miércoles, 22 de febrero de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 147: Como evolucionó la relación entre Gitty y mi mamá


 Hay personas de temperamentos muy fuertes y con personalidades difíciles. 

Existe una teoría que propone una hipótesis acerca de la búsqueda de la pareja, y explica que las personas tienden a elegir a alguien similar a su padre o su madre, cosa que los científicos que la propusieron han buscado demostrar a través de múltiples estudios.

Lo cierto del caso es que desde un principio ellas fueron como el agua y el aceite, imposibles de mezclar, puesto que las dos tenían formas de ser muy parecidas y eran muy duras en sus convicciones; esto hacía una potencial convivencia o aun la coexistencia pacífica imposible. Con el tiempo  y la madurez que este trae, Gitty y yo pensamos en varias situaciones que originaron esta animosidad:

1.- Una madre quiere la mujer perfecta para su hijo y las mujeres perfectas no existen. Lo mas cercano a la perfección femenina es la mujer que el hombre escoge porque es la que él considera perfecta.

2.- El fenómeno de la madre castradora, la que piensa que el deber de alguno de sus hijos es el de renunciar a su propia vida para convertirse en un apéndice de su madre hasta que ella muere; momento en el que el desventurado se halla indefenso y sin herramientas para enfrentar la vida adulta, puesto que nunca creció como hombre.

3.- Animosidad personal dada por la similitud en los caracteres, siguiendo el viejo principio del magnetismo donde polos iguales se repelen.

O muy posiblemente una combinación de esas tres razones.

Lo cierto del caso fue que la relación entre ambas era imposible y los años 1989 y 1990 fueron un infierno para Gitty debido a la guerra que mi mamá le hizo, tanto así que literalmente tuvimos que romper relaciones con ella para salvar nuestro matrimonio; y ese distanciamiento con altos y bajos duró hasta el embarazo de Graciela, cuando se inició un acercamiento gradual entre ambas motivado no solamente al hecho de ser la primera nieta que iba a tener, sino también a que mi mamá siempre quiso tener una hija hembra, y nuestra niña hizo realidad tal deseo.

A pesar de ese acercamiento, todavía se presentaban situaciones un tanto extrañas, como Gitty me comentó acerca de una conversación que tuvieron un día mientras yo estaba trabajando durante las primeras semanas de vida de Graciela:

- Tu mamá me dijo hoy algo muy loco.

- ¿Qué fue lo que te dijo?

- Me dijo: "yo sé muy bien lo que tuviste que hacer con mi hijo para que tuvieran a la niña."

- ¿Y qué le respondiste?

- Me quedé 👀👀👀😬😬😬.

- Verga, también estoy sin palabras, ¿y cómo pretendía que iba a tener una nieta? ¿una bebé probeta? Esa vaina sale muy cara y además no hay diversión alguna.

- Pues sí, me salió con esa vaina, es cosa de locos.

- Bueno, ya se le pasará.

Poco a poco se fueron aproximando de una manera mas bien arisca gracias a la nieta, que era los ojos de su abuela, quien no negaba la existencia de sus otros nietos a los cuales también quería mucho; pero Graciela era su debilidad, especialmente porque decía que tenía un parecido sorprendente al de su mamá, mi abuela materna.

Así, a pesar de todos los problemas y conflictos pasados, lentamente fueron forjando una amistad que se consolidó definitivamente al nosotros emigrar; a partir de entonces hablaban por teléfono varias veces a la semana; Gitty le pedía consejos y mandaba encomiendas a Venezuela. De una forma o de otra se tenían aprecio y conversaban bastante, siendo su principal tópico el hablar mal de mí y se descargaban de lo lindo mientras lo hacían.

Al final no me importaba porque eso servía para condimentar su relación y bien merecido me lo tenía por muérgano, inútil y bueno para nada.

Gitty para entonces consideraba a mi mamá como su mejor amiga, y aquí está en sus propias palabras.

Desgraciadamente no teníamos idea de que esa amistad tendría su punto final a principios de 2014.

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