jueves, 16 de febrero de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 141: Chinches y pulgas.


 A finales del 2012, cuando Johana todavía estaba con nosotros, nos cayó encima una plaga de pulgas. Todo empezó un día cuando Gitty sacó a pasear a Lucy y al regresar, mientras la limpiaba, me llamó para decirme que le veía como hormigas en el cuerpo.

- Gitty, esas vainas son pulgas.

- ¿Pulgas?

- Sí, pulgas. Hay que bañarla de inmediato con un champú antipulgas.

- No tenemos champú de esos.

- Entonces tengo que salir a comprarlo. Lo mejor sería tener creolina, pero aquí no venden eso. 

- ¿Y cómo hacemos? ¿ Cómo cogería esas pulgas?

- Eso fue por algún perro pulgoso que anduvo por los edificios, soltó huevos que luego eclosionaron y cuando pasó Lucy se le pegaron las larvas.

Ese día tuve que ir a Walmart a comprar el champú antipulgas para bañar a Lucy y echamos toda su ropa en una bolsa para lavarla y así liquidar todo rastro de sifonápteros. Pero había un problema, el apartamento es alfombrado y a pesar de todas las precauciones quedaron insectos regados por diversos lugares; deshacernos de ellos nos llevó mas de un mes, logramos exterminarlos a mediados de enero y desde entonces Gitty empezó a llamar a Lucy pulgosa, mientras yo le decía que era un saco de pulgas, a lo que Gitty respondía defendiendo a Lucy,

- Saco de pulgas, así de despectivo, no. Saquito de pulgas es lo que es.


Lo de las pulgas fue malo, pero lo que venía era mucho peor. Una mañana de febrero me levanté lleno de ronchas y picaduras y no se sabía de que era, y eso siguió por varios días, hasta que otra mañana logré ver caminando por la alfombra un insecto que nunca antes había visto, así que le tomé una foto y lo busqué en Google. La vaina esa era una chinche.

Durante muchas noches, cuando me acostaba, una colonia de esos seres infernales se me montaba encima mientras dormía y literalmente me chupaban la sangre como vampiros o sanguijuelas. El asco y la grima que me dio pensar en eso es difícil de explicar. Lo mejor del cuento fue que Gitty no resultó afectada, aunque Graciela sí; tanto así que las ronchas que se le hicieron por las picadas de chinches en los pies parecían mas bien de niguas.

Erradicar chinches no es tarea fácil, ellas se pegan de la alfombra y del colchón, de hecho se lo comen por dentro y abren agujeros de donde salen en las noches y luego regresan a sus cuevas durante el día. Tuvimos que deshacernos de dos colchones, uno de ellos casi nuevo que Gitty había comprado cuando llegamos a Tukwila pero que estaba completamente infestado, al igual que el que Graciela tenía.

Gitty compró otro en Sears y a Graciela se le montó el que nosotros teníamos antes del malogrado. Tuvimos que comprar forros especiales antichinches para los dos colchones y los dos box springs porque teníamos que asegurarnos de que no volviesen a meterse esos engendros demoníacos a montar colonias. Echamos insecticida antichinches en todas las alfombras mientras poníamos en buen resguardo a Lucy, pero eso no bastaba, seguían apareciendo insectos realengos en busca de sangre.

Al final, luego de mucho investigar, hallamos la solución definitiva: Diatomita o tierra de diatomeas (conocida en inglés como diatomacious earth). Cuando esa roca que se forma con microfósiles de algas diatomeas se vuelve polvo queda con aristas muy afiladas y al pasar los insectos sobre ellas son literalmente ensartados y mueren debido a las lesiones.

Compramos un cajón de ese polvo por Amazon y regamos las alfombras de ambos cuartos con eso. Luego de un par de semanas las chinches desaparecieron por completo y no volvimos a saber de ellas; sin embargo el trauma persistió y los colchones del apartamento están envueltos por CUATRO forros diversos, porque a Gitty no le bastaba con uno ni dos ni tres.

Lo mejor del cuento fue, como le dije a Gitty:

- Vengo de un país tercermundista y nunca supe lo que eran las chinches; vengo al primer mundo, a una de las ciudades mas importantes, y nos cundimos de chinches.

- Bueno, así son las cosas, y a ti te masacraron, pero a mí no me hicieron nada.

- No, no te hicieron un coño, pero de vaina no me chupan entero.

- Por eso es que en esos tiempos andabas agüevoneao, por tanta sangre que te habían chupado, y las chinches cuando las vi estaban gordas y rozagantes, claro, si estaban comiendo sabroso.

- No te burles, que de vaina no me volví anémico.

- Bueno, pero menos mal que encontraste el polvo ese y así nos deshicimos de esa plaga, primero fue Lucy la pulgosa y luego las chinches.

- Que asco. Y eso que nosotros somos muy limpios y nos pasan estas vainas.

- Al menos ya pasó esa cagada, pero perdí mi colchón que se le abrió un hueco, las chinches se comieron toda la comida del colchón.

- Por eso le llaman comida al relleno de goma espuma, porque se lo comen las chinches, y no conformes con eso después te chupan la sangre.

- Pero por aquí es que es que es que me van a volver a comer un colchón esas coños de madres; dijo Gitty mientras hacía un gesto obsceno con las dos manos usando los dedos pulgar e índice de la izquierda como un anillo  mientras metía y sacaba el índice de la derecha por ahí.

- Bueno, ni colchón ni pellejo. Que no vuelvan a aparecer.

Así terminaron la I Guerra de las Pulgas y la II Guerra de las Chinches, que nos comieron un pedazo del año 2013.

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