A principios de abril regresé a Tukwila luego de terminar el trabajo de campo, ese último mes fue horrible porque no podía dormir ni concentrarme en el trabajo, luego supe que eran los síntomas del PTSD por sus siglas en inglés ( en español, síndrome de estrés postraumático) causado por las intensas tensiones mentales y emocionales recibidas durante la gravedad y muerte de mi madre; simplemente el hecho de estar tan lejos y no poder hacer nada al respecto me generó un estrés imposible de superar.
Ni el accidente donde casi pierdo la vida, ni las múltiples situaciones de riesgo total que viví en Venezuela me causaron este problema, pero esta fue la gota que rebasó el vaso. Finalmente tendría que dejar de viajar y trabajar en algo que no necesitara que yo saliera de la ciudad.
En todo caso, estaría en oficina los próximos dos meses, cosa que alegró mucho a Gitty porque a ella no le gustaba que estuviese viajando. Ese mismo mes ella terminó un contrato y estaba en busca de otro; uno de los potenciales candidatos era la tribu Quinnault que necesitaba alguien para ocuparse de unos niños, pagaban bien pero eso implicaba que ella tendría que irse a la población de Amanda Park, situada a mas de 200 kilómetros de distancia que se traducían en mas de cuatro horas de camino.
Ella casi que descartaba la oferta porque no le gustaba trabajar lejos de casa, pero al final la tomó debido a una fuerte pelea que tuvimos, la última, y fue debido a la aparición de la segunda bandera roja que advertía de su enfermedad.
A Gitty siempre le gustó la intimidad conmigo, no porque yo fuese un galán apetecible ni porque tuviera dotes donjuanescas o de gran amante, era porque ella me moldeó a su gusto y me convertí en su amante ideal; era capaz de hacerle sentir placer sin necesidad de que ella me estuviese guiando ni que tuviera que sentir sensaciones desagradables, era como un vestido hecho completamente a su medida y ella disfrutaba tal cosa, por lo que buscaba que hiciéramos el amor cada vez que se podía.
También, desde el principio de nuestros encuentros, por allá por 1986, le dije que para evitar eso de que yo la estuviese forzando a tener relaciones cuando ella no quería, mejor que ella fuera quien tuviera el control, que de todas formas yo era como los Boy Scouts, estaba siempre listo.
- Pero a veces voy a querer que tú me busques, me respondió.
- Esas situaciones se van a presentar y la vamos a pasar muy bien cuando se presenten, te lo aseguro.
Y así era, a veces era yo quien iniciaba el proceso y ella estaba feliz cuando eso pasaba.
Con la coincidencia de que ambos estábamos en la casa y que Graciela se había mudado a una residencia universitaria parecía que podríamos vivir una segunda luna de miel, pero las cosas no salieron como se esperaba; el día que empezamos a tener relaciones observé que ella hacía muecas de dolor, por lo que me detuve inmediatamente y le pregunté:
- ¿Qué te pasa, te duele algo?
- Es que siento algo de dolor durante la penetración.
- Eso no es normal, es la primera vez que te veo así.
- Debe ser que no he lubricado bien.
- No me parece, nunca has tenido problemas de ese tipo.
- Acuérdate que tengo la menopausia y eso afecta a la lubricación.
- La verdad que no me convence mucho, algo mas debe de estar pasando.
- No me pasa nada, me hice los exámenes en marzo y todo salió normal, lo que pasa es que a lo mejor me voy a tener que acostumbrar a hacerlo con dolor.
- No me convence para nada, mejor dejamos esto así y luego que vayas al médico, te revisen y determinen que no hay problema seguimos, me da mucho miedo que te vaya a causar daño.
- ¡Lo que pasa es que tú exiges mucho y luego te vas a buscar a otra con esa excusa!
- Coño chica, que no es ninguna excusa, tienes dolor y eso no es normal.
- ¡Eso puede pasar durante la menopausia y el hombre tiene que comprender!
- Cuando hay dolor Google no es suficiente, tiene que haber una explicación médica.
- Pues entonces te esperarás hasta el año que viene, porque es cuando me toca el control.
- Tranquilízate y veamos que solución se le puede encontrar a esto.
- ¡Tranquilizarme un coño, y la solución es que me voy a ir al carajo y te buscarás un nido de bachacos o un avispero si quieres meterlo en algún lugar, o te buscarás a otra!
- Deja el peo, lo que te digo es que debes ir al médico porque no deberías tener dolor, eso es todo, no tienes por qué arrecharte.
A todas estas ella se había vestido y levantado de la cama,
- ¡Yo hago lo que me da la gana y no me voy a calar eso que tú dices, y ultimadamente voy a coger el empleo en Amanda Park, así no te veo mas!
- Bueno, haz lo que tú quieras, al final es decisión tuya.
Ella se fue al baño a ducharse y yo me quedé en el cuarto. Durante los días siguientes contactó a la jefa de la tribu y con la ayuda de Graciela se puso de acuerdo con ella; creo que se hizo pasar por divorciada o algo así, y una semana después se fue a trabajar.
Todo ese tiempo mantuvo la mínima comunicación posible conmigo y ni siquiera se despidió de mí cuando se fue.
Luego, cuando se le diagnosticó el cáncer, le explicaron que eso era algo natural, el falo presionaba el tumor y eso generaba dolor, así de sencillo; desgraciadamente no se le hizo caso a esa advertencia casi un año antes del diagnóstico, que sumada al hecho de los sangrados irregulares era suficiente para un despistaje profundo de cáncer ginecológico, no solamente el de cuello uterino.
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