El 26 en la mañana llevamos a Johana al aeropuerto para despedirla, esta vez fuimos todos, incluida Lucy, quien pudo entrar a la terminal sin mayor problema. Todo había transcurrido muy bien, pero yo sabía que Gitty en algún momento iba a sacar al aire sus quejas familiares y decidió hacerlo mientras esperábamos la hora en que Johana tuviera que ir a la cola de TSA.
Estábamos sentados en uno de los bancos del aeropuerto cuando Gitty empezó a ventilar sus reconcomios y en ese momento cogí a Lucy y me la llevé a pasear, luego de unos 20 minutos regresé y todo había vuelto a la calma como si nada hubiera pasado. Aproximadamente 15 minutos después llegó la hora de incorporarse a la cola y la acompañamos casi hasta donde estaban los encargados de revisar los documentos.
Desventuradamente, muy lejos estaban Gitty y Johana de imaginar que esa sería la última vez que se verían.
Del aeropuerto nos fuimos al apartamento y aproveché de recoger unos decodificadores de Comcast para devolverlos a la oficina respectiva y terminar el proceso de cierre de nuestra suscripción, de allí me fui a devolver el carro al que le saqué el jugo durante esas 24 horas.
Al día siguiente, Sigrid, mi cuñada, nos llamó para informarnos que Johana había llegado a Caracas casi puntualmente y que su viaje transcurrió sin problema alguno, aunque como es de imaginarse fue bastante largo, pero sin nada relevante que comentar. Ya tendría bastante que hablar con toda la familia acerca de lo que hizo durante su estancia con nosotros.
En cuanto a la celebración de fin de año, ya que 2013 sería el primero que recibiríamos en el condado King, lo mas natural era que fuéramos a recibirlo en la aguja, que es el lugar de celebración por excelencia de la zona metropolitana de Seattle, así que eso fue lo que acordamos; cargaríamos nuestra champaña y uvas para despedir 2012 allí.
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