos en una institución especializada, tal como me había dicho varias veces; asimismo confirmó que no deseaba medidas heroicas ni extremas para mantenerla con vida, simplemente quería abandonar este mundo cuando le llegara su momento.

Debido a que todos los lugares donde se brinda cuidado a los pacientes terminales en el estado estaban completamente llenos, no quedaba otro remedio que dejarla en el hospital hasta que hubiera una plaza disponible, ya que llevarla al apartamento resultaba sumamente complicado y no valía la pena, era mejor que se quedara donde estaba.

Y mientras estábamos en aquella situación de desesperanza y dolor, recordé lo que decía la inscripción que estaba a la entrada del infierno de la "Divina Comedia" de Dante Alighieri:

"Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate."

"Abandonad toda esperanza, quienes aquí entráis."

Sí, me sentía como las almas condenadas, había perdido la esperanza. La persona que mas amaba iba a morir y no podía hacer nada para evitarlo.